Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Jorge Restrepo hace el montaje de su exposición de fotografías de los performances
el lunes 12 de junio de 2012 en horas de la tarde - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO

 

Crítica y creación: la cópula de los signos

...a propósito de una performance de Jorge Restrepo y Yecid Calderón

Por Carlos A. Lanza  

¿Quién canta en las orillas del papel?
Octavio, Paz

 

Entre el 12 y 13 de junio en Gerrero Espacio Galería, Bogotá, Colombia, se desarrolló la acción performática “Supremacía: el saber como poder”; los responsables del proyecto fueron el artista Jorge Restrepo y el crítico de arte Yecid Calderón, acompañados en la curaduría por Andrea Paasch. Introducir esta información como inicio del texto no es arbitraria, más bien obedece a la finalidad de ubicar la naturaleza de una obra performática que adquiere una dimensión particular por el tiempo en que fue realizada, aludiendo, de esta manera, a la noción de proceso, pero además por los actores que la llevaron a cabo, redefiniendo la acepción de “sujeto creador”.

Muchos han planteado si el arte contemporáneo tiene en su programa estético el interés por el cuestionamiento, valor hasta ahora atribuido a las vanguardias históricas; lo cierto es que desde el título de la obra, ya se construye uno de los paradigmas estéticos que caracterizó a las vanguardias, me refiero a la ironía. El título está sugiriendo algo en contradicción con el discurso performático, habla de la crítica de arte como un ejercicio subyugante, donde el argumento reflexivo asfixia al acto creador; en cambio, la acción performática apunta en dirección opuesta: termina por disolver los límites del pensamiento crítico y el acto creador; la razón crítica sede a la pasión, a la imaginación creadora.

 

Yecid Calderón inicia el 13 de junio su trabajo de escritura en la galería, a primera hora - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO 


 

Para comprender mejor el escenario desde el cual estoy discursando, describiré rápidamente la propuesta: se trata en principio de una muestra fotográfica que a manera de evidencia, de dato, en el mejor sentido positivista, exhibe diferentes obras performáticas colectivas que el artista Restrepo ha realizado en su larga carrera artística -documentadas por fotógrafos profesionales-, luego, el periodista, teórico, historiador y artista Yecid Calderón, situado en el mismo espacio de la exhibición instala su computadora y durante doce horas, acompañado de un café, se dedica a escribir vertiginosamente el comentario crítico sobre el contenido de esas fotografías; simultáneamente, el crítico, auxiliado por un plotter imprime sus textos y cubre las fotografías y paredes con éstos.

Antes de ahondar en la estrategia narrativa de la obra, quiero señalar que este proceso deja ver una serie de soportes resemantizados: por un lado está el registro o información de otras obras de naturaleza performática creadas por Restrepo, al mismo tiempo, ese registro, se convierte en el motivo de las reflexiones críticas de Calderón y así, como una totalidad cualitativamente superior, emerge la obra de la cual estamos hablando. He llegado a considerar que bajo esta dinámica, las fotografías del proceso tomadas por Jonathan Manrique Nossa, el video de Leo Carreño y la curaduría de Andrea Paasch, también forman parte de la obra, porque al final de cuentas, todos terminan siendo actores de una acción performática que descentraliza la percepción con que la tradición visitó los procesos de producción, circulación y recepción de la obra de arte. Sin duda que el eje central de la propuesta es problematizar las relaciones entre la crítica y el arte pero ¿qué pasa con las fotografías y videos de la acción performática, acaso no se convirtieron en la estrategia documental que ya configura futuras posturas y reflexiones? Preguntémonos también si la curaduría de la acción performática, no fue acaso la apropiación de un recurso de legitimación característico del arte contemporáneo.


Yecid Calderón se instaló en la galería con los elementos de su trabajo cotidiano - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO


 

A estas alturas es legítimo preguntar sobre cuál es la función del texto que escribo. Quizá esté retornando a las coordenadas de un ejercicio crítico que enjuicia y valora esta propuesta a contra corriente del sentido que Restrepo y Calderón han diseñado para ella; mis reflexiones corren el riesgo de moverse por fuera de los códigos de oposición sugeridos por los artistas. Intentaré construir un texto de impugnación que se reordene a partir de los valores estéticos programados para el funcionamiento crítico de la obra. Mi deseo es que la palabra haga parte de ese viaje interior que fundió en un solo acto pasión y razón. Si no lograra instalarme y validar mi texto dentro del discurso estético de la obra, ¿no estaría entonces agregando una tensión más a la obra? Las exigencias programáticas de este proyecto sugieren que todo acercamiento a él viva de esta tensión, sino es así, poco o nada podemos hacer al visitarlo.

La acción específica de Yecid Calderón, quizá sea un intento por responder el siguiente axioma de Lezama Lima: “toda obra de creación es concluyente, tiene su propia creación y su propia crítica; ¿por qué tiene entonces que existir la crítica al margen de la propia obra de creación? El texto que Calderón escribe e imprime reabre otro camino exploratorio en el instante en que cubre las fotografías, este gesto se traduce en un signo superpuesto al que subyace cubierto por el papel (las fotografías). La palabra se convierte en espacio visual, habitando así un territorio que la bidemencionalidad había reclamado para sí. Estamos ante un diálogo literal entre soportes e imágenes; en el primer caso (los soportes) se utiliza papel mate para fotografía y papel bond para impresión de textos; en el segundo caso (las imágenes) encontramos los registros fotográficos de la obra del artista y el texto producido por el crítico que se transforma en imagen artística. “Supremacía” es un estimulante viaje entre el símbolo y el signo, la palabra y la imagen abren un abanico de significaciones problematizadas que discurren por las narrativas del arte y la crítica.

 

Yecid Calderón cubre las fotografías con sus textos críticos usando pegante para papel - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO 


 

Cuando Calderón cubre las fotografías que documentan la obra de Restrepo, en realidad está reabriendo el debate sobre el lugar de la crítica dentro de la institucionalidad del arte. El texto ha dejado de ser una estructura de significación en sí misma, los signos ya no guardan el valor de lo que dicen sino de lo que contradicen. Las palabras y las ideas dejan de ser discurso crítico para convertirse en gesto o acción crítica, el texto de Yecid Calderón es reflexión que deviene en intervención, en procedimiento artístico. Cuando Calderón cubre las fotografías está significando el poder de la crítica sobre el arte pero, al mismo tiempo, está resignificando la fusión necesaria entre la razón crítica y la creación artística.

Calderón, siendo crítico de arte, se sitúa de esta manera en el lugar privilegiado de la creación porque precisamente esta articulación simultánea de imágenes (las fotos de la obra del artista y el texto crítico) es que vehicula todos los impulsos significativos de la obra: el arte de la crítica. Restrepo y Calderón configuran un proyecto que pasa de la cualidad interpretativa a la acción creativa; de la palabra que razona al gesto que provoca; del juicio al acontecimiento.

 

Yecid Calderón cubre las fotografías con sus textos críticos - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO


 

La propuesta impugna así la función que la tradición le asignó a la crítica: “ser una especie de resolución o paráfrasis de las posibles opacidades que las obras pudieran presentar para un público que ve en ellas una vía de ilustración. Tarea y misión del crítico de arte sería, entonces, la fijación de lo que hay de verdad, de perdurable, en las obras”1. Esta percepción de la crítica, nos habla de una estrategia que ubica al discurso por fuera de la obra artística, la crítica termina siendo un pedestal de argumentos que sostiene el valor de una obra. Dentro del universo artístico a la crítica le había correspondido en exclusiva la dimensión conceptual y axiológica de las obras; la genialidad del artista no iba más allá del acto creador, su tarea fue siempre construir una obra que hablara por sí misma y si este cometido no se lograra, entonces se echaría mano del crítico quien sería una especie de auxiliar para dilucidar aquello que no fuese comprensible a los ojos del público o del coleccionista. Pero ese panorama cambia sobre todo cuando con el desarrollo de las vanguardias históricas los propios artistas plantean directamente los supuestos conceptuales y axiológicos de su actividad por medio de manifiestos, programas, y declaraciones de poética. Si los propios artistas fijaban las líneas de su proyecto “al crítico le quedaba reservado poco más que «dar fe» de una situación que ya no permitía ser jerarquizada desde fuera. El discurso crítico quedaría, entonces, abocado a levantar «acta notarial» del devenir «autorregulado» de las artes, a reconstruir arqueológicamente o a posteriori sus líneas de desarrollo, o finalmente a disolverse en la propia práctica artística”2. Este disolverse de la crítica en el gesto creador es lo que Restrepo y Calderón reafirman en su proyecto performático, estamos ante un franco proceso de desplazamiento de la crítica que ha ido originando una serie de reajustes y de intentos de redefinición de la función crítica; lo interesante sobre la génesis de estas reflexiones es que esta vez no son generadas desde la filosofía sino desde el arte mismo; lo de Restrepo y Calderón es una reflexión artística sobre un modelo teórico que se ha debilitado en la era de lo que algunos filósofos, con buen tino, llaman la “crisis del comentario”.


 

Yecid Calderón cubre las fotografías con sus textos críticos usando pegante para papel - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO 


 

El crítico, dentro del universo artístico tradicional ha sido un ser acostumbrado a convivir en los límites de la obra, ha construido su andamiaje teórico desde los bordes de la creación, va hacia la obra cubierto por una ruda coraza racional, se ha negado al “goce estético”, lo percibe como una debilidad metodológica en su trabajo; cuando logra liberarse de los prejuicios, ve en el “placer estético” una auténtica liberación del espíritu. Recuerdo el sentimiento de júbilo que cautivó al doctor en literatura, Arturo Alvarado, hondureño ya fallecido, cuando llegó eufórico a enseñarme uno de los epígrafes que acompañaban su ensayo sobre el libro “El agua de la víspera” de Antonio José Rivas; el epígrafe era un verso de Huidobro: “la poesía llora en la punta del alma”; extasiado lo leyó varias veces, en verdad, ni él ni yo podíamos creerlo; Alvarado, formado en la Sorbona de París, pertenecía a la recia escuela estructuralista cuyo método no admite contaminarse de sensibilidades; sin embargo, ese día él supo de esa hermosa y necesaria fusión entre crítica y creación; quizá el enfoque tradicional que separa el ejercicio crítico del acto creador, está fundamentado en la ciencia misma y la necesidad que tiene de objetivar su proceder, no en vano Einstein dijo que "los científicos suelen preciarse de su capacidad para distanciar el sujeto del objeto, pero gran parte de su más rica tradición surge de la unión entre uno y otro, de la transformación del sujeto en el objeto". Es aceptado que la crítica se fundamenta en las ciencias del lenguaje, en el psicoanálisis, en las teorías de la percepción, en la historia, la filosofía, la sociología, etc. y es precisamente este carácter interdisciplinario el que define el perfil científico de la crítica, pero no olvidemos que ésta redefine su función desde el momento en que el arte construye una realidad que va más allá de la razón. Es sobre este nuevo proceder que Restrepo y Calderón construyen su apuesta por la sensibilidad.

 

Los textos críticos fueron impresos en un plotter utilizando distintos tipos de letra - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO 

 

El crítico de literatura, José López Lazo (hondureño), ha sostenido que la crítica en su función descodificadora no está obligada a coincidir con los planteamientos del artista, pero sí está obligada a realizar una lectura inteligente de la obra. Arte e inteligencia es común ha sostenido John Dewy, apuntando que la reflexión inteligente es una condición fundamental para la creación artística. López Lazo no admite una crítica sin sensibilidad: riguroso en el pensamiento, creativo en la palabra. En un mundo que enfrenta la más profunda crisis de sensibilidad, estamos obligados a reconstruir una ética basada en el sujeto, en este proceso, la creación artística será una especie de pedagogía reconstructora de las identidades pérdidas.

 

Hoy estamos ante un clima cultural que redimensiona los aspectos creativos de la crítica, poniéndola en paralelo en cuanto a sus cualidades estéticas con las propias obras de arte. Cabe entonces considerar a la crítica, como afirma Eugenio D'Ors, «como función creadora», como un ejercicio «de análisis y de síntesis a la vez y en acto único», yo he llamado a este acto “simultaneidad de la función crítica y la función artística”3. Precisamente esta simultaneidad genera un producto nuevo de naturaleza estética: estamos ante un metatexto que recondiciona la función del arte y de la crítica convirtiendo el discurso crítico en un ejercicio de traducción: “Y ésta es la función del crítico: tomar los símbolos del pintor o el escultor y traducirlos, si no en conceptos intelectuales, en metáforas poéticas”4. Calderón traduce la crítica de las fotografías en un gesto crítico de la crítica, traduce digo, porque construye otro texto, sabe que sus palabras están al servicio de dimensionar otra realidad no los textos fotográficos de Restrepo, su discurso no es una crítica es una metáfora, es decir, una realidad que está más allá de la realidad aparente que aborda.

 

La sala fue cubierta totalmente con una adhesión de las críticas sobre muros y obras - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO 


 

Si la tradición habló de genio del artista, hoy se habla del ingenio del crítico. El problema es que por esa vertiente la crítica ha derivado en ciertos casos hacia meras elucubraciones pseudo-retóricas, que en lugar de enjuiciar y valorar toman a las obras como pretexto para la elaboración de un lenguaje vacío. Sé que estas preocupaciones ya no forman parte del programa estético de la performance “Supremacía” pero digamos que son derivativas de ésta y se instalan en el universo de los estudiosos de la estética y de la cultura, sobre todo, después de la aparición del polémico libro de Susan Sontag Contra la interpretación (1964), en el que se rechazaba de modo absoluto una concepción de la crítica como interpretación, haciendo un llamado a situarse ante las obras mismas, y a dejarse hablar por su transparencia estética. Creo que para evitar cualquier desvarío habrá que ser rigurosos y coherentes para que los aspectos creativos de la crítica no deriven en inconsistencia estética, sólo de esa manera la redefinición de la función crítica puede sustentar su misión crítica. Lo que aprecio de esta pieza performática es la absoluta conciencia de su programa sustentado en la ficha técnica de la obra; entre el acto creador y sus objetivos hay total unidad. También puede afirmarse que dentro de los códigos documentales que sustentan la propuesta, la ficha técnica cumple una función orientadora, ella articula la estrategia conceptual y visual de la performance, se puede admitir dentro de la obra como una ventana por donde es posible atisbar las intenciones del artista y del crítico; vista así, la ficha técnica cumple una función estética: forma parte de la gran metáfora de la obra. En esta performance, las interpretaciones y valoraciones críticas son sistemas abiertos a las reconstrucciones y a las nuevas formulaciones como las obras mismas.

 

Yecid Calderón cubre las fotografías con sus textos críticos - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO 


 

Restrepo y Calderón están enterados de esta refuncionalidad del arte y de la crítica, tienen plena conciencia de que nuevos paradigmas de artisticidad se mueven en este mundo constituido por un mosaico de registros culturales aglutinados bajo el modelo histórico social del capitalismo. Con ello, la crítica acomete un trabajo de autorreflexión que discurre en paralelo con el que atraviesa todo el arte contemporáneo en su conjunto. Asistimos a una dinámica que rechaza la idea de expulsar “el concepto” fuera del ámbito del arte.

En “supremacía: el saber como poder” el crítico busca rehacer la obra de Restrepo y en ese rehacer donde el discurso crítico es un medio no un fin, el gesto se torna en placer estético, una cualidad tradicionalmente asignada a la obra de arte y no a la crítica. Walter Pater ha dicho que el primer paso hacia la visión de un objeto consiste en conocer nuestra impresión: ¿qué modificación sufrió mi naturaleza en su presencia y bajo su influencia? La obra de Restrepo y Calderón habla de una sensibilidad que se distancia de una retórica que a veces cansa no por lo que dice sino por lo que no alcanza a decir, si esta retórica se trasmutara en silencio, sería progresiva pero en muchos casos, es ruido semántico, se parece a esas obras que al no encontrar una sintaxis apropiada se desbordan hasta la insignificancia.

 

El público no pudo ver las obras al llegar a la inauguración, sólo leer - Foto de Jonathan Manrique Nossa MIROKO 


 

Tal como señalé al principio, la “Supremacía” del discurso crítico se ha desdoblado en un juego hermoso de equivalencias: ¿qué sería de la crítica sino se escribe con pasión?, ¿qué sería del arte sino transita por los caminos de la reflexión crítica?; existirían, claro está, pero en absoluta contradicción, de espaldas al mundo del pensamiento y de la creación, viviríamos presos de una fragmentación que amenaza con pulverizar las avenidas que intentan vehicular la reinserción de todo lo humano en la vida.


 

Tegucigalpa, septiembre de 2013


 

Vídeo de Leo Carreño sobre esta obra:

http://www.youtube.com/watch?v=vTT8qJ3KJag

Más información sobre esta obra en:

www.jorgerestrepo.com

http://www.facebook.com/groups/jorgerestrepo/

 



 

 

1 Jiménez, José. Imágenes del Hombre. Ed. Tecnos. Madrid, 1986. Parte 3 “El universo del arte”. Capítulo 8: “La experiencia artística como proceso”.

2 José Jiménez. Op.Cit.

3 D’Ors Eugenio. El Menester del Crítico de Arte, Madrid, Aguilar. 1967, Pág. 9

4 Read Herbert, Educación por el Arte. Paidós Ibérica. España, 1957, Pág.23.

 

 

Escáner Cultural nº: 
163

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