IDENTARIO DE UN HEROE PATRIO de tal palo (donde las astillas mentales surten efecto) otrosí.
IDENTARIO DE UN HEROE PATRIO
De tal palo (donde las astillas mentales surten efecto) otrosí.
Por: Carlos Osorio
Se sorprende de la cantidad de revelaciones y anécdotas del chamuscado pariente víctima de la desgracia del fuego. Un almanaque fáunico que saca chispas a su entusiasmo; que era bonito como una pelotita de basquet, sí. Que comía a sus horas, como un verdadero puerco, sí. Que se dormía tempranito, como un oso invernando, sí. Que era un enérgico y hediondo cuando se requería, como un jabalí, sí. Que rezaba como un demonio, como el de Tasmania, sí. Que lloraba con pasión, como entre hiena y cocodrilo, incluso como orangután despechado, sí. Que sus visitas al baño eran calladitas y elásticas, nada de andar vaciándose en público, como los mandriles, si.
Gestos sen-si-bles y excepcionales que entusiasmarían a cualquiera; Funcionales a la hora de poner a punto el candente seso que no para en ese afán de concentrarse pese a las taras que revolotean y lo distraen y que hierven como caldera del diablo. Al final, son los complejos pelotones de sangre, verdaderos pre aneurismas, los que se tropiezan y carcomen y angustian la aorta y empalidecen su ser y marean su porte y las nauseas son en intervalos y el güater se asusta y el resto es pura incontinencia y la batahola continúa y la hediondez atrapa el fugaz instante antes de morir en su propia fetidez.
Y se acelera una vez más con tal de proyectarse, al menos para sentirse un reflejo fiel del difunto. Que no descansa en elucubrar el método perfecto para que, en un santiamén, en un cerrar de ojos y con las velas que arden sin misericordia y se derriten en largas y extenuantes jornadas de sanación, lograr tan digno propósito. Objetivo trazado por décadas y que hoy puntual ve una posibilidad de hacerse realidad. Alegría que espera compartir con el resto, dicho sea de paso y además, para que sepan y se les grabe muy bien en sus cabezotas a mal traer, la eficiencia teórica y energética que posee justo a medio día, exactamente cuando la octava pastilla lo espera impaciente.
Y siente que su método funciona; que, ciertamente, de a poquito se ha envestido en una especie de autoridad patria al interior de las piezas comunes, verdaderas provincias conquistadas con la verdad de sus dichos según él, y se nota con la capacidad de manejar las crisis estatuarias que allí detonan y estrellan, como un efecto secundario, por más los eficientes ravotriles que como caramelos reparte el rudo enfermero. Elevado discurso que no se deja estar y le satisface, porque convence de inmediato a toditos los lobotomizados que lo observan con atención, respecto a las bondades de su maravillosa estirpe, a sus lunares y pecas y que según su modesta opinión escultórica, serán difíciles de reproducir cuando sea necesario hacerlo granítico, de igualarlo más bien; porque no es fácil buscar a un verdadero artista con sensibilidad de copiar en otra superficie su epidérmica egolatría.
Que de ahí al monólogo frente al espejo y los hidalgos reclusos dispuestísimos, nada se demora y surte efecto, además que todos lucen tranquilitos y es hora de tomar iniciativas más de shock y atacar puntos más débiles que, sin duda, con la tremenda y excitada arenga que escribió a mano alzada, que todavía le tiembla luego de su visita al baño, será la más adecuada para el caso:
Y por favorcito, bola de tarados, tengan a bien observar en el monitor a color la pose heráldica de mí embalsamado pariente. Que si bien es trasladado en jaula por la simple razón de simbolizar que, incluso, después de muerto, todavía lo rondan los envidiosos enemigos quienes harían lo que fuera con tal de bajarlo de la carroza. Su cuerpo, pese a las quemaduras que luce y a la fortaleza de sus dientes, junto con la alegría de saber que nunca más pasará frío, logra captar lo que en la familia denominamos estilacho de temple, porque resulta que contrapone toda la mala vida que llevó a cuestas, con esa dignidad propia de quien se es sabedor de abolengo, sobre todo, de una prosapia inigualable, como no hay ninguna, y que hará todo lo posible por llevar a los suyos, a los mejores sitiales de la patria, especialmente a los programas de Tv en donde es posible sensibilizar a los pelotudos habitantes del peladero. Si, para que se den cuenta de lo que se están perdiendo mientras, como idiotas, observan las teleseries y realitys en esos plasmas de última tecnología que los atolondrados gobiernos de turno regalan a la población y que son un verdadero electroshock del control interno, capaz de distraerles la depresión apenas comenzada la programación a las cinco de la mañana … ¡Viva mi parentela, viva yo, viva mi querido pariente! ¡Y sepan que prefiero morir de pie, a sentarme a ver los matinales!... ¡Si soy igualito a mi tio, que en paz descanse!