LUIS ADVIS, OBRA Y LEGADO
LUIS ADVIS, OBRA Y LEGADO
Por Enrique de Santiago
Hace unos días atrás tuve el placer de asistir y presenciar, una nueva puesta en escena de la obra musical “Cantata de Santa María de Iquique” en la sala de Matucana 100, en aquella ocasión al igual que hace muchos años atrás me emocioné con sus acordes, su letra y la estructura coreográfica montada por el ya mítico ballet Pucará.
Recuerdo aquellos años a fines de los 70’s cuando en plena dictadura militar, llegó hasta mis manos un vinilo de aquellas ediciones lanzadas por el desaparecido sello discográfico Dicap (el cual dejó de funcionar el mismo día 11 de Sept. al igual que muchos medios en Chile) En aquella oportunidad, la música, la letra, y la semántica contenida en esta, me deslumbraron al punto de servirme de referencia para introducirme en el mundo de las organizaciones obreras, su historia, sus luchas, sus reivindicaciones. Y es en ese momento cuando comencé a acercarme al igual que muchos, a las sensibilidades e ideas que en aquellos días eran consideradas peligrosas.
Pero esa es la historia que se origina en mí, a partir de la audición de este preciado disco que aún conservo, pero en realidad lo que deseo expresar en esta oportunidad, es hablarles de esta magna obra musical y su autor, el compositor chileno y académico Luís Advis Vitaglich
Recuerdo un día de invierno de aquel año de 1980, en una de las aulas de la Facultad de bellas Artes, esperábamos ansiosos la primera clase de estética del segundo semestre, los que estábamos convocados, sabíamos que la figura que entraría por aquella puerta era ni más ni menos que la de Luís Advis el compositor de aquella obra prohibida, por aquellos años, pero genial y trascendente.
La cantata Santa María
En su primera ponencia, dejo claro que sus palabras serían las de un maestro, que derrocha sabiduría y se prodiga en todas sus formas en frente de sus discípulos. Aquellas frases en latín y griego (el que dominaba de manera muy profunda) ayudaban a entender nuestros orígenes como cultura occidental, y daban el paso a la etimología de aquello que se nos presentaba extraño por lo nuevo. Expresiones como núcleo arsico-tético para denominar la lucha de las dos voluntades que componen el drama en cualquier obra de arte, donde la arsis prepara su resolución llamada tesis, en esto se detenía para ejemplificar con obras de Beethoven, Mozart, y otros clásicos, cuyas composiciones eran abundantes en estas formas estructurales, recuerdo aquella mañana, en la cual tarareó "José Calixto, su nombre era muy bien respetao........." Tomando la forma original de los primeros versos de "Canto para una semilla" de las décimas de Violeta Parra, o aquellas charlas sobre el basamento como elemento en la obra músical (lo que conocemos como la percusión en los ritmos modernos y también el tam-tam de los sonidos primitivos). Todo tiene un basamento nos decía, partiendo por nuestro látido cardiaco, es por eso que este, nos es inherente desde antes de nacer.
Recuerdo que ese año trabajamos con su libro acerca de estética titulado “Displacer y trascendencia en el Arte” Un ensayo macizo sobre las diversas formas, que puede adquirir el Arte tanto composiciones clásicas, como así mismo en las nuevas vanguardias, fue ahí que comprendí la diversidad de formas y elementos que aglutinan la formalidad de la plástica, la música , la literatura y toda aquella manifestación que proviene del espíritu, en resumen, lo que no era bello podía ser también sublime. Desde 1961 a 1981 fue profesor titular de la cátedra de Estética de la Universidad de Chile, en las facultades de Filosofía y Educación y Ciencias y Artes Musicales, Bellas Artes y Arquitectura y Urbanismo. Además, desde 1964 trabajó como jefe de seminario en la Facultad de Artes Musicales de la Universidad de Chile. En 1972 fue profesor de Estética en la Escuela de Artes de la Comunicación de la Pontifica Universidad Católica de Chile.
Canto para una semilla
Este maestro de la música, y de las artes, nació en Iquique un 10 de Febrero de 1935. Era licenciado en Filosofía, y a pesar de que no estudió música en conservatorio como estudios formales, si fue discípulo del gran músico nacional Gustavo becerra, quizás uno de los nombres más ilustres de nuestra música, con el cual tenía periódicamente clases particulares, de ahí adquirió su buena factura al componer y su fino gusto por las composiciones de corte clásico, a pesar de que en su repertorio, destacan las fusiones de los instrumentos y acordes de la música clásica, con aquellos ritmos , melodías y sonidos de nuestro territorio amerindio, de los cuales son prueba tajante las obras de la cantata santa María y Canto para una semilla por dar un par de ejemplos, pero también sus obras de cámara se vieron influenciadas por su entorno vernácular, mezclando muchas veces voces y sonidos de tan diversas culturas. Su obra va desde lo docto hasta lo popular, componiendo trabajos para festivales, dentro de los cuales se visualiza "Nuestro tiempo terminó", interpretado por el cantante Villadiego, en el Festival de Viña del Mar de 1972, y posteriormente grabado por la cantante nacional Gloria Simonetti.
Dentro de sus otros campos, donde incursionó, podemos agregar la música incidental o de cine, donde destacan, las partituras escritas para el otro gran maestro Silvio Caiozzi, en las cintas o filmes, "Julio comienza en Julio", y "Coronación", por la cual en esta última recibió el Premio a la mejor banda sonora, en el festival de Cine de Trieste.
También se pueden contar dentro de su variado repertorio, piezas compuestas por él, para obras de teatro. Como su realización para la pieza “Princesa Panchita”. Se cuentan además muchas colaboraciones para los directores Tomás Vidiella y el recordado Lucho Córdova. Así como trabajos con Andrés Pérez, Gustavo Mezza, Domingo Tessier y muchos más.
Entre otros aportes que podemos nombrar se cuenta la musicalización de las piezas de “Del salón al Cabaret, la Belle époque chilena”, en conjunto con los integrantes de la escuela de teatro de la Pontificia Universidad Católica de Chile, y setenta músicos en escena, donde se recrean musicalmente, y coreográficamente, los estilos y formas de aquella época en la sociedad nuestra, está se estrenó en el año 2002 y fue grabada en un disco compacto, que guarda evocaciones musicales como el cha-cha-chá, el ragtime, y el son cubano entre otros.
Grupo Preludio
En lo pertinente a su quehacer público, fue uno de los fundadores de la sociedad chilena del derecho de autor (SCD) y a partir del año de 1993, fue su presidente, siendo además director del comité editorial de dicha agrupación, y siendo responsable también de sus publicaciones.
La Cantata Santa María de Iquique (Cantata popular) su obra más difundida fue grabada en el año de 1969, y contaba con la participación del grupo Quilapayún en las voces e instrumentos, a los cuales se les sumaban, el cellista Eduardo Sienkiewicz y en el contrabajo a Luís Bignon, en el relato la voz inconfundible de Héctor Duvauchelle y según descripción del mismo Luís Advis esta obra fue grabada según las líneas de una cantata clásica, pero con algunas variantes, como en el aspecto temático donde se reemplazaba el motivo tradicional religioso, por otro social y realista, en el aspecto estilístico-musical se abordaba sin dejar de lado la tradición europea, pero incorporando sonidos y giros melódicos propios de la zona amerindia o hispano-americana.
En el aspecto narrativo, se encuentra el recitativo clásico, cantado, reemplazado acá por el relato hablado, el cual trata de mantener el componente rítmico métrico para no romper el total sonoro. Y por último el aspecto Instrumental, donde se han variado los sonidos de una orquesta usual, por la incorporación de instrumentos como la quena, charangos, bombo, guitarras, manteniendo el cello, y el contrabajo. Todo esto en suma dan una obra de inigualable factura, dejando en le inconciente colectivo las letras y melodías, que desde niño escuchamos, así como el tema “Vamos mujer” o los versos de “Señoras y señores venimos a contar aquello que la historia no quiere recordar” Pero en gran medida, por la obra de este músico, es que estos hechos acaecidos hace ya casi 100 años un 21 de Diciembre de 1907, aún perduran en la memoria, y se han debido incorporar a los libros de historia, y ser tema de la malla curricular de los colegios de todo el país. Luis Advis, no solo nos legó su música, sino que además nos heredó la conciencia histórica, pieza fundamental para formar a nuestras nuevas generaciones.
El alma de este músico, ensayista, profesor y hombre sensible se apagó una madrugada del día 9 de Septiembre del año 2004, sus restos fueron velados en el Museo de Bellas Artes de Santiago. Con esto se cerró un capitulo importante de la música, y en especial de lo que fue La nueva canción chilena, pero es cierto que su legado perdura, y aquellos que de una u otra manera fuimos sus alumnos, tomamos lo mejor de su espíritu, y así como todo se renueva para vivir, Advis el maestro vive en nosotros, tal como sonaron los surcos de vinilo, en aquella presentación en el auditórium.
Sus principales obras, siguen siendo escuchadas e interpretadas en distintos medios y círculos del país, así como lo fue la Cantata, en el espacio de Matucana 100, o en el auditórium de Maipú, así como en otras comunas de la capital y de Chile, dentro de estas composiciones las mas destacables por su portentosa figura han sido: “Los tres tiempos de América” (Sinfonía). Compuesta en 1987 y estrenada en Mérida en octubre de 1988“Cantata Santa María de Iquique”,fue compuesta por Luís Advis a fines de 1969. “Canto para una Semilla” es una elegía con textos tomados de las "Décimas" de Violeta Parra., adaptados por Advis. Otras obras para música de cámara son: ”Sexteto” para cuerdas y clarinete (1957) “Cinco preludios” para piano (1960)
“Quinteto” para vientos (1962) “Cosas”, (texto de Gabriela Mistral) para piano y canto (1963)
“Divertimento” para piano y quinteto de vientos (1964) “Tres preludios” para piano (1964) “Rin y cueca” para piano y soprano (1976). En 1995 realizó una versión para el Ensamble Bartok. “Suite Latinoamericana” para seis instrumentos (1976) “Sonatina” para fagot y piano (1983) “Preludio” para piano (1996) “Invitación al vals” para cuatro flautas y un corno (1996) “Viña del Mar” (texto Sara Vial), canción para soprano y piano (1997) “Cinco danzas breves”, para cuarteto de saxofones (1998). Música para cine: Tres hitos marcan su participación como compositor en cine. En 1973, en “La Tierra prometida”, dirigida por Miguel Littin; en 1978, trabajó en “Julio comienza en julio”, dirigida por Silvio Caiozzi; y en al año 2000 hizo la música de “Coronación”, también dirigida por Silvio Caiozzi, con esta creación, Advis logró el premio en el Festival de Cine de Trieste a la mejor banda sonora.
Enrique de Santiago
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