Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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DEL POETA NACÓ EL AMOR, QUE CRECÓ Y SE HIZO POEMA: SILVIA CAMPAZZO

Qué raro ver impreso a un poeta inédito hasta la médula del poema, polvo y hueso de su palabra convertida en letra impresa real. Repetido en la virtualidad de Internet, archivado en el trópico, y a veces, la fiesta de la palabra pasa de rodillas, miserable altar de unos cuervos cojos ciegos, que no hacen sombras. El poema nace detrás de la palabra, donde el verbo es sombra lúcida de su propio silencio. El poema convoca en su nombre a todo y nada.

El abecedario, el diccionario, los escaparates están llenos de palabras y papel. Desde siempre y mucho antes, la "maní­a" fue poetizar la palabra o el lenguaje fue la palabra real en el poema de lo cotidiano. Aire, oxí­geno de aquel hombre y mujer, que el hielo y las cavernas convirtieron en primavera. Hablaron todos los elementos por su boca y palabras. Años a, el cosmos era un huevo gaseoso a punto de estallar.

Entre paréntesis, amor, poemario de Rolando Gabrielli editado el 14 de abril en Colombia, impreso por Ediciones Cisne Color Ltda., ha estallado por fin en 92 poemas y tres cadáveres exquisitos, con lo que el autor resuelve su propio olvido. Poesí­a de amor, poesí­a en la poesí­a y poesí­a palabra: un solo lenguaje.

No es difí­cil abandonar el momento cumbre del olvido de sí­ mismo, ha dicho el autor de Entre paréntesis, amor, arrastrando las húmedas vocales y consonantes.

Una edición muy cuidada, con una portada en rojo, muy sugerente, ilustrada por una mujer de espalda desnuda, silueteada, con una bata roja que cae informalmente hacia su cintura sobre una cama. Al fondo, en un gran primer plano, una ventana cubierta en parte por una cortina. La contraportada es una fotografí­a muy sensual de unas largas y hermosas piernas, cuya parte superior de la mujer está cubierta por una bata roja. La contraportada está contrastada y enmarcada en negro. El poema Última fortaleza, se refiere a la portada de alguna manera: Tu espalda/sigue siendo/mi obsesión/es tu última/fortaleza. Y las largas piernas, como una geografí­a chilena, están trazadas en más uno o dos poemas. Las fotografí­as están suscritas por SC y el diseño del libro a cargo del colombiano Hernán Santos, quien buscó una armoní­a estética para toda la obra en la textura del papel y en su ní­tida tipografí­a.

Entre paréntesis, amor, se expuso en la XX Feria Internacional del libro en Bogotá, Colombia, recientemente concluida. Un par de volúmenes fueron robados del stand de Chile o de algún descuidado armario en esos dí­as, lo que significa que la poesí­a goza de buena salud. (Es tal vez un homenaje a Roberto Bolaño, quien sobrevivió en su juventud con lecturas robadas de las librerí­as del DF). También estuvo en La Casa Silva de la Poesí­a y un librero mexicano compró un flamante recién editado ejemplar. Gonzalo Rojas se llevó otro a Chile. Manuel Silva Acevedo y un animador de la TV chilena, sendos libros. Suficiente para romper el hielo.

Silvia Campazzo, profesora argentina, en un prólogo de 11 lí­neas traza la atmósfera del libro y define al poeta en la intimidad, respiración de su verbo. Es un guiño para el lector, una señal, porque como dice Gabrielli" la poesí­a es la búsqueda del Otro. Se busca con la palabra: carne, cuerpo, materia, una atmósfera húmeda. Silvia Campazzo sostiene en su breví­sima y precisa introducción al poemario, que "en cada verbo un sentido, en cada adjetivo un deseo y en cada punto, el tiempo de retomar el aliento para volver amar y seguir sintiendo". "Del poeta nació el amor, que creció y se hizo poema" "El poema, enfatiza Campazzo, fecundó la pasión que se esparce en estas páginas como en sábanas revueltas." ¿El poema fue anterior al amor o la palabra fecunda primero la sombra antes que el cuerpo? Así­ Rolando Gabrielli ha desenredado el ovillo de palabra y ha echado a rodar el carretel de su esperanza en el camino de sus versos, concluye la profesora Silvia Campazzo, desde el fondo de su(s)propia(s) lectura(s) del poemario de 112 páginas redondas, estética y agradablemente impresas, acota: "Este es el hombre, el poeta y su obra, atravesada por la invencibilidad de la distancia".

En su última página, a modo de corolario, el autor advierte: "Un libro no se explica, es como una historia de amor, sucede. í‰ste fue escrito con todos mis sentidos, para una mujer, que es todas las mujeres, el poema" La poesí­a/es cosa muda/rota dice y toca/pasa y queda/provoca.

Tres antiguos, tradicionales, permanentes, universales temas contiene el libro: el amor, el poema en el poema y la palabra. El lector es quien escoge las palabras y se queda con la última cuando lee un libro. Debe comer, beber y ayunar en el El Plato del poeta: Repaso la poesí­a/como la vida/en un plato hondo/vací­o de letras//y estómago/eructo/sin tener que decir/Nada por obligación/Repaso/la poesí­a/sobre un plato vací­o. La elocuencia del poema en lo que no se dice, se sabe, el silencio, la soledad y el oficio dentro de un plato vací­o. ¿Para qué editar se habrá dicho mil veces Gabrielli?

Un libro con muchas señales y guiños nos ha dicho Silvia Campazzo desde su intuición y lecturas. Más allá de las palabras el autor ha dibujado un largo y estrecho paréntesis y "el lector sabe que tiene más que palabras, un ruido que la hoja en blanco contiene y no ahoga." Se siente la respiración en el poema, de quien lo escribe y lo lee, y de para quién fue escrito. La respiración de dos es un juego más profundo y sagrado. El poema sólo tiene un recurso, sus palabras. Santa palabra: Arrodí­llate, le digo/en cruz, Santa palabra,/inquisidora mí­a/revélate ahora/ycondénate conmigo/por todas las vigilias/De los siglos/si quieres.

Una poesí­a que tiene cuerpo, un verbo que copula, penetra, impregna y humedece la punta de la palabra en ese pozo de luz oscura irrefrenablemente. Verbo copulante: Verbo copulante, mi coma/mi punto, mi rosa helada/todo el abecedario/lo bendigo en tu nombre/A mí­ me yace, a mí­ me vive/Tierra si no soy tu tierra, /húndome o primavera muscular/frí­volo rompiente verano/verbo rojo, doliente/mi paréntesis hablante copulante.

El libro tiene diversos pisos, capas, contaminación, mixtura, obsesión, reciclaje, una mirada hacia lo desconocido, señala su autor. Hay ciudades mí­ticas en la memoria del poeta, Denver, DF (México) Ciudad de Panamá, Santiago de Chile.

A pesar del largo silencio sobre el papel, porque Gabrielli ha escrito varios libros de poesí­a y prosa, según dan cuenta algunas publicaciones virtuales, un poema recoge la obsesión, la dependencia visceral del poeta sobre su propio oficio y género: Poesí­a: soy tu sirviente/considérame tu público servidor/humildemente/un cómplice incondicional./Tócame el corazón/con la yema de tus dedos/desnuda la semilla seca/y sé mi fruto. Texto confesional, medalla de múltiples caras en una sola: la poesí­a. Poema, complementa esta postura, alarde de silencio en el silencio de la palabra. A veces siento/que he alimentado/ un elefante blanco./La página, la página.

Entre paréntesis, amor, respira la mujer de carne y hueso, la femme, la Musa, la Bella, porque el poema/ respira en el poema/como nosotros/un solo cuerpo/del delito consumado. La palabra se consume en el poema, como la carne sobre la carne. ¿Nos devora/el cuerpo/del poema//la plabra/o este amor/que respira/este aire/sin palabras? Preguntas en un confesionario público, transparente, en la intimidad del diálogo. De esta respiración mutua, paréntesis, intervalo de una realidad jugada en el imaginario del poema nace La Sin par: Tú eres la sin par/mí­ folletí­n del atardecer/musa soleada en el rojo espejo/Te recuerdo en una taberna/ y sólo se ve nieve/una catedral que asciende/nube imaginaria¿Qué esperas ángel para volar/soy el agua adivinada en el bautizo de tu mano/Un búho que arroja sus ojos/en el pozo de un hilo sin punta/que crece en la noche del poema.

El hilo seduce en el poema, palabra por palabra, no la madeja. El poema dice/calla/narra/describe como sugiere Descripción de la mujer. Es un ángel bestialmente hermoso/arbitrario, patéticamente tierno,/me asfixia su silencio./Su ombligo habla/y yo le debo mi libertad/lúdica bisagra,empuja forastero/tu profundo oro de la noche, amor/luna plana, brillante, ciega/el tacto oscuro de tus manos/es pétalo, es rosa, lágrimas.

Toda poseí­a verdadera respira por la herida. Esta no es la excepción. Poesí­a que pulsa una época, un rí­o que la recorre. El poeta echa fuego a su palabra, aconseja, cuando veas arder la capilla de la poesí­a. Fuego y más fuego, el poeta ama/con frenesí­ desenfrenado/desbocado/caballo sobre yegua. La palabra no se rinde.

Hay más poesí­a en Entre paréntesis, amor, tal vez una historia, como suele ocurrir en el amor. Ciudades, el tiempo y la muerte, unas cuantas nostalgias que nos dejan ver las palabras cuando se juntan de cierta manera al decir y callar. El poema tiene la última palabra y el lector que le otorga su propia visión y lectura. Las palabras de Silvia Campazzo son precisas, hilo sobre el hilo de la historia que narra y quizás en la palabra esté la invencibilidad del poema.

 

Dame tu palabra

Entrégame
tu verbo,
tu lengua,
tu cuerpo,
dame
tu palabra.

Ciego voy

Ciego voy
hacia tu luna,
beso tus abismos, amor,
tus carnes en cruz y mis clavos,
el morado sol, tus profundas bocas,
mis parcelas, estas noches doradas,
los labios baten sus lenguas,
dicen quien eres, quien soy,
dentro de tus abismos,
la flor y la espina,
una isla abre otra isla.

Sol Rojo

De rodillas,
siento que un naipe
abre el negro vicio
del juego, la rótula
instalada con su hermana
en las blancas sábanas,
se vienen las nieves
el alba rosa de la mañana,
horas en que el pan
entra al horno
y despunta la sangre
en la cresta de un gallo,
sol rojo de alas maduras,
vuela, vuela al infinito.

Bestia

Bestia, pisas la noche,
vas por tu alimento.
Compartimos,
lo poco que tenemos
o lo mucho,
la presa que somos.

Seda

Seda
soy yo,
el gusano,
ví­steme.

S
Sólo ámame,
sedúceme
con tu libertad.
Ancla en mí­.

Oh, cedazo
Oh, cedazo
me filtras
el amor
en unos cuantos
miserables granos,
que el viento
trae y lleva y trae.

Marea
Déjate ver,
marea,
recoge
el velo,
desnúdate.

Mi negocio
Mi negocio son las palabras
que carecen de estanterí­as,
del ruido infernal de la cartelera,
no tienen nombre, ni dejan de nombrar,
aborrecen todo perfil noticioso,
escupen saliva,
prefieren callar, ser mudas,
no tienen lomo de etiquetas,
formalmente pueden ser unas putas,
completamente descarriadas,
ví­rgenes inmaculadas.

Calcomaní­a
Yo me repito,
me calco en el poema,
hago que me borro
y unto el dedo
de saliva
y se me seca
la palabra.

Carta a un púgil
Continúo por estos escenarios
de cuarta categorí­a,
haciendo sombras
con un verbo oxidado.
La poesí­a, rota, inútil
desvencijada, vieja maleta
de otro paseo.
Estas calles son ahora,
La ciudad frente al océano,
el dí­a que viaja como una persiana,
abre y cierra la luz.
Armo los dí­as como una cartelera
de poca monta,
la sombra crece
frente a un contrincante
que surge de las nada.

El paí­s se aborrece
El paí­s se aborrece,
se borra así­ mismo,
es la pausa olvidada
de su tránsito.
El hombre en la ciudad,
como la palabra,
se gasta en el muro.
El poeta exiliado,
en un cuarto oscuro
hace sombras
con las palabras.
La oveja descarriada
cambia el balido
por el despiadado silencio
del sacrificio
como el poeta
cuando no encuentra las palabras.

Verbo copulante
Verbo copulante, mi coma,
mi punto, mi rosa helada
todo el abcedario
lo bendigo en tu nombre.
A mí­ me yace, amí­ me vive.
Tierra si no soy tu tierra,
húndome oh primavera muscular,
frí­volo rompiente evrano,
verbo rojo, doliente
mi paréntesis hablante copulante.

Finalmente
Finalmente,
palabra
he de morder el polvo
para que tú
puedas mover las alas
y yo respire
de tu aire
sin conocer
el aire que respiro.



http://rolandogabrielli.blogspot.com/

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