El rating y la obsesión por el éxito REAL TIME, UN TESTER DE LA NEUROSIS TELEVISIVA
El rating y la obsesión por el éxito
REAL TIME, UN TESTER DE LA NEUROSIS TELEVISIVA
Por Gabriel Cocimano
gabrielcocimano@hotmail.com
Las nuevas tecnologías de medición de audiencia en TV –como el Real Time, un dispositivo que permite monitorear minuto a minuto el rating en el mismo momento en que se emite un programa- evidencian aún más los síntomas de una sociedad obsesionada por la carrera del éxito. Este sistema de medición –aplicado ya en tres países latinoamericanos: Brasil, Chile y Argentina- permite conocer de manera casi instantánea los vaivenes de la preferencia del público en relación a los contenidos emitidos por los canales de TV, así como los flujos y la migración entre programas.
Si el zapping aparecía como un síntoma de la ansiedad y el nerviosismo absoluto en la vida cotidiana contemporánea, esta herramienta es un indicador de la tensión de la sociedad competitiva: exigencia de resultados exitosos en el corto plazo, prioridad por el mercado antes que por la responsabilidad social y ansiedad por aniquilar al competidor a cualquier precio.
En realidad, el clásico sistema denominado people meter –un aparato símil control remoto instalado en los hogares en los que se realizan las mediciones- siempre permitió conocer cada movimiento de audiencia, zapping incluido. Sólo que esa información recién se podía obtener al día siguiente, cuando los gerentes de programación evaluaban las planillas con los porcentajes que había arrojado el rating.
Como si las viejas mediciones de audiencia no fueran lo suficientemente crueles como para alimentar la guerra por el liderazgo de audiencia, la nueva herramienta es un verdadero tester de la adrenalina de productores y programadores del medio televisivo. Hoy no basta con obtener un punto más de rating. El costo es canibalizar al otro: levantar una entrevista que no mide, extender hasta el absurdo segmentos de programas y modificar rutinas sobre la marcha en pos de la tiranía del número (Longo 2006). "Los programas se hacen con un ojo en el estudio y el otro en la computadora que da el Real Time –sentenció López Masía, un productor de noticias de TV- Así te enteras si lo que haces gusta o no, y si es así, si se cae la medición, lo cambias al instante. Se terminaron los guiones, ahora se produce en tiempo real" (Luque 2006).
El Real Time es una herramienta mucho más apta para los programas de entretenimiento en vivo, pero sus consecuencias aparecen como más críticas cuando se lo aplica a contenidos más sensibles, como la información. Esto acaso sea posible, en gran parte, porque esa información tiende cada vez más a ficcionalizar la realidad, es decir, a espectacularizar sus contenidos, con técnicas y efectos acordes a la estética del mercado. Dejarse llevar por el "minuto a minuto" en los programas de noticias plantea un riesgo: apelar al morbo en detrimento de temáticas de interés social más significativas. Las notas de color amarillo y rosa están seguramente en la grilla de salida, prontas a auxiliar al rating cuando la medición flaquea.
En el camino, la neurosis le gana a la ética: la necesidad de poner y mantener en pantalla cualquier cosa que sume audiencia. "Eso es delegar y eludir la responsabilidad social que tienen los medios –asegura el productor Ricardo Cohen (2006)-. Con ese criterio, si en 1942 el minuto a minuto hubiera dado que Hitler medía más que Bertold Brecht, terminaríamos dándole aire a un genocida".
Si el Real Time exacerba la competencia, la exclusión y las rivalidades en el juego mediático, es porque la TV es un vehículo que potencia todos los gestos. En verdad, no revela el costado salvaje de una sociedad de la competencia. Sólo recrea la vieja visión del hombre como lobo del hombre, y pone en juego las aristas de un darwinismo que postula el triunfo del más apto: el que mide en términos de rating es exitoso y sigue en el aire; pero aquel que no consigue mantener la preferencia esperable de público es castigado con la exclusión, que la sociedad competitiva juzga como propia de los fracasados.
El "minuto a minuto" obliga a espiar al Otro, aunque no con la pasividad del voyeur que se solaza fisgoneando tras la cerradura, sino con la secreta obsesión de especular con su juego, doblegarlo y redoblar la apuesta. Ciertas estrategias tienen como único fin destruir al otro, quitarlo del juego: correr horarios, cambiar abruptamente la programación, especular con los contenidos, etc.- "Ahora la competencia es más cruel, más impiadosa –insiste López Masía-, nadie se preocupa por quedar bien, lo único que importa es que no se caiga el rating. Hoy nadie se puede esconder detrás de un número".
Mirar al Otro tanto o más que a uno mismo refleja la histeria que propone la sociedad de la competencia: no importan los medios que se utilicen para lograr el objetivo, sólo hay que obtenerlo. Vencer al Otro es la consigna: no alcanza con lograr el éxito; sólo sirve si está montado sobre el fracaso ajeno. En eso consiste el morbo de esa sociedad excluyente y punitiva.
La era de la programación anual para los canales de TV parece haber llegado a su fin, así como el hábito de cumplir con los compromisos y horarios de la grilla pautada. La televisión se ha vuelto ansiosa, narcisista y vanidosa, se autoproclama como verdadero objeto de culto y, en consecuencia, está en juego su deseo de complacer, seducir y ejercer fascinación, como medio de autoafirmar su propia magnificencia. La nueva tecnología de medición del rating logró realzar aun más su obsesión policíaca –en el propósito de perseguir y detener al otro, su competidor-, maquiavélica –en su carrera por obtener el fin a cualquier precio- y darwinista –en el postulado de que sólo sobreviven los exitosos, y debe desecharse todo aquello que no sirve a sus objetivos-.
La obsesión por el rating ha provocado una carrera por la cantidad más que por la calidad, agudizando el ingenio de los realizadores y productores por sumar audiencia priorizando el factor comercial antes que los contenidos. De ahí su afán por atraer a los pesos pesados de la torta publicitaria. En esto también la TV se ha vuelto un reflejo de la realidad: vender parece ser hoy más importante que producir.
El monitoreo del Real Time –que se asemeja a un electrocardiograma catódico- es una alegoría de la sociedad fóbica: los corazones laten al ritmo vertiginoso de sus pulsaciones. El estrés se debate en el medio de gráficos, monitores, curvas virtuales y afiebrados números que, como en la antigua Roma, suben o bajan el pulgar a los virtuales vencedores y vencidos. Es un termómetro que permite medir, además, el ego y la vanidad de los programadores, algo que parece tan efímero como la oscilación de las coordenadas que muestra el comportamiento de la medición.
El "minuto a minuto" no es más que una herramienta: dependerá del uso que le den productores y programadores del medio el que sea un arma que exacerbe las características más obsesivas y oscuras de la sociedad, o que su vulnerabilidad sea, conciencias mediante, más imperceptible en beneficio de la calidad de la programación y los espectadores.
Fuentes:
-LONGO, Fernanda: Competencia feroz, minuto a minuto, en "Clarín" Suplemento "Espectáculos" Buenos Aires, 12/03/2006.
-LUQUE, Ricardo: La televisión se rinde a la tiranía de la medición del rating en tiempo real, en "La Capital" Rosario, 18/04/2006.
Las imágenes fueron tomadas de google, tecleando las palabras éxito tv.
http://www.motorpasion.com/2006/12/23-katharina-kuhlmann-la-chica-tuning-alemana
http://dinero.aol.com/especiales/navidad-2006/fotos-regalos-infantiles?photo=2
http://www.meristation.com/v3/des_analisis.php?pic=PS2&id=cw456706846eab8&idj=cw445a7c6acd0d8&idp=&tipo=art&c=1&pos=0
http://www.meristation.com/v3/des_analisis.php?pic=PS2&idj=cw4443e6b99ae2d&pes=1&id=cw455b9b97121df