Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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DIME  Carcamo_ carcamo

 totoy zamudio

Llevo años trabajando con materiales pequeños, livianos, suaves.

Con lápices de distintas clases y tamaños. Llevo una vida normal,

pero eso es otra historia. Es la historia del artista que pintaba en su casa,

acompañado de sus dos hijos; amándolos por sobre todas las cosas.

A veces se torna incompatible con el trabajo de las artes visuales,

pero ahí mismo esta la cosa, el truco, el secretillo,

el artista se repliega, se desprende de todo y llora.

En una cueva imaginaria el artista sueña, delira. 

Los raptos son poco frecuentes después de las 3 de la tarde,

ahí duerme, ya ha comido suficiente, estuvo en un almuerzo con amigos

y dibujo sobre la servilleta y sobre la mano de cada uno de sus amigos.

Andaba sin la tarjeta y no tenía dinero, eso es lo de menos,

el artista tiene con que pagar el waffle de espinacas.

Y se acuerda de su mujer y suspira. 

Llama a alguien por teléfono. Estaba pintando un cuadro:

Había unos personajes que bailaban sobre varios cubo-casa-cabezas,

muchas nubes y otros lugares encendidos, iluminados, vibrantes.

Protejan a los gatos dice el hombre sabio. 

El artista tiene episodios de amnesia,

olvido su propio rastro en la arena,

varias familias conversan y se saludan.

Camina con las manos en los bolsillos raptado por los sucesos descritos en el libro de las proximidades.

Hay que ser idiota para describir de esta manera una exposición de pintura.

Las caritas se repiten con distintas acritudes y ademanes,

Extraña orquesta infatigable.

En un gran acorde mayúsculo, que linda esa palabra.

Ahí la pintura se transforma en un sustrato vivo.

En árbol y en tierra de maseta y en cemento y en pegamento y en rodamiento.

Lo que suena baja rodando, pero….

no es de tan cerca la recomendación para no interesarse en el trabajo de este artista,

que se llama Totoy Zamudio y no vive en Guernika,

donde un grupo de los mas ilustres caballeros fueron a parar huyendo de otros eruditos

que iban de a caballo, sobre monturas muy estudiadas.

Queda resolver el final del drama. La poesía.

Sonido repetido, alienado y a veces desprolijo.  Pero así es la vida de la pintura. 

Así se manifiestan las cosas.

Aparece un color, una línea continua,

un personaje feliz, que levita y se mueve como globo. 

Dan ganas de saber de que se trata,

que hacen exactamente los monos,

hay miles de monos, horror vacui, dominable, certera. 

Leo los nombres de los cuadros y entiendo la idea del artista.

Y río de buena gana. Es como un antídoto esta pintura ridícula y exuberante.

Una celebración de lo que nos agrada. Lo mas amado, los niños y su locura

y la locura y toda la locura que se pueda.

Somos como las antorchas pero no servimos para iluminar.

Que los colores iluminen.

Y lo que esta escrito. No lo repitan tanto por favor.    

 

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