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HUMANISMO Y UTOPÍA, LA NUEVA IMAGEN DEL ANARQUISMO
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
Cuando pensamos en el anarquismo, casi siempre su sola mención evoca a un terrorista con los ojos inyectados de sangre y odio, armado hasta los dientes y portando una carga de dinamita lista para ser usada contra cualquiera que le discuta o le cuestione la necesidad de que los ricos deben ser aniquilados. Esta imagen, que pudo haber recorrido los escenarios políticos de la Europa de finales del siglo XIX, es totalmente falsa en lo fundamental. La edad de oro del dominio de la burguesía, de la expansión imperialista y de los más violentos contrastes entre poseedores y desposeídos, produjeron una oleada de terrorismo individual en las ciudades más pobladas y civilizadas del capitalismo industrializado, arrogante y seguro de sí mismo. Rara vez las organizaciones y grupos anarquistas más responsables asumieron como suyos y legítimos los actos de terrorismo individual. Gran parte de los enfrentamientos y desacuerdos entre marxistas y anarquistas, al interior de la Primera Internacional de los Trabajadores (1864), fue provocado, precisamente, por la dificultad que existía, en ese escenario, para tolerar el terrorismo como una táctica justa y efectiva. Aún así, este tipo de práctica se cobró las vidas de políticos y líderes importantes de las clases dominantes, entre finales del siglo XIX y principios del XX, como sucedió con Antonio Canovas del Castillo (1828-1897), jefe del gobierno español en esa época, y responsable de las peores atrocidades contra los revolucionarios cubanos que luchaban por la independencia de su país. Sería ajusticiado por un anarquista español de 27 años de edad, Michelle Angiolillo y Galli. En 1901 el Presidente McKinley de los Estados Unidos es herido a balazos en Búfalo, y el magnicida, León Czolgosz, es acusado de anarquista por la policía y de agente provocador por los anarquistas. El Presidente muere y el terrorista es condenado a muerte. Y podríamos seguir citando varios de estos casos, como los asesinatos de algunos zares de la Rusia pre-bolchevique y de varios herederos a las coronas europeas antes de la Primera Guerra Mundial (1914-1918).