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ARTE Y LOCURA. UNA INSÓLITA SIMBIOSIS
Texto: Carlos Yusti
Perder la razón es un viaje (muchas veces sin boleto de regreso) por el laberinto de la mente, en donde no hay Minotauro ni un hilo de Ariadna para el retorno. Aunque lo escrito encierra mucha cursilería literaria, se puede asegurar que la locura la locura está lejos de la metáfora y bastante cerca del horror.
La locura más que un desorden fisiológico es un problema de orden social con implicaciones éticas y morales cuyo tratamiento (a fines del siglo XVIII fue considerada como enfermedad) hoy sigue basada en la represión y el aislamiento del alienado mental.
No obstante la locura seduce. Desde los griegos fue observada con curiosidad filosófica por Platón y Aristóteles. Los artistas tampoco escapan a su poder seductor. En la Edad Media a los desequilibrados se les trataba como poseídos y eran llevados a la hoguera, forma de profilaxis nada humanitaria patentada por la Iglesia. Hyeronymus Bosch, conocido como El Bosco, vivió todo ese tiempo nublado de superstición religiosa y crueldad. Su pintura lleva al extremo dicho horror y por ese motivo el mundo que pinta parece alejado de toda normalidad, parece responder a una visión afiebrada y delirante.