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Fotografía de Antonella R. Auda (Colectivo Quiltro)
(Des)haciendo el amor: mi video de “Bueno, bonito, barato”,
intervención urbana de colectivo Quiltro (2011)
por Carolina Benavente Morales
cbenavem@gmail.com
Termómetro del mundo, hoy las nuevas humanidades no podrían querer ser
otra cosa que la sonda arrojada, suicida, al corazón de su magma incendiado.
José Luis Brea (2010)
En esta ocasión me referiré al video que hice de “Bueno, bonito, barato”, intervención urbana del colectivo Quiltro llevada a cabo el lunes 14 de febrero de 2011 en la Plaza Echaurren de Valparaíso y primera actividad de esta agrupación artística porteña. Conocí a los Quiltro un día antes que la realizaran, durante un breve paseo a Valparaíso junto a la artista santiaguina Daniela Gallardo Zderich, quien me los presentó. Nos tocó asistir a una reunión preliminar en el taller de Carolina Álvarez, vecino del de Antonella R. Auda, donde nos habíamos quedado la noche anterior. Les faltaba una persona que hiciera el registro audiovisual y, como yo llevaba mi cámara fotográfica Sony Cybershot DSC-W110 de 7.2 megapixeles con video incorporado, Daniela sugirió que yo podría hacerlo. Esto me pareció una muy buena idea porque me motiva conocer iniciativas de este tipo, participar en ellas y difundirlas mediante textos y/o videos. Claudia Tapia, otra integrante de Quiltro, nos invitó a alojar a su casa esa segunda noche y a la mañana siguiente llegamos con ella a su taller del Hotel de las Artes, cerca de la Plaza Sotomayor, para participar en los últimos preparativos de la intervención destinada a cuestionar la comercialización a que está sujeto el amor en el día de su celebración.
Gracias al abaratamiento de las tecnologías digitales audiovisuales y a la emergencia de plataformas gratuitas de publicación virtual, hoy en día ocupamos cada vez más el video para dar a conocer lo que hacemos. En el caso de las acciones de arte, esta tecnología es muy apropiada, ya que su movilidad permite documentar con mayor justeza un tipo de creación dinámica y performativa que involucra al artista no sólo como autor, sino también como actor o ejecutante, muchas veces junto a un espectador con quien interactúa en coordenadas espaciotemporales únicas. Esto hace que desde el inicio, a fines de los 1960 y en los 1970 en el caso chileno, se haya ocupado el video para documentar estas acciones con mayor o menor “fidelidad al testimonio”, aunque pronto el mismo video de registro pasó a ser objeto de reintervenciones, fruto de su combinación "con otros niveles del reprocesamiento lingüístico del material audiovisual" (Richard, 1986). De esta manera, el video registro se cruza con la video instalación, notablemente en el caso de Lotty Rosenfeld y "Una milla de cruces sobre el pavimento" (1979), acción de arte que fue proyectada sobre grandes pantallas en el mismo sitio en que tuvo lugar. Ahora bien, ¿qué ocurre si en lugar de desenvolvernos en un espacio físico lo hacemos en un espacio virtual? ¿Cómo lograr la implicación, ya no del espectador en una calle o sala de exposición, sino frente a la pantalla? ¿Qué hacer para que esta implicación asimile el dispositivo del video como mediación? ¿Es posible ocupar el lenguaje audiovisual de manera de reprocesar el "material audiovisual" de un registro para distanciarlo de sí mismo?
Si bien no puedo mapear por el momento las distintas alternativas existentes en materia de video, intentaré responder a estas preguntas analizando mi propio tratamiento de "Bueno, bonito, barato". Esta detención sobre lo que fue un proceso más bien intuitivo me será muy provechosa para posteriores elaboraciones en la esfera del video registro, actividad que he practicado en forma autodidacta desde el año 2000 y sobre la cual me detengo ahora por primera vez. Así como el video registro suele ser distinguido del video arte, por lo general la esfera científica "objetiva" es escindida de la esfera estética "subjetiva", aunque en los hechos los traslapes entre unos y otros son permanentes. En mi papel de videasta circunstancial de “Bueno, bonito, barato” y debido en parte a que llegó finalmente a la actividad un encargado oficial de registrarlo, me di algunas licencias estéticas destinadas a producir respecto de ella un efecto de implicación en la separación. Lo decisivo es que, si bien ocupan el lenguaje audiovisual, tales procedimientos no son estrictamente audiovisuales, sino que relevarían más bien de nuestra relación con el audiovisual, es decir, relevarían más bien del show, pero tensionado por la realidad de una acción performativa espontánea. Mi video terminó siendo un híbrido cuyo contraste con la intervención de Quiltro me permitirá explorar las relaciones entre Santiago y Valparaíso como espacios de desarrollo de diferentes discursos respecto del amor y estrategias performativas en relación a lo visual y lo audiovisual, así como cuestionarme el nexo documental y afectivo que, en tanto académica, artista autodidacta y mujer, mantengo con ambos.
La intervención porteña de Quiltro
La descripción que haré de “Bueno, bonito, barato” será tan parcial como cualquier otra, pero procuraré apegarme lo más posible a lo que ocurrió en términos de lo que llamamos intervención urbana. Este tipo de acciones de arte están asociadas a una vivencia opaca de la ciudad como entramado de relaciones sociales, lo que es inevitable en momentos en que la mayor parte de la humanidad ha pasado a vivir en ambientes citadinos. Las intervenciones urbanas tienen un carácter contextual y performativo, ya que implican una salida de los recintos físicos donde usualmente se desenvuelve el arte, así como una participación transformadora en el espacio público. Por ello, se distinguen de un arte urbano que ocupa la ciudad como telón de fondo o como ambiente a adornar. Aunque acotado y efímero, el impacto esperado es mayor en términos de intensidad y, sobre todo, tiene la pretensión de cortocircuitar los modos habituales de experimentar la vida en el espacio urbano por parte de quienes lo habitan. De allí que se trate también de un tipo de arte relacional, es decir, que involucra interacciones concretas entre el artista y los espectadores o, en este caso, los ciudadanos y transeúntes, en diferentes vías o emplazamientos. Para ello, no hay restricciones en cuanto a lenguajes y procedimientos posibles de emplear:
Desde una imagen, un sonido, una palabra, una presencia, accionan expresivamente provocando un rebote permanente en la mirada de los otros, en su sensibilidad, en su inconsciente, como un juego de reflejos, de revelaciones. Son confrontaciones directas que permiten hacer una restauración de las relaciones y los códigos sociales, así como también, explorar en otras posibilidades de relacionarse con el espectador, más cercanas, lo que para muchos produce una experiencia de mayor sensibilidad (Papi, 2007).
En el caso de “Bueno, bonito, barato”, la confrontación estaba dirigida a la naturalización de un sistema de valores que ha convertido la expresión del amor en una práctica mercantilizada y fetichizada mediante el ritual laico de entrega de regalos en el día de San Valentín, consagrado como el Día del Amor y la Amistad o el Día de los Enamorados. Este ritual sería un invento norteamericano o británico netamente contemporáneo, sin ninguna relación clara ni con alguno de los santos llamados Valentín, ni con algún ritual pagano (Wikipedia, 28/02/2011). De hecho, su celebración no tiene en Chile más de unos diez a quince años de popularidad, por lo cual corresponde a una introducción neoliberal y global reciente. En torno a este ritual sentimental se mueve una industria cultural poderosa que diseña, fabrica y vende toda clase de objetos expresivos del afecto que una persona puede sentir hacia otra: “peluches, cajas, papeles, rositas, tarjetas, diplomas que más tarde volarán arrugados y descoloridos por las calles de la ciudad: regalamos un desecho perfecto”, señalan los Quiltro en la presentación del proyecto que hicieron circular por Internet y publicaron en su blog (Quiltro, 2011).
El colectivo hace un cruce entre este tráfico mercantil de símbolos amorosos, parte visible del control emocional a que la población está sujeta en nuestros días, y aquel que liga a los habitantes de Valparaíso con uno de sus principales hitos urbanos. En efecto, la Plaza Echaurren, es la primera de la ciudad, fundándose Valparaíso en torno a ella en el siglo XVI, cuando todavía el mar se adentraba hasta el lugar. Durante años se trató del corazón de la vida porteña, con la Municipalidad, la Iglesia de la Matriz y el Mercado Puerto a su alrededor. Hoy en día, sin embargo, es un sitio marginal, abandonado y, en una palabra, amenazado por el comercio y la desmemoria. El llamado de atención es importante tratándose Valparaíso de una ciudad que ha sido proclamada por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. Excepto por unos islotes de gentrificación industrial-creativa en los cerros Alegre o Concepción, así como en forma incipiente en los alrededores de la Iglesia de la Matriz, Valparaíso exuda estancamiento, cuando no decadencia, aunque, paradójicamente, esto contribuye a su encanto singular de ciudad cromática, laberíntica y mágica. Para los Quiltro, que en forma similar a colectivos como Kiltraza, KiltrV o Lingua Quiltra toman su nombre del apelativo que se les da en Chile a los perros bastardos que proliferan por nuestras calles, el hito urbano amenazado se perfila como una zona de evasión y resistencia cultural al proyecto neoliberal que abandona manzanas, barrios y pueblos enteros para luego echarlos abajo, remodelarlos, modernizarlos y revenderlos a mejor precio:
Plaza Echaurren, mítico lugar de encuentros del mercado sexual, antiguo barrio bullente y comercial, hogar de quiltros y otros conocidos que viven en la periferia del sistema y no comprarán el regalo de San Valentín. Hoy su fama dentro de la patrimonial magia porteña la tiene por peligrosa, sucia, sin cafecitos bullentes ni tienditas de souvenir solo bares y bazares: un buen lugar donde un quiltro puede pasear y ladrar, tomar el sol y rascarse las pulgas, quizás jugar al almacén y vender las pocas pertenencias que tiene (Quiltro, 2011).
La intervención se llevó a cabo el lunes 14 de febrero de 2011 entre las 14:30 h y las 15:00 h, aproximadamente. En el hemisferio sur, esa fecha corresponde al pleno verano, por lo cual hubo a esa hora un sol radiante. El grupo Quiltro desarrolló sus acciones en el costado Pacífico de la Plaza Echaurren, ocupando una parte del triángulo imaginario situado entre el centro de la fuente y la plaza y los vértices norponiente y surponiente de ésta. La acción misma consistió en adosar a elementos tales como una banca, dos palmeras, un farol y un punto en el borde de la pileta grandes rosetones fabricados con tiras de cartulina blanca forrada de papel volantín rosado en distintas tonalidades. Junto a ellos, se adosaron carteles blancos con la inscripción “SE VENDE” pintada de negro mediante la técnica del esténcil, es decir, con las letras caladas y pintura en spray. Los rosetones fueron anudados con largas tiras del mismo papel volantín enrollado y los carteles fueron fijados con cinta adhesiva. Delante de la banca, sobre el suelo, se instaló un rectángulo formado de distintos pliegos de papel de regalo que tenía el mismo motivo. Además, se les solicitó a algunas personas presentes en el lugar que sostuvieran el cartel, especialmente unos niños y un vagabundo, y lo mismo hizo un integrante del colectivo, Gonzalo Carvajal, delante de la fuente. La actividad fue profusamente registrada mediante fotografías y, como señalé, había junto a mí otra persona, el marido de Sandra Rojas, realizando un registro con cámara de video. Él grabó la entrevista que un integrante del colectivo le hizo a, por lo menos, un transeúnte.
En términos del tratamiento estético, es reconocible en “Bueno, bonito, barato” una estrategia típicamente pop, entendido el arte pop como fricción con la masividad que recurre a la ironía del doble exacto para establecer un descalce por exceso o por defecto con los iconos comerciales que forman parte de nuestra cotidianeidad. En efecto, el llamado de atención de Quiltro se basó en el uso desplazado o descontextualizado de elementos en principio conocidos y decodificables por todos: rosetones y papeles indicando la belleza, la prodigalidad y la sorpresa del obsequio; color rosado señalando sentimentalismo y romanticismo; y, en contraposición irónica, cartel de “SE VENDE” remitiendo al carácter lucrativo del intercambio efectuado. Es decir, en esta intervención se trabajó en torno al contraste entre lucro y don, venta y ofrenda, comercio y amor, en una esfera de relaciones intersubjetivas que se extrapoló a la dimensión urbanística para situarla en un lugar específico, concreto de interacciones humanas. Se percibe en ello la precariedad y la tenacidad de un gesto de amor desde la ciudad y hacia ella. Como última prueba de fineza, después de dejar los objetos instalados para almorzar y celebrar en un restaurant cercano, los Quiltro volvieron a la Plaza Echaurren para recogerlos y botarlos a la basura, luego de lo cual el grupo se dispersó.
Las posibilidades al dar cuenta de una acción son infinitas y la descripción que acabo de hacer constituye tan solo una de ellas. Mi reporte actual contiene sus propios artilugios, ya que en las dos semanas transcurridas desde que se llevó a cabo “Bueno, bonito, barato” tuve tiempo de pensar más en el asunto y de ordenar un poco las ideas. La indagación teórica me ayuda a sintetizar, ante la imposibilidad y la inutilidad de detallar todo lo ocurrido en aquel momento. En cambio, para no perder la relación con el acontecimiento, edité las grabaciones casi inmediatamente después de realizado el registro, publicando el video en mi canal de Youtube dos días después, el miércoles 16 de febrero de 2011 por la noche, lo que pudo ser gracias a que me encontraba de vacaciones. Es decir, tanto la grabación como la edición del video fueron bastante espontáneas, sin guión previo ni demasiada reflexión posterior, y daré cuenta a continuación de los dos principales desajustes que, a mi entender, el resultado final presenta respecto de lo observado en la plaza.
Fotografías de Pablo Ulloa (Colectivo Quiltro)
Mi videoperformance documental
Como lo señalaba al inicio, la presencia de otro videasta encargado de registrar “Bueno, bonito, barato” me condujo a privilegiar aspectos aledaños y paralelos a la actividad propiamente tal, según una lógica que podría ser la de una videoperformance documental, por elegir un término entre otros posibles. En cualquier caso, el video que realicé efectúa cruces entre géneros supuestamente antitéticos, como son el documental y la performance, lo que conecta con mi condición híbrida de investigadora en cultura, artista autodidacta y activista relacional que se reconoce en las "nuevas humanidades" conceptualizadas por José Luis Brea (2010). Mientras las humanidades tradicionales se afirman en la "soberbia epistémica" de creer que les correspondería "algún saber propio, autonomo", las nuevas disciplinas analíticas estarían llamadas a autocriticarse. De acuerdo con Brea este redimensionamiento humanista debiera tener un cariz político que yo procuro asumir también en una esfera estética, ya que hoy en día la misma política se ha vuelto una cuestión altamente sensible.
Mientras que el registro apunta a dar cuenta de un evento específico, en este caso una acción de arte -como una especie de fotografía en movimiento-, el documental permite ingresar en zonas contiguas y subyacentes al acontecimiento. Ambos se unen por un afán testimonial, pero el documental conlleva una investigación y un mayor desarrollo en lo que cabe a la tesis sobre el fenómeno abordado. De allí su desarrollo en el campo de la etnografía, para contribuir al surgimiento de la llamada antropología visual. Debido a que implica un contacto con sociedades “otras”, la etnografía supone un descalabro subjetivo mayor en el observador occidental, quien se ve compelido a elaborar poética y activamente sus vivencias de la transculturación. En el “cine verdad” de Jean Rouch, en particular en la película que realiza con Edgar Morin, Crónica de un verano (París 1960) (1961), a la vez se observa y se precipita el diálogo efectivo entre culturas, manifestando ya un afán performativo en el tratamiento de la realidad. Sin embargo, la tecnología del video comporta otras posibilidades y desafíos. Por un lado, permite una mayor independencia en la realización, ya que la propia cámara se aliviana, se vuelve portátil, móvil y se acopla con mayor flexibilidad y espontaneidad a los vaivenes de la interacción. Su potencial como dispositivo democratizador responde a que transfiere parte del poder comunicacional desde el observador hacia el observado:
Este afán testimonial, por decantación sociológica y pragmática, adquiere mayor profusión, inclusive en Chile, de tal manera que la idea es convertir al antiguo receptor en un emisor-receptor, que en nuestro país se da especialmente por marginalidad en relación al medio oficial TV; aquí ante la TV masiva, al video le cabe la opción minoritaria o de grupos (Aliaga, 1986).
La naturaleza del colectivo Quiltro me permite tipificar mi video de “Bueno, bonito, barato” como un video de tipo comunitario (Aliaga, 1986), ya que me es encomendado por esta agrupación con el objetivo de documentar su actividad de nacimiento. En el caso de Quiltro, el carácter minoritario se actualiza mediante el cruce observado entre dos categorías de artistas menores dentro del arte chileno, a saber, mujeres de una edad mediana y hombres jóvenes. A pesar de tener una participación paralela en la "institución arte", los miembros de Quiltro realizan en este caso una acción en un emplazamiento marginal –la Plaza Echaurren- de una localidad de provincia –el puerto de Valparaíso. En la primera parte del video, los entrevisto solicitándoles que nos cuenten lo que harán y quiénes son, con un énfasis en su carácter de colectivo jurídicamente constituido, aspectos que se entremezclan con el registro de sus acciones preparativas de la intervención urbana, como la confección de los rosetones y los carteles de “SE VENDE”. Junto a ello, incluyo el testimonio de la invitada Daniela Gallardo Zderich, quien señala estar interesada por el carácter “psicomágico” (jodorowskiano) de la actividad. Me pareció clave rescatar esta opinión porque introduce un punto de vista tal vez inconfesable desde el punto de vista de un arte preocupado de su proyección social, pero que subyace a cualquier aproximación femenina a la cuestión del amor. Creo que la idea de esta acción de arte difícilmente habría podido surgir de artistas masculinos y no me parece casual que los quiltros en su mayor parte sean quiltras, ya que las mujeres son especialmente proclives a caer en las redes del marketing sentimental. Pero mientras por el lado porteño se denuncia la comercialización de los afectos, por el santiaguino se levanta una sospecha respecto de la misma inocencia de Cupido. Y así como ambas visiones se enlazan en torno a la identificación de una misma zona problemática en el amor, la concepción del arte como ejercicio de sanación individual contrasta y a la vez se articula con el afán de acción conjunta del colectivo porteño, constituido, según explican en el video, a partir de la marginación de sus miembros de la Mesa Regional del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.
Mi edición del video es fundamentalmente lineal y apegada a la sucesión de los hechos porque mi preocupación, antes que el lenguaje audiovisual en sí, es la relación que mantenemos con los dispositivos audiovisuales de mediación con estas historias menores que nos involucran a todos. De allí que mi segundo desvío respecto de la intervención en la Plaza Echaurren sea performativo y me involucre como videasta que se hace partícipe de los hechos documentados. Por una parte, aparezco explicando cómo fabricar la tira de un rosetón, después de que los quiltros me hubiesen enseñado cómo hacerlo. Entre grabación y grabación ayudé en esa tarea y me pareció importante registrarlo para dar cuenta de mi observación participante o, tal vez, de mi participación observante. Sigue la secuencia sobre la elaboración de los carteles de “SE VENDE”, la que fue determinante para mi segunda aparición. Situada después del breve registro de la intervención urbana, esta segunda aparición consiste en la lectura de un poema titulado, asimismo, “SE VENDE”. Comencé a escribirlo en mi cabeza en el taller y para llevarlo al papel me dirigí a la Plaza Echaurren unos diez minutos antes que el resto. Es por esto que añadí al video algunas fotografías de Antonella R. Auda sobre el desplazamiento de los Quiltro hacia la plaza, ya que usualmente me gusta registrar este tipo de escenas callejeras. Mi lectura en off se superpone a audiovisiones de la plaza, pero entre medio y al final aparezco leyendo junto al rosetón y al cartel instalados en una de las palmeras de la plaza. Mientras pasan los créditos, se ve cómo los quiltros finalizan la actividad retirando carteles y rosetones. Me faltó memoria en la cámara para grabar el momento en que depositan los rosetones en un basurero.
Algunas personas me han comentado que quedaron con deseos de conocer las reacciones de los transeúntes en el momento de la intervención. Los quiltros hicieron por lo menos una entrevista, gracias a la ayuda del otro videasta presente en el lugar, pero sólo alcancé a registrar los últimos segundos de la interacción y no logré captar la voz del entrevistado, a quien le oí decir algo así como “no se puede hacer nada”. Decidí que no valía la pena incluirla, pero que sí lo ameritaba la escena de una niña que sostiene el cartel de “SE VENDE” y a quien la madre o la abuela le grita “¡mira para allá!”, con mucha conciencia respecto de la importancia de posar para la cámara. Este llamado de atención conecta con mis propias inquietudes como videasta preocupada de romper la barrera fetichista del show. Habría podido realizar un “videoarte” combinando hermosas y feas imágenes del puerto, elaborar el símil entre los artículos comercializados en las tiendas y los rosetones, o bien entre los carteles de “SE VENDE” y los de las corredoras de propiedades, o hacer cualquier otra cosa, pero ello habría implicado detener la mirada en la intervención urbana como tema o contenido. Mi vivencia contextual santiaguina y conectada, en lugar de esto, me condujo a implicarme poéticamente con la actividad y a dejar registro patente de ello, problematizando así nuestra relación con el video como dispositivo mediador al pasar a protagonizar la acción que en principio estaba observando.
Puedo concluir provisoriamente que en mi video de “Bueno, bonito, barato”, junto al registro mismo de la acción de arte realizada por el Colectivo Quiltro y su preparación, lo decisivo es que mi descubrimiento de las motivaciones y el modus operandi de estos artistas me estimuló a responderles mediante un poema que, después, en el curso de las grabaciones, me pareció pertinente ocupar para desarrollar una acción propia en relación tanto a la intervención como a la esfera audiovisual. Así, desaparecí efímeramente como videasta para reaparecer como espectadora interpelada y activada emocionalmente por la acción porteña de Quiltro. La finalidad implícita de este show performativo fue la de conducir a los espectadores del video y la intervención a un límite respecto de su nuevo rol simultáneo de observadores y autores de las diferentes realidades y estrategias implicadas en el arte porteño, santiaguino o de cualquier otro lugar, especialmente si en este lugar lo que llamamos "amor" se cae a pedacitos y nos preguntamos qué hacer con estos fragmentos.
Santiago, 28 de febrero de 2011
Bibliografía
Aliaga, Ignacio (1986). “Cine y video documental de Joris Ivens a nuestros chilenos días”. Catálogo Sexto Festival Franco-Chileno de Video Arte. Santiago: Instituto Chileno-Francés de Cultura, 1986. En Internet: http://www.umatic.cl/images/pdf-festival6/CINEYVIDEODOCUMENTAL.pdf.
Brea, José Luis (2010). Las tres eras de la imagen. Imagen-materia, film, e-image. Madrid: Akal. Sitio web: http://3erasimagen.net/
Papi, María (2007). "Intervención urbana". Artacción (blog). En Internet: http://artaccion.blogspot.com/2006/12/fotos.html
Quiltro, Colectivo (2011). "Bueno, bonitor, barato". Colectivo Quiltro (blog). En Internet: http://colectivoquiltro.blogspot.com/p/exposiciones.html
Richard, Nelly (1986). "Contra el pensamiento-teorema: una defensa del video arte en Chile". Catálogo Sexto Festival Franco-Chileno de Video Arte. Santiago: Instituto Chileno-Francés de Cultura, 1986. En Internet: http://www.umatic.cl/images/pdf-festival6/CONTRAELPENSAMIENTO.pdf
Wikipedia (SF). "Día de San Valentín". Wikipedia. La enciclopedia libre. En Internet: http://es.wikipedia.org/wiki/D%C3%ADa_de_San_Valent%C3%ADn
"Bueno, bonito, barato". Intervención Urbana, Plaza Echaurren, Valparaíso, lunes 14 de febrero de 2011
Colectivo Quiltro: Pablo Ulloa, Sandra Rojas, Carolina Álvarez, Antonella Rojas Auda, Claudia Tapia, Menru Silva, Francisco Solar, Gonzalo Carvajal, Sebastián Trujillo.
Blog: http://colectivoquiltro.blogspot.com
Video "'Bueno, bonito, barato'. Registro intervención urbana Colectivo Quiltro Valparaíso" (8'37'') (2011)
Realización: Carolina Benavente Morales. Segunda Cámara: Daniela Gallardo Zderich. Fotografías: Antonella R. Auda. Poema al instante: Carolina Benavente Morales. Colectivo Quiltro: Carolina Álvarez, Gonzalo Carvajal, Antonella R. Auda, Sandra Rojas R., Ménru Sa, Francisco Solar, Claudia Tapia, Sebastián Trujillo, Pablo Ulloa y similares. Con Licencia Reconocimiento - No Comercial - Sin Derivadas 3.0 Unported Chile de Creative Commons: Carolina Benavente Morales, Valparaíso y Santiago de Chile, febrero 2011.
En Youtube: http://www.youtube.com/watch?v=1tDIcqspAjw