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MIENTRAS ESCRIBO
Desde Chile: Gonzalo León
Cuando escribo estas líneas, vengo de vuelta de la cocina, son las cinco de la tarde, creo que no tengo resaca, aunque sí esa extraña euforia que a veces la reemplaza, en la cual te crees el mejor amante, el mejor escritor, el mejor de los peores,... y bueno, en la cocina había una palta, un cuarto de cebolla, un ají, cuatro bolsas de té y nada de café.
Ahora la tetera está hirviendo. Desde un tiempo hasta la fecha he adoptado la costumbre de escribir con una taza de té o café al lado del computador, pero como no me queda café -y casi nada en realidad; ni esperanzas, ni valores, ni fe... Miento; fe nunca he tenido- el agua está hirviendo para una deliciosa taza de té que pueda alivianar esa sensación de inapetencia cuando has pasado por el Mercado Central a las seis de la mañana y comido un buen mariscal y una deliciosa empanada de mariscos.