Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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IRSE ES MORIR UN POCO

Raúl Hernández

Desaparecer, marcharse, irse. “Decir adiós es crecer”, dice Gustavo Cerati en su canción Adiós. Pero crecer es imperecedero y fatal, bien lo saben la araucaria y las casas antiguas. Estirar ramas o maderos podrá ser una concreción hacia un absoluto inocuo, pero demacrante. ¿Por qué no despedirse hacia adentro? ¿Un infra adiós? ¿Una salida por la puerta trasera?

J.D. Salinger luego de escribir sus libros El guardián entre el centeno y Nueve cuentos decidió hacerse a un lado y desaparecer, ocultar sus formas, pero no sus letras. El precio no importa, lo que importa es la lejanía impuesta de forma aplicada, asumiendo la exacerbación llevada al límite, espantando a los visitantes con tiros de escopeta. ¿Y por qué despedirse? La obra, por sí sola, no responde a esta pregunta, y queda tendida en la hamaca de la historia, zigzagueando frente al viento de las bibliotecas. Juan Luis Martínez habla de la imagen velada del autor. La desaparición del poeta en pos del limpio aullido de la obra. Incluso escribe ese genial poema La desaparición de una familia como un instante de continua perpetuidad, en el cual el lector se somete a la fragmentación dubitativa, como un puzzle al cual se le pierden de a poco sus piezas, día tras día, haciendo que el paisaje cada vez sea una región en el mapa al cual le han quitado territorio. La desaparición será esta vez la despedida del autor que tacha su nombre con alevosía.

Y al mismo tiempo que planifico mi despedida, comienzo a escribir una novela: Adiós. Así se llama el libro que estoy escribiendo. Y claro, no sabía de la canción de Cerati hasta ayer, que la escucho de improviso. Pero finalmente no creo que termine este libro. En un continuo ir y venir de ideas, me he dejado llevar por el abandono. Y no es el abandono de un buque, sino que el abandono de un cuerpo, como un estado de sitio. Todo lo próximo de igual modo llegará, quién sabe. A veces, es bueno ser un alga a la orilla del mar y dejarse llevar por el oleaje de la vida. Recuerdo la obra de Tennessee Williams, Háblame como la lluvia, en donde la chica protagonista intenta irse, describiendo toda la vida que vendrá más adelante en el litoral, en la casita, con los libros, en esa otra vida que no acontece porque nadie sabe de ella. Al no saber, no se conoce y no se siente. ¿Quién me conoce? Las mismas personas que ya no me volverán a ver.

Decir adiós entonces es no acaecer, no suceder. A esta altura, todas las desapariciones son esperadas, como una llegada al revés. Ir retrocediendo, hacia atrás, caminando hacia atrás por la ciudad, subiendo las escaleras hacia atrás, entrando por la puerta hacia atrás, sentarse en la cama y dormir. Cerrar los ojos y no recordar ni añorar. Caer, sólo caer por la ventana, y despertar. Mirarse en el espejo y no verse. Ser invisible.

Es así como “no estar” será permanecer en otro sitio, otro estadio de existencia. Mejor no saber, no decir que se sabe, no decir que se sabe lo que no vale la pena decir. Mi novela, a esta altura, debe estar aburriéndose. Sus personajes, conversando entre ellos, después de verse a los ojos y desconfiar. De envidiarse y odiarse y nuevamente marcharse, irse, como quién se va. “Alguna vez, alguna vez tal vez, me iré sin quedarme, me iré como quien se va”, dice en un poema Alejandra Pizarnik, quien vuelve de vez en cuando con su verso otoñal. Luego llega el momento de las caricias y saludos previos antes de ser intangible. La puerta no se cerrará de golpe, sino que será cerrada levemente, con mucho cuidado, sin que nadie se dé cuenta. Es mejor tratar las cosas vacías con exceso de cuidado. Las cosas importantes, es mejor descuidarlas (¿Era así el consejo que leía Ghost Dog en la película El camino del samurai de Jim Jarmush?).

Decir adiós es desaparecer. Un abrazo de despedida será sombra de personaje en mi novela. Y el autor también desaparecerá, de improviso, fulminantemente. Dirá adiós, con un balbuceo tímido de domingo. Hasta que todo se oscurezca.

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