FRANCISCO ROMERO
“Romería de un hombre
en el arte de existir”

Columna a cargo de Piuke Werken

Paratexto.

El son del didgeridoo, este largo cuerno del brazo del eucaliptus que colgaba en la Isla Australia y que llegó para descubrir su sonido en la boca del soplador, del percutidor de labios de nombre Francisco Romero Lunar, el que emana pinturas, obras mixtas, re-ordenacción del encuentro con la madera del río, arena de mar, retazos de carpintero, semi-retablo en la obra de actualidad, mural de muchos signos habitante de Lo Barnechea.

Profesor que profesa el arte de la pintura y de la amistad, aquí lo veo venir con sus imágenes para todo aquel, para aquella ofrece una puerta abierta, el romero creciendo en los cerros, ligado a la nieve con pies de ríos que llevan al valle central del Mapocho urbano.

Albricias en esta ocasión.

Ricxardo Castro.

 

El sur es nuestro norte (homenaje a Joaquín Torres García)	Puerta abierta al ser (hechas colectivamente con el maestro en retablos Ignacio Moreno)	Puerta abierta a lo femenino (hechas colectivamente con el maestro en retablos Ignacio Moreno)

Africa	Pampa del Tamarugal	Romero marino (arte de acción en la playa, con una tela de 40 m. de largo)

 

Altar ecos de Asia, ubicado a orillas del alto Maule, cerca de la frontera con Argentina

 

Errante urbano	Mutación permanente del ser

 

Mural identidad y patrimonio cultural realizado en lo Barnechea con niños y jóvenes de la comuna

 

Cerro carpa	Tocando Didgeridoo en la instal-acción Puerta Silvestre en el patio de la escuela de arte de la U. de Chile

"A través de mi trabajo intento reflejar una búsqueda hacia la esencia
del ser, hacia los contextos y espacios donde permanentemente mutamos,
evolucionamos y recordamos, construyendo nuestra visión, tanto en
cuerpo como espíritu, como individuo y como tribu."
Francisco Romero.

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