Con
muy parecido texto Carlos Marx, en 1848, comienza su más famoso
discurso escrito, el Manifiesto Comunista, al referirse a las luchas
de clase en Europa y al desarrollo de las fuerzas productivas.. En
aquella época las ideas del socialismo científico se
extendían como una mancha de aceite por los cuatro costados
de este viejo continente, y a gran parte del mundo industrial y colonial.
Ciento cincuenta
años más tarde, de los miedos producidos por el fantasma
del comunismo, éste ya casi no asusta a las clases dirigentes
del planeta; hoy es otro el fenómeno político y social
que trae de cabeza a más de medio mundo, y estas son las "tesis"
religiosas del profeta más grande del Islam, Mohamet (Mahoma,
para los neófitos en teología). El Islam, no solamente
es un compendio de reglas morales y religiosas, también es
poder terrenal. O sea Política contingente.
Tal como en la
Edad Media, el cristianismo católico, apiña en sus manos
todo el poder (el terrenal y el espiritual) no haciendo diferencias
entre lo seglar y lo civil. Lo de la separación entre el Estado
y religión viene más tarde con la revolución
burguesa (Francia, 1789), separando los poderes cívicos (legislativo,
ejecutivo y judicial). Para el Islam, religión y política
lo es uno, indivisible y eterno.
En lo que se refiere
al poder político, más que a las reglas religiosas del
Islam, es lo que preocupa hoy a la comunidad internacional; ya que
el Islam, como instrumento de dominación ideológica,
es sumamente hostil a los progresos liberales y enemigo mortal del
materialismo, sea este de tipo liberal o socialista, sus reglas de
dominación, guía y de gobierno se oponen a los conceptos
de democracia. Pero, como toda tesis tiene su antítesis, frente
a las ideas del capitalismo y al sistema de libre mercado, no tiene
diferencias. No olvidemos que el Islam nace y se desarrolla en una
política libre cambista pre capitalista, fundamentalmente feudal,
cuyos orígenes los encontramos en las caravanas de beduinos
y en los zocos del bazar árabes.
¿Qué es
el Islam en concreto?
Para
poder entender el Islam, sea como religión o poder político,
debemos de remontarnos a sus orígenes más desconocidos
pero siempre omnipresentes en la vida cotidiana, no solamente entre
sus seguidores, sino que en la política contingente internacional.
No olvidemos que el Islam no solamente es teocracia sino que además
poder político, cuyas reglas morales, su legalidad, la encontramos
en el Corán (Libro sagrado, que en árabe significa "revelación").
Esta religión,
monoteísta por excelencia, que, lo mismo que el judaísmo
y el cristianismo, nace de la revelaciones divinas (religiones reveladas).
Según la tradición,
primero oral, Dios (Allah, para los creyentes) da a conocer, mediante
revelaciones, a Mohamet las Leyes divinas y las normas para que funde
una nueva religión. De esta manera Mohamet se transforma en
el primer Profeta del Islam, y uno de los continuadores de la línea
inaugurada por Abrahm y su hijo Ismael y, terminada con las profecías
de Jesús, el enviado.
Mohamet, que desde
su infancia recibe este nombre, que en lengua árabe significa
el "Alabado", se dedica por tradición familiar al comercio,
principalmente. Luego, compartiendo ideas y praxis con los judeocristianos,
comienza la predicación en tierras de Arabia, consolidando
entre las diversas tribus de la península y beduinos una especie
de hegemonía de tipo religiosa y política, llegando
a conformar un gobierno de tipo pacificador y aglutinador entre esos
pueblos, que hasta ese siglo (VI de nuestra Era cristiana) practicaban
religiones politeístas y no conocían gobierno central;
al contrario, las diferentes tribus no reconocían Estado ni
formas de gobierno (ácratas).
Ya
a partir del año 570, con la marcha de Medina a la Meka, se
consolida la nueva religión (Esta marcha se denomina La Égida).
La importancia de este cambio radica en que los seguidores del Islam
(los islamitas o "piadosos") aumentan en número considerable
y logran derrotar a los adoradores de becerros, alejarse de judíos
y cristianos, para formar su propio gobierno. De esta etapa nace una
nueva Era para el mundo islamita que se rige hasta hoy por un calendario
lunar, que nada tiene que ver con el calendario gregoriano de uso
corriente hoy en la mayoría de los países del orbe,
especialmente del mundo cristiano católico. El regreso triunfante
de Mohamet y sus huestes marcan el inicio del año 1 de la Era
islamita (el calendario judío comienza con las revelaciones
de Jehová a Abraham, allá por lo menos unos 5 mil años
atrás). Y las diferencias fundamentales del Islam con el Judaísmo
y el Cristianismo, que permiten un rompimiento radical, radican en
que con los primeros se abre un cause de diferencias originadas en
las interpretaciones "reveladoras" del Talmud (Antiguo Testamento),
y con los cristianos la trilogía (Padre, Hijo y Espíritu
Santo), permiten que estos sean acusados y combativos como idólatras..
El nacimiento
de esta nueva religión, el Islam, contrae también una
nueva división geopolítica de esa región (Arabia,
parte de la antigua Judea, y otros territorios del medio Oriente).
El Islam, desde sus orígenes, se desarrolla no solamente como
nueva avasalladora religión, sino que además como poder
político.
Y en nombre de El
Creador, El Único, El Clemente, el Justo, El Grande (nombre
reconocidos en el Corán)se inicia la expansión de este
credo de tipo religioso y político, que al crear su Estado
inicia un período de Guerras Santas para expandir la Obra.
Millones de seres caen bajo la esfera del Islam, cuya "zona de influencia"
abarca hasta la Mesopotamia actual, llegando hasta la India misma,
a través de los ejércitos mongoles, más tarde.
El poderío militar del Islam sólo es comparable, durante
varios siglos, al de las cruzadas cristianas, quienes se disputaron,
palma a palmo, miles de kilómetros cuadrados de territorios
orientales, transformando la faz de la tierra en cuanto a cultura,
economía, etc., abarcando, inclusive, en los campos de las
ciencias (el Islam, al igual que el cristianismo, bebe de las fuentes
de la escuela de Aristóteles).
Ya
en el siglo VIII, el Islam, hace su entrada triunfal en Europa, conquistando,
con el apoyo logístico de los pueblos (moriscos) del norte
de África, ganados al Islam, asentando sus reales en España,
principalmente. Durante casi siete siglos el Islam coloniza el Sur
de Europa, anexionándolo al Califato de los Omeyas de Damasco.
De todos son sabidas las consecuencias que esta "ocupación"
ha significado para la llamada "cultura occidental", con sus ventajas
y perdidas de identidad y poder.
La
liturgia del Islam es bastante simple y sencilla, si la comparamos
con el judaísmo y el cristianismo. Para el rezo de sus plegarias
utilizan templos llamados Mezquitas, cuyas construcciones llaman la
atención por sus cúpulas doradas y sus altos minaretes,
desde cuyas torres el imán (sacerdote) convoca a las cinco
plegarias diarias, que todo buen islamita debe realizar, siempre postrado
y en dirección a la ciudad sagrada de la Meka. Además,
todo creyente debe, por lo menos una vez en la vida, peregrinar a
la Meka, para rendir culto a la tumba del profeta Mohamet, quien se
encuentra sepultado en la tumba construida en granito llamada Bekaa,
cuya creencia deriva del lugar de las revelaciones principales del
Islam. El color sagrado es el verde y los viernes es el día
para el culto. A imagen de occidente, los países islámicos
tienen sus propias organizaciones humanitarias y de caridad, tales
como la Media Luna Roja (homologa de la Cruz Roja).
¿A dónde
va el Islam?
Como
ya lo digo, al comienzo, el Islam no es solamente teocracia, sino
que además lo es todo.
Su doctrina regula
la vida religiosa, política y social de todos sus fieles. No
admite otra doctrina ni normas que las que derivan del Corán.
El Islam es tremendamente
bélico, y divide la sociedad en fieles e impuros. Estos últimos
deben doblegarse y convertirse so pena de perecer ante el avasallador
ímpetu de sus huestes. Siempre, las conversiones al Islam han
sido acompañadas de cruentas guerras santas. En definitiva,
los seguidores del Profeta, mantienen una permanente Guerra Santa
contra el mundo infiel.
En la actualidad una
tercera parte de la población mundial sigue las normas del
Islam, como religión y en su vida privada. La revolución
seglar triunfante en Irán, hace algo más de una década,
es la consecuencia histórica del desarrollo de la necesidad
imperiosa de complementar religión y praxis política
en un solo sentido, el poder sobre lo divino y terrenal.
Naciones que han sido
elevadas al status de países soberanos, tales como Siria, Irak,
Jordania, etc., han sido producto de la política colonial de
los países industrializados a partir del conflicto bélico
mundial entre 1914-1918 (Primera Guerra Mundial), y que hoy reivindican
una sólida federación de naciones islámicas,
tales como los intentos de Egipto, Libia, Jordania, etc., entre sí.
Entre tanto, producto de confrontaciones políticas entre las
influencias occidentales y la realidades concretas de estos países.
Estas contradicciones permiten el florecimiento de grupos radicales
que en nombre de Allah pretenden volver a las raíces de un
Islam puro. Estos descontentos, sean los Hamas en Palestina, Herbolás
en el Líbano, los Hermanos del Islam en Egipto, los Mudayeines
en Irán, etc., no sólo pretenden consolidar la religión
como forma de Estado en todo el mundo árabe, sino que además
más allá de sus fronteras históricas, cuna de
las revelaciones. El Islam, en sí, no es un credo unitario,
ya que al igual que las doctrinas políticas, se encuentra desde
tiempos memoriales dividido en fuerzas que pretenden asimilar las
costumbres occidentales y las que se aferran a sus tradiciones, las
cuales que se mantienen en el túnel de los tiempos, en los
que los camellos cruzaban los desiertos más inhóspitos
del planeta, muy lejos de la mano de los colonos europeos. Tanto chiitas
como sunitas (las dos grandes "tendencias" del Islam) se han estado
peleando palmo a palmo, no solamente en el campo de la teocracia,
sino que en los campos de batalla, muy literalmente, blandiendo sus
sables hasta que la sangre purifique el camino del Edén en
donde la vida será de manjares.
Las
constantes amenazas de las hordas musulmanas, especialmente venidas
del imperio de los otomanos, han estado amenazando, por siglos, la
"tranquilidad cristiana" de occidente, para salvarlos de las inclemencias
del fuego eterno que espera a los no creyentes. Los otomanos, hasta
el advenimiento de la República de Mustafá Kermal (Ataturk,
para los nacionalistas turcos) en 1927, dejaron de ser una amenaza
bélica y santa para el desarrollismo cristiano europeo. Desde
que abandonaron las puertas de Viena, hace tan solo un par de siglos,
el Islam había agachado la cabeza y se mantenía en sus
fronteras naturales; pero con el avance industrial de nuestros tiempos
la religión "única" revelada al Profeta está
asentando sus reales disfrazado de petróleo y de constante
flujo de emigrantes en busca de trabajo y bienestar social (y también
de las libertades, que les niega su propia cultura religiosa). La
Guerra Santa, hoy, entre el Islam y el Cristianismo se refleja en
las grandes diferencias socio económicas, que los radicales
fundamentalistas se encargan de dejar muy en claro cuando rompen con
las formas coloniales y de influencias occidentales a punta de degollinas,
tal como lo hacen los integristas en Algeria, en Afganistán,
etc., países donde ser mujer es la encarnación del pecado
y de todos los vicios y males terrenales. Si no creen echen un vistazo
a los velos, a las escuelas vacías y a un largo pesimismo fundado
en la enorme noche de uno de los credos más puritanos que existen.
Los cuentos de las Mil y una Noche, que conocemos, son los relatos
que la rica fantasía islamita que nos han hecho soñar
con las aventuras más fantásticas, pero que para ser
sincero, es tan sólo esto, una larga tradición de la
utopía convertida en razón y en religión oficial
para muchos Estados modernos, de esos que cada cierto tiempo vemos
en las noticias de la televisión, con los respetos debidos
a las revelaciones del Profeta y de aquellos que profesan la religión
del Dios Único y Verdadero.
Mientras
el autor de los Versos Satánicos, Salman Rushdie, anda de clandestino
por ahí, salvando el pellejo amenazado por los seguidores del
fenecido Ayatolla Khomeni, la vieja Europa, y el mundo entero, se
va sembrando de minaretes, que crecen como respuesta a este mundo
cargado de lo material, y no me estoy refiriendo al materialismo histórico,
sino que a la acumulación de lo terrenalmente inservible. Además,
no olvidemos que las huestes, allá por los años 700
de esta Era, árabes y beréberes, comandadas por Tarifa,
que se introdujeron en los reinos cristianos de la Península
ibérica, hoy Gibraltar, nos dejaron un sin fin de precedentes
en nuestra cultura, lenguaje, poesía, filosofía, medicina,
matemáticas (aritméticas), alquimia y un largo rastro
que se pierde en la historia de los tiempos de velos, turbantes y
de empuñaduras doradas y brillantes de sables arqueados, que
marcaron en el horizonte una nueva estrategia universal!