Desde Chile:
Mauricio Otero*
A grandes
escritores de la humanidad, les han negado ediciones, bajo diversos
argumentos; el tiempo, ha dado la razón a los escritores. Los casos
conocidos son vastos, pero baste decir, como introducción, que los genios
más grandes han sufrido desaires, que se han tenido que 'tragar', con
arrepentimiento las editoriales.
El punto
que toco ahora es otro.
A un escritor
connotado se le ha rechazado un manuscrito con el argumento de que no
es literatura 'moderna', aduciendo por tal, a aquella ágil, de 'fácil
lectura', que es una forma disfrazada de decir que no es comercial,
es decir, de consumo. Estos editores se arrepentirán una vez más. Los
hoy llamados clásicos de la literatura, lo son (y más adelante veremos
cómo se vende un clásico en el tiempo), porque son atemporales, porque
en ellos el tiempo se ha detenido, han roto los límites del momento.
Son eternos. Las grandes obras, son siempre hijas del tiempo. Así que
ofrecer esos argumentos modernos de que no es 'ágil', 'entretenida',
liviana (light), es decir, en otras palabras, de que el tiempo pasa
por ellas y luego se pierde, es un gran insulto para los escritores
actuales, los que venden muchos libros, porque son comerciales. ¿Qué
se entiende por comercial? Lo que es de fácil comprensión, masificado,
de venta rápida y lectura veloz, y, por ende, de DESECHO VELOZ. Señores
editores, si lo que buscan es literatura desechable, sépanlo, los escritores
serios no estamos NOSOTROS INTERESADOS en esa afrenta. Porque no escribimos
para un momento trivial, sino para marcar a fuego el tiempo y quedarnos,
permanecer en la mente, en el corazón y en el alma de un lector inteligente
y no tonto. ¿Qué se entiende por buen lector? No aquel capaz de devorar
incansablemente con velocidad palabras insignificantes, tan de moda
hoy, que sólo entretienen y ni tal vez acaso eso, que NADA DEJAN en
un cerebro, ni recuerdos perdurables. Cuando dicen a un escritor que
es de lectura lenta, no lo están ofendiendo, como creen, sino alabando.
Es un verdadero escritor, que perdurará, que es ajeno a la trivialidad
del paso del tiempo, que está por sobre el consumo. Diremos como expertos
en marketing y publicidad, que el consumismo es la peor medida y la
estupidez más grande de la modernidad. Esa medida no resiste análisis.
Es ridícula, y detrás se esconde sólo el apetito mercantil, de dar lo
vulgar, lo fácil...lo ramplón, lo trivial, aquello que no deja huella
alguna y que se desechará (por eso es comercial) como una toalla de
papel o como un papel más pudoroso... De modo que, señores editores,
vosotros al rechazar un original por estas condiciones de lento, ágil,
rápido, no comercial, hacen un favor con el auténtico escritor, pues
están reconociendo que es un autor fuera del tiempo, es decir, eterno,
de todos los tiempos, un clásico, que, -y ahora explico- se 'venderá'
por siempre, con lectores fieles y atentos, reflexivos, interesantes,
inteligentes. Si creen en la pretendida modernidad que ofrecen en productos
de consumo, a los lectores jóvenes, no están sino auto condenándose
a que mañana tengan que desparecer como editoriales, porque si ya no
venden más, al cabo de que los 'lectores' jóvenes que están criando
como a cobayos, mañana no responderán, por insustanciales a vuestros
estímulos, y emigrarán lejos de la banalidad que ofrecen...a otras banalidades,
tan malas o 'mejores', que las que ustedes ponen hoy, con la publicidad
a los ojos de un consumidor, que devora, pero no gusta, que usa y tira,
como vosotros dejan hoy a los escritores del mañana, de la eternidad.
Nada más que darles las gracias, sinceramente, por el halago. El tiempo
juega a nuestro favor, y no en contra. Tenemos el infinito para nosotros,
los escritores de verdad. Ustedes quédense con el sucio dinero de éste
único y estúpido momento.
*Poeta,
escritor y dramaturgo chileno.