Santiago de Chile.
Revista Virtual. 

Año 4
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 42
Agosto de 2002

CARACAS FULL DE IMÁGENES

Por: Carlos Zerpa - Caracas 2002

Tengo días de volcán y  otros de Montaña.

Soy venezolano y aunque me la paso impartiendo seminarios de arte NO convencional, performance art, instalaciones y Artes Marciales, por todos los estados de Venezuela, viajando mensualmente de un lugar a otro; tengo como cuartel general a la ciudad de Caracas, soy habitante y ciudadano residenciado en la gran Caracas, ciudad metropolitana, capital de la república y sucursal del cielo, ciudad contaminada, congestionada, donde reina la violencia y el caos,  llena de autopistas, de miles de automóviles y millones de motocicletas, edificios y más automóviles, antenas parabólicas y más edificios, edificios y más automóviles. Una ciudad como tantas otras ciudades del mundo, también con su terrible cinturón de miseria.

Muchas veces me siento como parte de un sándwich, unos son el pan y yo soy  el queso, sintiendo como me sofocan.

 Caracas es una ciudad que está saturada de imágenes y de color, y la contaminación visual es de por sí un hecho visible; son muchos los que piensan hoy en día en una ciudad sin avisos; sin vallas, sin pancartas, sin avisos comerciales, sin luces de colores ni neones; quizás influenciados por los nuevos pensamientos pseudo revolucionarios de quienes pretenden emparentarnos con Cuba y con su régimen político... "Si en Cuba no hay avisos comerciales ni luces de neón, entonces eso es un ejemplo digno a seguir"; opinan algunos inconscientes. Personalmente pienso que es un grave error el eliminar toda la propaganda en los bilbords caraqueños, porque esta propaganda es parte de la personalidad de la ciudad; quizás eso sí, ser más cuidadosos con la calidad del diseño de algunas de ellas; Ocuparnos de la calidad y contenido pero no eliminarlas... por ejemplo ¿Qué sería de la ciudad de las Vegas sin sus neones?, Indiscutiblemente que se convertiría en otra cosa; y de seguro más gris y triste; con Caracas pasaría otro tanto.

Con lo que sí estoy de acuerdo es con la eliminación del rancherío, las barracas, los barrios y el cinturón de miseria... no solo de esta ciudad, sino  de todas las ciudades con el mismo problema en Latinoamérica; Ya que hay mucha gente que es víctima de una muy mala distribución de las ganancias en nuestros países; ¿la eterna y triste historia de los ricos y los pobres?  ¿La eterna lucha de clases sociales?.

Con fines politiqueros, pseudo democráticos y muy populistas-populacheros, se  ha permitido desde finales de los años cincuenta; la multiplicación de estas casas inhumanas, sin servicios de aguas blancas ni de aguas negras y sin electricidad; barriadas que van tomando rápidamente las montañas Caraqueñas, desforestándolas y convirtiéndolas en verdaderas junglas de ranchos, habitados por gente humilde provenientes del interior del País; campesinos, obreros, desempleados, hombres rurales y representantes de una que otra etnia; que esperan progresar en sus vidas con trabajos conseguidos en la capital de la República, o  que están a la espera de superarse en la vida por la cercanía de sus casas a las posibles fuentes de trabajo que podría ofrecerle una gran ciudad como Caracas; pero junto a estos ciudadanos humildes también viven y proliferan los maleantes, ladrones, malhechores, ruines, desadaptados sociales, prostitutas, drogadictos, borrachos, pendencieros, chulos, asaltantes, demonios, asesinos, violadores y  traficantes de drogas (puras joyitas).

Ver a las montañas sin estos ranchos y caseríos, devolverle a las montañas y a la ciudad su verdor, sin duda sería la mayor contribución que se podría hacer al paisaje visual. Esto no tendría entonces por que ser una utopía, ya que si la gente que tiene el poder, los gobernantes y la acción ciudadana, reubicaran a todas estas personas en espacios más dignos; con hospitales, escuelas para sus hijos y con centros deportivos y culturales. A algunos regresándolos a sus pueblos de origen,  consiguiéndoles o creándoles fuentes de trabajo y  mejorarandoles su condición de vida la cosa seria diferente. Luego se demolerían los caseríos, se reforestarían los bosques y se declararían todas las montañas caraqueñas junto al majestuoso Ávila, como "Parques Nacionales", prohibiendo entonces la construcción de viviendas en ellas; Haciendo así una verdadera profilaxis del paisaje y de la ciudad.

Pero que vive uno cuando pasa dos y hasta tres horas detrás del volante del automóvil avanzando lentamente, atorado, detenido en una interminable cola de automóviles  en una calle o autopista caraqueña; uno sin dudas piensa que se le va la vida haciendo estas colas; escucha radio sin duda... música o noticieros saturados de propaganda auditiva que se mezclan con la música y los noticieros de los autos vecinos, otras veces subimos los vidrios y encendemos el aire acondicionado para aislarnos del entorno; la mente salta entonces como una pulga de un pensamiento a otro como diría Rimpoche. Luego al poco rato estamos mirando todo el entorno; cómo va la gente vestida en los otros carros, cuáles son las marcas, modelos y colores de todos los automóviles que nos acompañan, que stickers, calcomanías y  letreros llevan en el vidrio posterior y en el parabrisas estos vehículos... "no te pegues que no es bolero", "las chicas buenas van al cielo, las malas van a todas partes"; "like a rolling stone", "pierda peso ¿pregúntame como?", "l love que jode Tucacas", etc. ¿Y qué decir de los taxis, busetas y autobuses? Estos de por sí son perfectos altares populares que se transportan en cuatro ruedas: volantes forrados en cuero, en peluche y en cadenas; espejos retrovisores en donde cuelgan rosarios, crucifijos, zapatitos de bebés, escapularios y compact disc con corazones en fieltro rojo, muñecos de peluche, animales de peluche rosado, bichos de tela y de plástico adheridos a los vidrios por dentro, la tapicería del techo y de los asientos con imitación a piel de zebra, a piel de tigre bengala, a piel de jaguar, a piel de caimán o a piel de jirafa, fórmica que parece madera y fórmica que parece mármol, calcomanías y pegatinas externas pegadas a la carrocería con imágenes del pájaro loco, osos polares orinando, El Che Guevara, símbolos de la paz, llamas, Jesucristo, calaveras, Bruce Lee, símbolos del zodíaco, vírgenes, santos populares y Sagrados Corazones de Jesús  (lógicamente sangrantes o atravesados por espadas), espejos cuadrados y romboides en forma de crucifijos, redondos, cóncavos y convexos. Luego vienen los pensamientos, slogans o nombres con los que designan a cada unidad de transporte popular. La Virgen Sudorosa, me 109 cito, El Siete Mares, El Coyote Cojo, Ese Bolero es Mío, El Rey del Dominó, Mañana te la doy, El Gallo Lucho, por  amor a Mi Madre, Chelo 3, Los Hijos de Doña Juana, El Siervo de Dios, Te Quiero Que Jode, El Agüita de Dios,  La Madre de Dios y Dios me Salve El Lugar.

Al rato tenemos que volver en sí al escuchar una sirena atormentadora e intentar abrirle paso a una ambulancia, aún camión de bomberos o a una radiopatrulla policial que con sus luces azules y rojas que se prenden y apagan girando como coctelera con un altoparlante a todo volumen que nos indican o nos piden que nos orillemos que nos movamos a un lado y le abramos camino... al angustiado chofer que cruza entonces haciendo eses entre los cientos de vehículos de comunes mortales que pretendemos llegar temprano a nuestros trabajos u hogares... al igual que el pero sin sirena.

Es entonces cuando nuestros ojos se elevan por encima del techo de los otros automóviles y por encima de los cascos de los motorizados y  comenzamos a ver todas las vallas y pancartas con propaganda comercial que han puesto en demasía y de dimensiones gigantescas a todo lo ancho y largo de las autopistas caraqueñas. Vodkas, celulares, rones, cigarrillos, cervezas, zapatos deportivos, ropa íntima femenina, más cerveza, bancos, cajas de ahorro, gasolinas, más cervezas, líneas aéreas, más celulares y más cervezas; a tal punto que en verdad deseamos de todo corazón tomarnos una cerveza muy fría, igual a esa que anuncian muy fría, dorada y con su espumita a gran escala es esa valla a todo color con una mujer rubia en bikini.

Luego los ojos se van a posar en las esculturas pseudo - artísticas que aparecen en el camino; piezas de hierro, cemento o bronce hechas sin duda por diletantes y muy pocas veces por artistas; piezas de muy, pero muy mal gusto, mal realizadas y con una verdadera falta de arte, falta de diseño y.... falta de todo, que nos hace preguntarnos: ¿Quién es ese cerebro de pollo que escoge las obras de arte que adornan las avenidas de Caracas? ¿Cuánto le pagaron a ese cerebro de pollo para que diera el visto bueno y aceptara la fabricación y la instalación de estas esculturas (¿esculturas?) en la calle?...

Es entonces cuando comenzamos a tenerle envidia al tipo de bigotes de aquel taxi que en plena cola ve en la televisión en su carro un partido de fútbol, o de aquel y aquel que leen el periódico y de los cientos que fuman para pasar el rato o que hablan por celulares o que toman bebidas  hidratantes deportivas con sabores a frutas tropicales.

Entonces es cuando aparecen los vendedores, buhoneros ambulantes vendiendo de todo en esta coña cola que no avanza, forros de peluche para volantes de automóvil, toallas faciales de papel, kinos y loterías, tostones, plumeros tricolores, helados, refrescos, cachapas con queso de mano, hallaquitas de hoja, coquitos, copias piratas de vídeos de películas en VHS, compact disc lógicamente piratas, banderolas del Magallanes o del Caracas, marcianitos verdes de plástico inflable, perfumadores de ambientes para carros con olor a vainilla o vainillino cotorro, banderitas de Venezuela, calcomanías de banderitas de Venezuela, gorras y cachuchas con la bandera de Venezuela... y nada que aparece un vendedor de cerveza fría tal cual como esa la de la rubia, la catira, la de la otra, la de la Rubia de  grandes nalgas que dice: kooooler... y yo que me muero por una cerveza fría.

Luego ya los ojos cansados, junto con el ánimo cansado buscan las nubes y el azul del cielo (por favor sin ovnis) y el verde-verde de la montaña para cual colirio descansar la contaminada visión; y es entonces cuando nos damos cuenta que todas las montañas caraqueñas están llenas de ranchos, de caseríos y de cinturones de miseria...

Pero debe ser a causa del tráfico y la terrible cola, el embotellamiento de vehículos y la falta de mi cerveza que hace que sea reiterativo y casi me ponga a hablar otra vez de la necesidad de devolverle el verde-verde a las montañas y a la ciudad de Caracas...

En verdad que ya quiero llegar a casa, darme una ducha de agua caliente,  tomarme mi cerveza fría, cenar ligero y ponerme a ver televisión acostado en mi cama, para escoger cual canal de televisión tiene ese programa especial que me gustaría ver... pulsando con el pulgar el control remoto y pasando rápidamente un canal tras otro, tras otro, viendo todos los canales y no viendo ninguno... viendo así todas las emisoras sin ver ninguna en su totalidad. Deteniéndome eso sí, haciendo una pequeñísima pausa en uno que otro canal para no perder del todo el final de la película: "Matrix" o un detalle de el vídeo clip en de Eminem junto a Marilyn Manson.

En verdad que quisiera devolverle el verde-verde a la montañas de  mi Caracas, en verdad que ya quisiera llegar a casa.

 CZ2002                                                                 

Carlos Zerpa nació en Valencia en 1950, estudió diseño visual en el Instituto Politécnico de Diseño en Milán - Italia, Técnicas Gráficas en The Arts Students League of New York (U.S.A.) y diseño artesanal en el I.D.E.C. - O.E.A. en Bogotá -Colombia.
Da clases y seminarios de arte NO convencional (performance art, instalaciones, ensamblajes, body art, etc.) en Venezuela, México y Colombia.
Escribe para la revista de diseño: "Composite", para la revista de vanguardia: "Generacion" y para la revista internacional de artes marciales: Budo International-Cinturón Negro.
Es director y editor de la revista de arte no convencional: Rasgadodeboca.
 
Practica Karate Do Shotokan con el Sensei Eugen Ossott, artes marciales chinas con el sifu Daniel Medvedov y es el representante - corresponsal para Caracas - Venezuela del Bruce Lee-Little Dragon Club.
Actualmente vive y trabaja en arte en la ciudad de Caracas, Venezuela

    


Si quiere comunicarse con Carlos Zerpa puede hacerlo a: casazerpa@hotmail.com
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