Oh, criminal, no mires
las estrellas intactas del venno.
No me ocultes tu rostro con
el velo del mármol transparente.
No me niegues que todo lo previste
y planeaste como un
cuadro
difícil.
Yo sé que anoche tú
disparaste dos tiros de revólver
contra tu prometida, y pusiste
la boca del cañón cn tu boca.
A un metro de tu amor, dormiste
apenas un segundo en la calle.
Esas fueron tus bodas. Ese tu
lecho, y esa tu mortaja.
El pavimento fue la sola almohada
para tu sien maldita,
oh príncipe nostálgico,
que buscabas tu reino en la pintura.
A un paso de tu amor, el vecindario
se divertía a costa de tu
muerte.
Ese cuadro de cuerpos destrozados
fue tu obra maestra
por la composición y
el colorido de las líneas profundas.
Yo no puedo mirarlo, pero lo
llevo como una llaga en mis
pupilas,
como una aparición de
la nada concreta convertida en origen.
Tu vida fue este lienzo firmado
con el nombre de tu sangre.
Así te oigo partir, y
desprenderte de mi órbita terrestre,
con el procedimiento de un cuerpo
equivocad que se lanza
al vacío,
sobre el viento del éxtasis,
con el cuerpo solar de su novia
en los brazos,
fuera del movimiento y del encanto
de las nubes ilusorias.
Me pongo de pie para decirte
adiós tras las corrientes siderales.
(1940)