NOVELA: YO BIPOLAR. Capítulo XXXIII
NOVELA: YO BIPOLAR.
Capítulo XXXIII
Todos los hombres están locos y, pese a sus cuidados,
sólo se diferencian en que unos están más locos que otros.
Nicolás Boileau
Por Jesús I. Callejas
CENOBITA
Lamentablemente, ¿todavía?, no encuentro una mujer que ande obcecada con el cine silente, con los maravillosos filmes italianos y japoneses (sigo con la obsesión del esteticismo asiático) de los 60, muchos de los cuales tuve la fortuna de ver cuando su estreno… Galletas y caviar rojo, pero el entusiasmo decreció en inversa proporción con el estridente tráfico. Hasta cruzar la calle se me ha hecho un problema. Seguí en la mañana con las usuales tostadas de trigo y el café descafeinado que la mosca degustaba. ¿Encontraría domicilio sin agobiar los tímpanos de los demás? Recuerdo la ilusión con que recibí de mis padres un pequeño pez carpa dorada (Goldfish) poco después de anticipar frente al pastel de cumpleaños las iniquidades que esperan al humano: La vida es una mierda. Pero, ¿qué le pasa a este muchacho? ¿A qué viene esto? Algo anda está mal con él…Sólo está nervioso. No llores, hijito. Es tu cumpleaños. Mira qué hermoso pastel te hemos traído… Y los juguetes.
Lamentablemente, la alegría por el pececillo duró hasta un día en que nos ausentamos para ir a la playa y al regresar vimos un punto rojo bañado por la obscuridad del comedor: mi diminuta mascota endurecida en las baldosas por haber saltado de la pecera sin la malla que a partir de entonces, protegió a los sucesivos ejemplares obsequiados en plan consolatorio. No más peces. Tampoco quise nuevos perros cuando nuestro Loti, un alborozado, cariñoso Jack Russell Terrier, partió viejo aquejado de tumores. Sufrió horrorosamente; enloquecía oírlo chillar. No parecía tieso por la muerte, sino disecado; lustrados los ojos como botones de abrigo siberiano, los pelos colocados uno por uno en cadencia amable. Aristocracia, burguesía, políticos, campesinado, obreros, artistas; la mayoría de los estamentos sociales están compuestos por canallas. Muchos locos y desajustados gustan del silencio pero a la vez les aterra… Mantengo encendido el televisor casi todo el día. No recuerdo si ya expliqué que poseo dos sofás. El más grande, camero, es el que ocupo, generalmente, para ver el televisor cuando me cansa la butaca.
El otro, estilo Regencia -de imitación, y mala-, lo uso cuando me siento angustiado... o más angustiado; me hace creer que floto en la consulta del psicoanalista, yo mismo administrándome terapia. Me hallo acostado en el pequeño. Horas desperdiciado en ese páramo encogido, apropiado para amantes resbalosos. Espacio para que cuatro piernas se rocen con lascivia pudorosa. ¡A revolcarse con ganas! Cuánta gente no estará en sexuales desalientos ahora mismo. Paso entonces a la butaca reclinable, inmejorable galeón de escape, cuando las paredes se amartelan en melcocha carmesí y el piso revela un falso piso y otro y otro hasta ensanchar el espiral que va dejando de serlo. Observa el reguero de placenta enrojecer hacia las nubes en busca del piso más arriba. Nuevo tirón de brazos; en esta ocasión el izquierdo. Empolvado ventilador de techo; Gerarda, la señora de la limpieza, le pasa trapos mojados pero hace tres semanas que no viene porque dije que no la enviaran hasta mi aviso. Conversaría más con la apacible Gerarda si coincidiera con ella en diferente entorno, pero no; su acceso a la privacidad del feo edificio me vulnera. La casa se mantiene aseada y ordenada; ya limpié, con dificultad, el último mierdero. Tengo suministros para meses en caso de que sobrevenga otra crisis. Evitando lo más posible que me ingresen si me viene un ataque o un intento de suicidio no planificado. Mucha cautela. Las alturas acrecientan mis ansias de tirarme por la ventana.
El golpe craneal me recuerda un coco rajado contra las paredes no acolchadas del cerebro y enseguida, huyendo lento para evitar los reclamos, el chocolate suizo que me acusa de falsificador. La silueta a lo lejos se acredita inmóvil; no te confíes, subrepticia avanza. Muchos oscilan entre la pastilla y la botella. Esta "realidad" es sólo soportable con pastillas y sueño. Enderezar la realidad, revertirla con licor, drogas, píldoras. Coloco un DVD, caigo en el otro sofá con el control remoto, alimaña preferida, tratando de escapar de mi mano. Veamos animales y edificios. Me veo viajando el deshabitado orbe tras una hecatombe de neutrones: el Partenón, el Coliseo romano, la Torre Eiffel, la Estatua de la Libertad, la Alhambra, el Taj Mahal, la Muralla China, los templos de Samarcanda erigidos por el despiadado Tamerlán. Yo errando por ciudades desoladas. Sensación de pánico, apocalíptica. ¡Horror, no genocidios, por piedad! Ojalá pudiera ser capaz de la bilocación o la trilocación... Pero si lo eres, te lo hemos demostrado. No, ustedes no me engañan; ustedes existen pero me quieren hacer creer que los imagino, o que soy yo mismo. Qué pasaría si todos esos duplicados estuvieran también empastillados. Tal vez no haría falta la píldora. Colocar una carta geográfica gigante en el suelo de la pista aérea y a cada nueva pisada cambiar de espacio. ¡Silencio! El otro siempre está sobrio, entra y sale de escena cuando se le antoja.
Llevo semanas sin ir por casa de mamá. Cuelgo cuando Marta contesta el teléfono. Han quedado solas pero mi agria hermana se ocupa bien de ella, ya lo dije. Para colmo a Marta-¿producto de la menopausia?- le ha dado por alimentar a cuánto gato se acerca al jardín de la casa, con la lógica consecuencia de que los primeros siguen trayendo invitados al festín. Ya suman treinta ante la preocupación de nuestra madre, que no les permite bajo ningún concepto entrada a la casa. Con las mascotas familiares, Tiberio -el atigrado gato familiar; aceptaron que yo lo bautizara-, y Popea, la perra salchicha más inquieta posible, es suficiente. Martica, hija, amo a los animales pero es demasiado. Debido a que los pobres gatos van y viene metiéndose de paso en las propiedades aledañas y revolviendo basura en los bidones, el departamento de salubridad ha formulado las advertencias de rigor, incluso con alguna que otra multa por el medio. Planeo ampliar el servicio de cable. Comer chocolate conduce de golpe a la corte rusa de Pedro el Grande... Me gustaría presenciar un torneo entre un "pie" de limón y un pie de frambuesa. A un hijo lo haría estudiar la cultura clásica pagana, griego antiguo y latín, y lo llevaría a un burdel de clase. Definitivo: las escuelas juveniles deberían ser también burdeles... insisten en llamase cuarteles.
Continúa en el próximo número de la revista.
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Capítulo III en: http://revista.escaner.cl/node/7231
Capítulo IV en: http://revista.escaner.cl/node/7294
Capítulo V en: http://revista.escaner.cl/node/7314
Capítulo VI en: http://revista.escaner.cl/node/7356
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Capítulo VIII en: http://revista.escaner.cl/node/7432
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Capítulo XVII en: http://revista.escaner.cl/node/7690
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Fuente de la imagen: Imagen de dominio público.
Novela Yo bipolar, de Jesús I. Callejas, publicada en formato digital en http://www.bookrix.com/_ebook-jesus-i-yo-bipolar/
Fecha de Publicación: 01-21-2013
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Jesús I. Callejas (La Habana,Cuba, 1956) Estudiante de múltiples disciplinas -entre ellas historia universal, historia del arte, literatura, teatro, cine, música-, afortunadamente graduándose en ninguna al comprobar las deleznables manipulaciones del sistema educativo que le tocó sortear. Por ende: No bagaje académico. Autodidacta enfebrecido, y enfurecido; lector de neurótica disciplina; agnóstico aunque caiga dicho término en cómodo desuso; más joven a medida que envejece (y envejece rápido), no alineado con ideologías que no se basen en el humanismo. Fervoroso creyente en la aristocracia del espíritu, jamás en las que se compran con bolsillos sedientos de botín. Ha publicado, por su cuenta, ya que desconfía paranoico de los consorcios editoriales, los siguientes libros de relatos: Diario de un sibarita (1999), Los dos mil ríos de la cerveza y otras historias (2000), Cuentos de Callejas (2002), Cuentos bastardos (2005), Cuentos lluviosos (2009). Además, Proyecto Arcadia (Poesía, 2003) y Mituario (Prosemas, 2007). La novela Memorias amorosas de un afligido (2004) y las noveletas Crónicas del Olimpo (2008) y Fabulación de Beatriz (2011). Reseñó cine para revistas impresas, entre ellas Lea y La casa del hada, y publicaciones digitales. Recientemente ha publicado los trabajos virtuales Yo bipolar (2012) (novela); Desapuntes de un cinéfilo (2012-2013), que incluye, en cinco volúmenes, historia y reseñas sobre cine; Arenas residuales y demás partículas adversas (2014) y Los mosaicos del arbusto (2015), ambos de relatos, así como el primer volumen de la novela Los míos y los suyos (2015).