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REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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SURREAL

Por Enrique de Santiago

artedeenrique@yahoo.es

 

La influencia de Mandrágora como yo he dicho, es “secreta”, sus adeptos mantienen el  secreto.

(Enrique Gómez-Correa)

 

En un día 15 de Agosto del año de 1915 nacía en la ciudad de Talca en Chile, una de las figuras más señeras de la poesía surrealista, tanto de la escena nacional como a nivel global. Este gran poeta del siglo XX podría mencionarse como una de las piezas fundamentales del surrealismo chileno, pues junto a Braulio Arenas y Teófilo Cid, forman en el año de 1938, el Grupo Surrealista “Mandrágora” (posteriormente se les uniría Jorge Cáceres en el mismo día que hacen su primera aparición pública en julio de 1938 en la Casa Central de la Universidad de Chile) – En diciembre de 1938 aparece el primer número de la revista del mismo nombre- Este poeta entonces, es quien sería parte de la publicación más prolongada en el tiempo, dentro del surrealismo latinoamericano durante el siglo pasado y que a todas luces sería un referente obligado para las nuevas generaciones de surrealistas en nuestro país.


Esta experiencia dentro de “Mandrágora” quizás no hubiese sido posible, si no es porque el azar quiso que estos amigos se conocieran mientras estudiaban el Liceo de Talca (1932-1933), donde se forjó esta amistad en torno a lo literario, que luego se trasladaría a Santiago, en el momento cuando decidieron emigrar a la capital a proseguir estudios superiores. Es allí donde conocen y participan de las tertulias de Vicente Huidobro, quien ha traído desde París las publicaciones que por esos años conmovían la escena cultural de Europa. Así es entonces que leen y toman conocimiento de las ediciones surrealistas, como también del Primer Manifiesto Surrealista de André Breton.
No obstante antes de “Mandrágora” ellos participaron previamente en otras publicaciones, ya sea con Vicente Huidobro en la revista “Total” de 1936, como fue el caso de Enrique Gómez-Correa.


Hablar de Enrique Gómez-Correa, es hablar de la trascendencia del verbo alquímico en la poética, la cual él la percibía dentro de ese influjo revolucionario que sentía en lo que él denominaba como “Poesía Negra”. Donde su intención primordial, era revelar todo aquello que estuviese más allá de toda consciencia y mantenerse atento a la búsqueda permanente de los elementos circundantes a lo real o conocido,  con lo anterior señalaba a aquellos pasajes o umbrales que ofrecían acceso a las esferas adyacentes conocida como la surrealidad, lugar con sus planos ignotos e inasibles que se encuentran dentro del mundo de lo  maravilloso. Eso externo desconocido, que además  incluye el mundo interior eterno, que vienen a ser como dos universos que colisionan, como nos dice en su poesía: “Entonces la imaginación es sacudida por inevitables cataclismos.” (1).

 

Peros sus primeros versos y libros apuntan a la noche, al refugio de la oscuridad, al amor nocturnal y a la mujer que se presenta luminosa solo en las sombras, pues es ahí donde el poeta se mueve a sus anchas y despliega su instinto salvaje, pero qué también es capaz de ser sutil y delicado al amar: “Entonces ella pasa vestida de finos tules/ Con lujo de resplandor/ Y al punto me digo/ “Es ella mi amor la que camina// Con la elegancia de las aves zancudas/ Y ya no nos atrevemos a desafiar la noche” (2). Esta es una suerte de dicotomía que lo acompaña en gran parte de su primer periodo junto a Mandrágora. Así nos lo indica cuando escribe “Adoro esta sombra/ Esta proyección de mi cuerpo/  Que va en la noche hacia la mujer” (3) Quizás uno de sus libros más reveladores sobre la significación de la noche y su suerte de “nigredo verbal” que condiciona a gran parte de las letras allí expresadas. Poeta de un negro lenguaje, aparentemente frío, pero a su vez contenedor de un fuego interior e indómito, que es amante de la raíz negra de la Mandrágora (que se expresa en lo femenino) y que posee la virtud del éxtasis del placer soñado,  pero que además contiene el veneno que destruye.  Entonces el poeta usa el verbo a modo de sortilegios para alzar ese deseo deseado y así ser poseedor de sus virtudes  inconmensurables. En este sentido, Gómez-Correa no evita los riesgos que conlleva el uso del verso que se equilibra en el borde de un abismo, es entonces que en él es más fuerte el llamado de la pasión, aquel eros que renace multiplicado tras la tanatológica tragedia del ahorcado.


Junto con el deleite del delirio surge la surrealidad oculta de la noche y el amor desenfrenado, como si ese abismo lo aguardara en el siguiente minuto, así se desenmaraña el alfabeto negro del eros, así como “Holbein el Joven” hace lo propio con la muerte. Es allí donde  habita la lengua oscura en la perspectiva del poeta. Es en 1943 cuando citaría a Holbein en su adentramiento hacia el encuentro de la esencia misma de las vocales en su ensayo “La idea de dios y las vocales” publicado en 1954 (aunque escrito en 1943). De ésta etapa suya surge el relámpago habitante del delirio y el sueño, pues para Gómez-Correa ambas instancias son primordiales para adentrarse en los misterios. Él mismo nos indica en una entrevista que ha estudiado las ciencias ocultas y la alquimia: “He estudiado mucho: lo que son los fundamentos de la alquimia y lo que buscaban los alquímicos, tengo bastantes libros” (4) Todo esto según se deduce en sus palabras en la misma entrevista, es para nutrirla (a la poesía) de mejor manera y no solo de aquello que proviene del inconsciente, atreviéndose en cada intento y con mayor fuerza a transgredir los límites de la realidad, con ese amor, desde fuera y oculto de  la sociedad, lo que yo denomino como la poética del viajero onírico en las sombras. Este fue su afán hasta su último libro. Es entonces que este poeta se convierte como uno de los puntos más altos de nuestra poesía y un ejemplo de consecuencia, en su devenir como persona y militante surrealista.

 

En 1945 edita el libro “Mandrágora Siglo XX” donde se encuentra una nueva búsqueda, que es complementaria con los sentidos ocultos de su primera etapa más violenta y explosiva. Entonces aparece la poesía del que se adentra en los misterios del lenguaje de las aves: “En la noche destapo la botella y soy un pájaro/ Que interroga a su alma” (5), así su poesía en algunos momentos comienza a querer descifrar el sentido arcano de las cosas, aunque estas se sigan manteniendo en las sombras. Allí también surge el verso: Una nube subida sobre mí/ Hace el efecto de una profecía/ Yo hablo entonces a la oreja del futuro (6).

 

 

De izq. a der. Juan Sánchez Peláez, Enrique Gómez-Correa. E. Rosenblatt, B. Arenas, T. Cid y J. Cáceres

 

 

Los años siguientes lo pasa viajando. Residió 3 años en París donde compartió con los surrealistas y conoció personalmente a Breton, con quien se reunía en el Café de la Place Blanche. Estando allí supo de la muerte de su amigo “madragórico” Jorge Cáceres en 1949.

En los años siguientes se alejaría de Teófilo Cid, los amigos se distanciarían, entonces se publica el “AGC de La Mandrágora” sin la presencia de Cid en ella. (En sus años postreros también lo haría de Braulio Arenas)

 

Los años a partir de 1963 merced de su trabajo de agregado diplomático, viaja bastante donde se adentra aún más en los misterios de Oriente y en especial de Egipto, donde profundizó sus conocimientos del hermetismo. Un libro especial y que apunta a nuevos puntos de vistas es en el libro “La pareja real” (1985) donde escribe: “Cielo y tierra la pareja /separada por el abismo invisible.” En cuya poesía nos recuerda el rol del gran andrógino y el matrimonio sagrado uránico-terráqueo y el papel de lo femenino como fuerza motora y renovadora del mundo, al igual que como lo planteara Breton años antes en su libro Arcano XVII. Él mismo decía que su poesía debía ir más lejos, e incluir aspectos que fueran nexos entre el consciente y el inconsciente, pues en cierta manera “el automatismo se prestaba mucho para fraude” (7)

 

Al margen de su notable trabajo poético, cabe mencionar su prodigioso ensayo que primeramente fue su tesis para su titulación de la carrera de derecho, “Sociología de la locura” Obra que se ve editada a manera de extracto dentro de su antología titulada “Poesía explosiva” del año 1973. Allí el poeta se expresa diciendo “¿Cómo detenerse, cómo desterrar el sueño de la cabeza del hombre? ¡Decídmelo!

 

Ese mismo año se desempeñaba como Cónsul en Tegucigalpa en Honduras, momento cuando su carrera diplomática cesó tras los acontecimientos de aquel funesto 11 de Septiembre. Pero sin embargo el surrealista y el poeta siguieron con vida, y pese a los intentos de la oficialidad de aquella época, el Surrealismo seguía palpitando bajo el manto negro que pretendía ocultarlo de las miradas públicas. Así sigue editando de una u otra forma, con medios propios o con la ayuda de amigos surrealistas como Susana Wald y Ludwig Zeller - que ya en ese entonces residían en Toronto y fundaran “Oasis Ediciones”-  donde  le publican “Mother-Darkness (en inglés). El mismo Gómez - Correa, posteriormente haría la presentación de un libro de poemas inéditos de Jorge Cáceres también publicado por Wald y Zeller en esa ciudad. En ese prólogo es donde escribe: “Han corrido décadas desde aquella memorable lectura de poemas y declaraciones de La Mandrágora y esta misma Mandrágora ha logrado mantener su brillo, su extraordinaria lucidez y su real fosforescencia” (Santiago de Chile, mayo de 1978) (8). Yo agregaría que ese resplandor zoharico se mantiene hasta nuestros días y lo seguirá siendo por todo el tiempo que nos queda por delante. Pues Gómez-Correa ya es parte fundamental del surrealismo y de ese alfabeto surreal que le es propio, es también pieza esencial de aquella vanguardia poética insumisa y consecuente, ya que él ya pertenecía al mundo antes de llegar al mundo, y el mundo le pertenecía a partir de la palabra y el verso. Lo estimó así en su prefacio al libro “Poesía explosiva” el estudioso del surrealismo Stefan Baciu,  donde nos dice “Los ojos del poeta chileno estaban abiertos con curiosidad y pavor”. Según mi punto de vista esos ojos al poeta se le fueron concedidos en un momento pre-embrionario.

 

Sus publicaciones variadas y profusas, dan cuenta de su inagotable veta, inclusive en el periodo oscuro y brutal de la dictadura no cesa en editar sus publicaciones, lo que se mantiene de manera sostenida hasta el momento de su muerte en el año 1995, publicándose  incluso su obra  póstuma "Las cosas al parecer perdidas" (Poemas). Universidad de Valparaíso-Editorial. Valparaíso, Chile en 1996.


Estando en París con un amigo surrealista, él me hacía mención acerca de su infinito conocimiento de la poesía de Gómez-Correa, su amistad, y de su propia definición del poeta, calificándolo como uno de los más lúcidos del surrealismo. Una suerte de nauta consciente del inconsciente, donde el poder y la resonancia de sus poemas habitan con fuerza en su eterna nave, la cual construyó en su incansable labor en favor de la poesía.
Hoy este poeta, es profeta en su tierra, y fuera de ella. Fue gran amigo no sólo de Bretón, también de René Magritte, de Jacques Herold, Enrico Donatti, Toyen, etc, vivió y fue  surrealista hasta sus últimos días, pues en este pequeño país al sur del mundo, el surrealismo no ha tenido igual en otra vertiente poética, tanto así que transcurrido el tiempo, la actividad surrealista es mas intensa que hace 70 años. Entonces las palabras que Jean Benoit, me dijo un día, hoy cobran sentido, “Los chilenos que he conocido son los más delirantes del mundo, los chilenos respiran el surrealismo”.

 

 

 


EnriqueGómez-Correa y su esposa Walkiria Bravo

 

Entonces dejemos que hable Enrique Gómez-Correa:

 

III

Es que de tanto amar lo desconocido

Termina uno por disolverse en sus líquidos de colores palpitantes

Se sabe que un abismo corresponde a un cielo

El guante vacío a la mano más inaudita

La palabra nunca pronunciada al labio más ardiente.
Nos lamentamos en la noche

Cuando el sueño empieza a despojarnos de nuestras ligaduras

Cuando la hoja se separa del árbol como el color de las plumas de un pájaro

Cuando el ojo embriagado por el espacio

Emprende el viaje al país del olvido.
Yo me inclinaré ante este deseo

Que hoy oprime las capas profundas de mi corazón

Que ha sabido trastornarme a la hora en que el sol profanaba el misterio de los objetos

Para que yo pudiese despistarme

Y abandonar el alma al pavoroso designio.
Quien se haya bañado alguna vez en estas aguas negras de la soledad

Quien haya sentido el terror que nos infunde la caída total de los astros

El corazón que sangra en el silencio y la inocencia del niño que acaba de ser seducido por el bosque
(Fragmento de Lo desconocido liberado, 1949)

 

Enrique Gómez-Correa, surrealista, alquimista del verbo y de la sustancia y de la quinta esencia, poeta que nos recuerda que aquel que busca lo verdaderamente maravilloso no se extravía en su derrotero, así como también lo expusiera Eliphas Levi al nombrar los tres estados para acceder a la otredad: Uno de ellos es el estado embrionario, el otro es el sueño y por último el delirio o la locura. Allí y no en otra parte es donde se encuentra la verdad surrealista. El poeta lo dijo de esta manera: “Por lo que respecta a la locura, la fría lógica que rige todas sus expresiones, debe ser ubicada igual que la del sueño, en el plano de las delimitaciones entre lo real y lo irreal. Ella entraña siempre un grado superlativo de grandeza y majestuosidad. ¡Por qué he visto yo esta noche a una mujer hermosísima lanzar injurias sobre el mar! No, precisamente no, no es el estado de "cordura" el que pone de manifiesto la lucha formidable ente el instinto y la razón. Por el contrario, es esta zona circundada por espantosos peligros, en ella, donde los problemas alucinatorios, el amor, la locura, el sueño, el mundo sobrenatural, sigue un torbellino horrendo, y en último término van a constituir la médula misma de la vida.” (9)

 

Sus principales obras literarias son: “Las Hijuelas de la Memoria” (1940), “Cataclismo en los Ojos” (1942), “Sociología de la Locura” (1942), “La noche al desnudo” (1945), “Mandrágora siglo XX” (1945), “El espectro de René Magrité” (1948), “En pleno día” (1949 “Carta elegía a Jorge Cáceres” (1949),  “Lo desconocido liberado-seguido de las tres y medias etapas del vacío” (1952), “La Violencia” (1955), “El AGC de la Mandrágora” (1957), “El calor Animal” (1973), “Zonas Eróticas” (1973), “Mother Darkness” (1975), “Homenaje a Mayo” (1980), “La Pareja Real” (1985), “Frágil Memoria” (1986), “Los Pordioseros (1987), “El Peso de los Años” (1987), “El Árbol del Pensamiento” (1987), y “Mano Enguantada” (1987), “Las cosas al parecer perdidas” (1996)

 

Notas:

 

1-      Del poema “Alicia en el país de las maravillas” del libro El espectro de René Magritte de 1943.

2-      “Poema XXX” del libro “La noche al desnudo” de 1945

3-      “La noche al desnudo, I”, del libro homónimo de1945

4-      “Arquitectura del escritor – Enrique Gomez Correa”, libro-ensayo entrevista de Hernán Ortega Parada, de Ediciones Huelén, 1999.

5-      “Yo entro en gavilán y salgo en Fenix” del libro “Mandrágora Siglo XX” de 1945

6-      Del poema “El hombre y su magia” del libro “Mandrágora Siglo XX” de 1945

7-      “Arquitectura del escritor – Enrique Gomez Correa”, libro-ensayo entrevista de Hernán Ortega Parada, de Ediciones Huelén, 1999.

8-      “Jorge Cáceres – Textos Inéditos”, Ediciones Oasis, Toronto, Canadá, 1979.

9-      “Notas sobre la poesía negra en Chile” (revista Mandrágora Número 3, Junio de

1940.

 

Escáner Cultural nº: 
160

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