EN MEMORIA DE CABRERA INFANTE
EN MEMORIA DE CABRERA INFANTE
Desde Costa Rica, Rodrigo Quesada Monge
En las obras del gran escritor cubano siempre se encontró algo muy raro en la literatura latinoamericana de los últimos cincuenta años: el humor. Pareciera que en esta parte del mundo hemos asumido la vida con tal grado de seriedad que nos resulta imposible imaginarnos a un novelista, un ensayista o, incluso, un poeta con cierto tono humorístico en sus trabajos y en sus días. Porque hasta la pequeña o gran biografía pueden estar ahítas de humor, ese humor sano y picaresco del que està llena la mayor parte de la creación de nuestro admirado y recordado Cabrera Infante.
Existe el humor ácido, amargado y destructivo como el de Vargas Vila, o el humor juguetón, risueño y agudo como el de Chesterton. El humor sensual de García Márquez y el humor erótico de Jorge Amado. Pero el de Cabrera Infante tiene la virtud de ser esa clase de humor que llega a los rincones màs ocultos de nuestra conciencia y de nuestra vida cotidiana. Porque està construido, precisamente, de cotidianidad, de la que sólo él sabía sufrir y transmitir. Con Cabrera Infante la literatura latinoamericana hizo ingreso en un ámbito totalmente desconocido: el del humor al servicio del lenguaje, y no al revés. Los juegos lingüísticos y los chisporroteos semánticos convierten a la literatura del escritor cubano en uno de los instrumentos màs novedosos en el quehacer literario de estas latitudes.
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