AVELINO DE ARAÚJO O LA BIENVENIDA A LA ERA POS-VERSO
AVELINO DE ARAÚJO O LA BIENVENIDA A LA ERA POS-VERSO
Por: Martín Palacio Gamboa.
En sus "Investigaciones filosóficas", Wittgenstein observa lo siguiente: "se acostumbra a pensar que aprender un lenguaje consiste en dominar objetos: nombres, formas, colores, estados de ánimo, números, etc. Como ya se dijo, dominar equivale a colocar sobre una cosa una etiqueta con un nombre. Cabe decir que esto constituye una preparación para la utilización de la palabra. Empero, ¿para qué nos prepara?" [1] . Si relacionamos este planteo del pensador vienés, aunque dejando de lado las consecuencias metafísicas del mismo, con lo que propone Avelino de Araújo veremos que detrás de Abrapalabra (ed. Pixcada, Natal/RN, 2001. Brasil) no deja de aparecer una forma de teología negativa sobre lo que es -o deja de ser- la no ritualización de lo mentado. La huella paronomástica del título remite a aquella concepción esencialista de la palabra que quiere ver detrás de los conceptos la existencia de substancias rígidas y eternas. Si, entonces, Abracadabra impone esa reificación como ejercicio de poder gracias a una concepción representativista del lenguaje, en cambio Abrapalabra desmonta -por medio del ejercicio intersemiótico- los mecanismos propios de una comunicación viciada.
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