Cuento. BÉSAME, TONTA
BÉSAME, TONTA
Humberto Yannini Mejenes
Quizás le lanzó un sí camuflajeado, o tal vez se le nubló la mente dada la inmoderada cantidad de vino chileno ingerido al amparo de unas velas que coronaban una mesa ornamentada con la fallida exquisitez de algunos de los jugadores profesionales del amor. El menú, rico en pastas, descansaba lánguidamente sobre unas charolas bañadas en plata y acompañadas de una fina cristalería checoslovaca. Habría que imaginarse que la mantelería y todo lo inherente hacían juego con la magnanimidad del momento, y más cuando todos los cánones establecidos en el rudo deporte de la conquista parecían cumplirse una vez más. El asunto podría darse por concluido incluso antes de lo previsto.
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