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ESTO NO ES FICCIÓN
Episodio DIECINUEVE
JUNTOS PERO NO REVUELTOS
“I’m breakin’ rocks in a hot sun… I fought the law, and the law won. I fought the law, and the law won… I needed money ‘cause I had none… I fought the law, and the law won. I fought the law, and the law won… […] Robbin’ people with a six-gun… I fought the law, and the law won. I fought the law, and the law won… I lost my girl, and I lost my fun… I fought the law, and the law won. I fought the law, and law won…”
I fought the law .
The Clash .
Por José Agustín Orozco Messa
By Copyright©José Agustín Orozco Messa.
All rights reserved.
Como se ha narrado en entregas anteriores. Transcurrían los primeros años de la década de los ochentas, del siglo pasado, y Aristeo Cano Mina ya estudiaba en el glorioso conservatorio de la universidad local. Luego de salir airoso de los exámenes de admisión por pura casualidad. Como también ya sabemos, Aristeo soñaba con ser una estrella del rock’n’roll. Razón por la cual, se había asociado con sus condiscípulos y compañeros del conservatorio, referidos por los apodos de: “El Payo”; “El Tribilín” y “El Piraña”. Identificados así, respectivamente, porque uno era un ignorante burro sin modales; otro tenía la misma personalidad ingenua del personaje de Walt Disney y, según algunos, también compartía sus atributos físicos. Y, el último, por tener una tremenda dentadura similar a la de los peces carnívoros. Cabe mencionar que, a “Tribilín”, también le llamaba Aristeo, cuando estaba de buen humor, “Super Tribi”. Por las mismas causas ya mencionadas.
Juntos pero no revueltos, formaban una anónima banda de incipientes aspirantes a roqueros que, precisamente por ser anónima, carecía de nombre. Todo esto, ya se ha explicado en el Episodio Once. Así como sus vicisitudes para ensayar y tener material sonoro para interpretar, hipotéticamente, algún día en público… Entonces, ese día llegó de la manera más inesperada y, se puede decir, que gracias al gobernador que reinaba en la provincia donde ellos vivían.
Sucedió que, como en este país todo el presupuesto del gobierno se lo roban o, digámoslo de esta manera, nunca llega a lo que estaba destinado sino que, en el trayecto, se pierde y va a dar a la cuenta bancaria de quién-sabe-quién. Entonces nunca hay dinero para infraestructura ni programas sociales ni nada de nada. Quizá tenga que ver el hecho de que, como siempre sucede en este país: la persona que gana las elecciones presume de ser un político de primer nivel aunque eso implique, o más bien signifique, que no tiene conocimientos ni capacidades para la administración pública. Vamos, que es muy bueno para dar discursos incoherentes con la realidad social y ya. Según él y el partido que lo haya postulado, es todo lo que se necesita para gobernar. Entonces, por cuestiones que serían muy largas de enumerar aquí, el citado mandatario de aquella época, entre sus pedestres decisiones para gobernar, declaró que:
― Es inconcebible que se destinen recursos para la cultura cuando hay tantos campesinos pobres. ¡Eso, no lo puedo permitir!…
Afortunadamente para dicho gobernador, no había Internet en esos tiempos. Ya sabemos que, técnicamente ya existía pero no como lo conocemos y usamos hoy en día. Que si no, se hubiese hecho una lluvia de memes viral. De todos modos, la noticia corrió como reguero de pólvora por todo el estado. Sobre todo porque, tan ramplona declaración, fue interpretada por toda la comunidad local como lo que iba a ser en la realidad: un pretexto para desviar fondos destinados a la cultura hacia la cuenta bancaria “de-no-sabemos-quién” y ni iba a ver recursos para la cultura ni tampoco los campesinos iban a dejar de ser sempiternamente pobres.
Lo que resultó en una serie de marchas multitudinarias donde se volcaron a las calles, principalmente, los sectores académicos: representados por miembros de la universidad local junto con universitarios de otras entidades de la república; los grupos culturales que, de un modo u otro, resultarían directamente afectados. Así como, simpatizantes de todas clases. Las manifestaciones públicas de descontento fueran tantas y tan sonadas, sobre todo en este país donde únicamente nos manifestamos por cientos de miles, cuando la selección nacional mexicana anota un triste gol en algún partido en el extranjero. Pero, cuando suben los impuestos al 100% o se desata una campaña de militarización de las fuerzas represivas del orden: entonces, nadie dice nada y, si salen a marchar en contra, serán apenas un par de miles de personas y no más. De allí lo notorio de dichas manifestaciones contra el recorte cultural.
Dentro de la universidad local, las facultades de arte fueron quienes mayor participación tuvieron organizando actividades y convocando, tanto a nivel local como nacional. Por ejemplo, la facultad de artes plásticas organizó una serie de exposiciones de arte callejeras en los alrededores del palacio de gobierno para dejar en claro que “dicha disposición” truncaría una larga tradición artística y cultural que representaba a la entidad tanto a nivel regional como internacional. La facultad de teatro, hizo lo propio montando espectáculos en plazas y parques. Iguales acciones realizó la facultad de danza. En dichas actividades, se podían ver por igual a docentes, investigadores y alumnos de los distintos niveles universitarios, no solo de artes, sino de todas las facultades integrantes de la universidad participando en las mismas.
Así, otras facultades como psicología; pedagogía y antropología, también se apresuraron a sumarse con actividades coadyuvantes. Incluso, hasta la orquesta sinfónica del estado y el instituto de investigaciones estéticas. Los cuales habían recibido supuestas “garantías” de que ellos no serían afectados por el desvío de recursos económicos. Eso sí, en negociaciones a puertas cerradas y “en lo oscurito” como siempre se hace opacamente todo en este país. Pues, ellos también se solidarizaron. Y, al grito de “Viva Méxicooo…” daban conciertos al aire libre de música sinfónica nacional, interpretando el Huapango de José Pablo Moncayo o los famosos Sones de Mariachi para orquesta de Blas Galindo; entre otros, ante el gusto y beneplácito de los turistas locales y extranjeros que siempre existen en dicha entidad federativa. Muchos de los cuales, no estaban enterados exactamente de lo que estaba sucediendo y pensaban que se trataban de actividades culturales comunes o que habían algún tipo de festival en la ciudad del que no estaban enterados pero que tenían la oportunidad de verlo gratis.
¿Y cómo no iba a ser así? Si por todas partes, es decir, la vía pública: se veían exposiciones; muestras de danza folclórica y contemporánea; puestas en escena. Los alumnos de percusiones del conservatorio, salían a interpretar batucadas, aderezadas por chicas de danza que bailaban, como si estuviésemos en el mismísimo Brasil. La facultad de letras no quiso ser menos e igualmente se hizo presente: dando conferencias y haciendo presentaciones de libros. También se realizaban lecturas en voz alta de clásicos de la literatura como Don Quijote de la Mancha, o Rayuela; respectivamente, de Don Miguel de Cervantes Saavedra o el maestro Julio Cortázar. Así como actividades de cuenta cuentos y otras enfocadas hacia los niños. En resumen: la ciudad se llenó de tanta cultura que parecíamos una sucursal del Festival Internacional Cervantino a destiempo.
Incluso, se manifestaron actividades que no se contemplaban normalmente en este tipo de eventos o festivales. Por ejemplo, una escuela de lucha libre, asimismo se sumó y montando un ring a un costado del palacio de gobierno: daba pequeñas funciones de lucha libre gratis y, aprovechaba la ocasión, para dar un par de clases y demostraciones de los secretos del cuadrilátero. Lo que podríamos llamar como, luchas didácticas. Ante el beneplácito de chicos y grandes. Cabe señalar, los participantes, iban correctamente ataviados con vistosos trajes de colores chillantes y lucidoras máscaras, como todos unos profesionales del arte de los trompones, las llaves y contra-llaves. Por lo que fueron bien recibidos por todo el público, conocedor o no.
Entonces, fue cuando Aristeo Cano Mina, decidió aprovechar la coyuntura y proponer que se organizara un concierto de rock al aire libre…
[Si esto fuese una película o audiovisual, en este preciso momento: se tendría que escuchar el chirriante sonido. Como cuando un disco de vinil, de esos negros, se rayaba porque alguien le daba un manotazo al tornamesa. Seguido por un pesado y molesto silencio.]
― Óraleeee, ¡qué bien! ―”Tribilín”.
―¡No mames, buey! ¿Un concierto? ―“Piraña”.
Hay que recordarle a los amables lectores que: “El Piraña”, de cada tres palabras que emitía, dos eran groserías. Tanto así que, en su casa, no hablaba y hasta una vez que lo visitó en ella, Aristeo pensó que “El Piraña” se había vuelto mudo porque solo decía sí o no, según fuese el caso.
― ¡Sí, un concierto! ―Confirmó Aristeo.
― Pero ¿cómo le vamos a hacer? ―“Payo”.
― ¿Cómo que cómo? ―Aristeo― Pues así como le está haciendo todo el mundo. Salimos a tomar por asalto las calles.
― ¡Neta que sí, cabrón! ¡Eso hay que hacer, buey! ―“Piraña”, muy emocionado.
Secundando la propuesta, “Tribilín” refutó a “El Payo”.
― Pues claro, ese mi “Payo”. Si hasta las chavas de danza contemporánea están saliendo a dar de brincos y alzar la patita en la calle. ¿Por qué carajos nosotros no podemos dar un concierto en la calle?
― ¡Sí, cabrón! ―“Piraña”― ¿Qué? ¿Nosotros somos más pendejos y no podemos? O, ¿qué, pinche “Payo”?
Dudando un poco, “El Payo” argumentó.
― Lo que pasa es que un concierto implica mucho trabajo. Nosotros casi no tenemos material y…
Cortando, Aristeo comenta:
― Pero no seas bruto, “Payo”. ¡Si no vamos a dar un concierto de tres horas! Hay que juntar otras bandas que se sumen al concierto. Están “Los Muertos”, que interpretan puros covers de los Sex Pistols. Está “El Ratón” y su banda, que toca puros covers del Three Souls in my Mind. Está el chavo ese de la flauta traversa, que está en quinto semestre, que se siente Jethro Tull y anda tocando luego en los pasillos. Y… Pues por ahí debe haber otros locos y ya, entre todos, nos tiramos unas tres o hasta cuatro canciones y ya tenemos un concierto…
Pero resultaba más fácil decirlo que echarlo a andar. Si bien, dado el ambiente de solidaridad que había, entre y con, las artes. Los cuatro amigos, encabezados por Aristeo, comenzaron a picar piedra:
Primero contactaron a los otros músicos que, hipotéticamente, iban a participar. “Los Muertos” eran unos chavos recién llegados, a la ciudad, procedentes de la CDMX, que en aquellos años simplemente se denominaba D.F., o la “capirucha” y ya. Eran veinteañeros y siempre vestían de cuero negro, sin importar el clima. Usaban los cabellos negros y bien erectos como su héroe Sid Vicious y nunca se quitaban unos delgados lentes negros aunque fuese mitad de la noche y estuvieran en una calle oscura. Eran cuatro y todos ellos se veían iguales, parecían clones. La banda de “El Ratón”, era la más longeva de la ciudad. En realidad eran músicos pero también eran mecánicos automotrices, así que trabajaban todos juntos, eran tres, en un taller mecánico propiedad de su líder “El Ratón” y de vez en cuando, daban “tocadas” de rock en español donde hubiera chance de cantar en público. Todos ellos estuvieron de acuerdo en participar, junto con el estudiante de flauta traversa y otros más que se fueron sumando. Saliendo de debajo de las rocas donde siempre se mantenían sin que nadie supiese de su existencia. Más o menos como el grupo de Aristeo.
Lo siguiente que hubo que hacer fue conseguir el lugar donde sería el “concierto”. Normalmente, para poder hacer actividades en la calle. Simplemente se notificaba al municipio. Pero dado el carácter disidente “contra las disposiciones del Señor Gobernador”, de todos los eventos que se realizaban por las calles del centro de la ciudad. Nadie se acercaba al municipio ni avisaba nada. Meramente se hacían y ya. Sin solicitar permisos ni, tampoco, apoyos o ayudas. Como pudieran ser transporte o seguridad. Sin embargo, dado el tipo de evento. “Un concierto”, era menester necesitar ésas cosas y más. Afortunadamente, había un aire de solidaridad flotando en el ambiente.
Así que no pasó de tener que hacer los contactos adecuados; tocar las puertas correctas; sonreír un poco por aquí y otro tanto por allá, para que Aristeo y sus esforzados compañeros; algunas veces, secundados por los otros músicos que también querían dar un concierto, terminaran consiguiendo una oportunidad. Se realizaría la siguiente semana. El domingo por la mañana, en una pequeña plaza cercana al centro, ubicada fuera de las oficinas de un periódico local. Quien prestaría los equipos de sonido y todos los cables para poder conectarlo.
― Tenemos el tiempo encima. ―Sentenció Aristeo―. Tenemos que ensayar para no desafinar el día del evento.
Por única ocasión en la vida, los cuatro estuvieron más o menos de acuerdo sin tanta discusión: abrirían su participación con el clásico de 1977, aunque en versión algo punketera y más provocadora, de DEVO, Mongoloid:
Mongoloid, he was a mongoloid. Happier than you and meee… Mongoloid, he was a mongoloid. And it determined what he could see… Mongoloid, he was a mongoloid… One chromosome too manyyy… Mongoloid, he was a mongoloid. And it determined what he could see… And he: Wore a hat… And he: Had a job… And he: Brought home the bacon so that… no one knewww… Mongoloid, he was a mongoloid. His friends were unawareee… Mongoloid, he was a mongoloid. Nobody even careddd… Mongoloid, he was a mongoloid. One chromosome too manyyy…
Al finalizar la canción, dirían, que estuvo dedicada a las autoridades estatales. Después, continuarían con otro clásico, un cover realizado por la legendaria banda punk, The Tubes, de una canción de The Beatles: I saw her standing there, en 1978.
She was just seventeennn… You know what I meannn… And the way she looked was way beyond compareee… Oooh I don’t wanna dance with another… I saw her standing thereee… She looked at meee… And I, I could see, that before too long I’d fall in love with her… Oh she wouldn’t dance with another: I saw her standing thereee… Well!!!, my heart went “boom”… When I crossed that room… And I held her hand in mineee!!!... Oooh, we danced through the night. And we held each other night. And before too long I fell in love with her… She wouId’t dance with another… I saw her standing there!… there!… there!… thereee!!!...
La canción, ciertamente está bien ñoña, pero la versión tocada agresivamente por The Tubes, maneja el doble sentido. Puesto que “saw”, además de significar vi, del verbo ver en tiempo pasado, como lo usaron The Beatles. También significa “serruché”, del verbo cortar con una motosierra. Así que, durante su interpretación, Aristeo se colocaba una máscara que imitaba la del personaje Leatherface, de la célebre película de culto: The Texas Chain Saw Massacre, de 1974, de Tobe Hooper. Y actuaba como lo hace Leatherface al final de la citada película, tirando golpes con la sierra a diestra y siniestra. Dejando de ser medio ñoña y pasando a ser algo, inquietante, la letra de la canción.
Para cerrar con broche de oro, y aprovechando que ya tenían los teclados instalados: “El Payo” insistió que tocaran: Disorder, de Joy Division. Para que él, “El Payo”, pudiese bailar así todo tieso como lo hacía el vocalista Ian Curtis. Aunque, Curtis, bailaba así porque padecía de epilepsia mientras que “El Payo”, lo hacía así, porque no sabía bailar. Por último, como buenos optimistas, pensaban que su actuación, de ese día, los catapultaría al reconocimiento local. De manera que, el público iba a pedir otra canción más, antes que se salieran del “escenario”. Así que tenían un par de opciones. Aristeo sugirió, un magno cierre interpretando: I fought the law, de los británicos, The Clash. “El Piraña” sugería: People are strange, de The Doors. “Super Tribi” propuso dos canciones: Pasándolo bien, o Juana la loca; ambas del maestro Joaquín Sabina. Y “El Payo”, queriendo ir siempre cuesta arriba, propuso rematar con: Bela Lugosi’s Dead, de Bauhaus.
De toda la discografía seleccionada, implicaba mayor trabajo la canción de Bauhaus porque duraba casi diez minutos y era muy densa. Lo que buscaban era un cerrón emocionante y no lo contrario. Al final y luego de muchas discusiones, quedaron como finalistas The Clash contra The Doors. Como no terminaban de decidirse, optaron por agregar ambas. De manera que se pusieron, como locos, a ensayar a marchas forzadas para tener sus cinco canciones listas. Ya, más o menos, las venían ensayando desde unas semanas antes. Así que no arrancaban desde cero. Pero ellos, como buenos adolescentes que todavía eran “teens” pues eran muy amateurs para realizar trabajos de corte profesional en corto tiempo. No obstante, se encerraron en la cochera de “El Payo”, como ya se ha comentado y se pusieron a trabajar sin dormir hasta que las cinco canciones sonaran, con un 75% de parecido, como cuando tocabas el disco.
Mientras tanto, toda esta actividad cultural, a lo largo de varias semanas llamó la atención de los medios noticiosos nacionales. Sobre todo de los medios culturales e independientes que no se sujetan a la censura gubernamental. Porque en este país “nunca pasa nada” sin importar que se mueran cientos en condiciones muy extrañas o desfalquen a otros tantos cientos de miles más. Entonces, el gobernador tuvo que dar su brazo a torcer. Algunos analistas políticos señalaron que, desde la presidencia de la república, le tiraron línea para que no estuviera alebrestando el corral. Por lo tanto, en una rápida conferencia de prensa. ¡Allí si se convocaron a todos los medios informativos, incluso nacionales! Después de un retraso de media hora, el gobernador salió, algo nervioso según explicaron algunos observadores y, en menos de cinco minutos, comentó que…
― Todo ha sido un error. Ya hicimos cuentas y las estimaciones estaban mal. Si alcanza el dinero para cubrir el presupuesto programado y aprobado por el H. congreso local hace apenas tres meses… Porque, la cultura, algo que nos distingue en esta región… ¡Vamos! Que aquí ya había cultura desde antes que llegaran nuestros hermanos españoles a educarnos… Bueno, entonces, es inconcebible que se quiten recursos a la cultura durante mi gobierno. ¡Eso, no lo puedo permitir!...
No sabemos dónde quedaban los campesinos pobres porque no hubo sesión de preguntas y respuestas. Aunque estaban citados para una conferencia de prensa más bien fue como entregarles el boletín de prensa sin comentarios ni preguntas. Lo que si sabemos, fue que inmediatamente, todo volvió a la cotidianidad. Todo ese ambiente de festividad y solidaridad se fue por donde había llegado. Las redes inter facultades se desaparecieron. Cada unidad de artes regresó a su parcela y se olvidó de todos los demás. Sobra decir, que se canceló el gran concierto en la plaza del periódico independiente local y Aristeo se quedó igualito que el final de The Texas Chain Saw Massacre: sacudiendo la motosierra mientras todos se alejaban de él…
C'est fini.
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