Escáner Cultural

REVISTA VIRTUAL DE ARTE CONTEMPORÁNEO Y NUEVAS TENDENCIAS

ISSN 0719-4757
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Empty Lot, Abraham Cruzvillegas (2015) Fotografía de Marta Hernández.

 

Empty Lot: vacío que deviene esperanza

 

Marta Hernández Parraguez

 

Retratar determinada realidad, no por medio de su representación mimética sino por medio de fragmentos, ha sido un recurso recurrente en el arte contemporáneo. En este sentido, la posibilidad de construir realidades en los espacios de exhibición - museos y galerías - a partir de objetos y restos de objetos de orígenes diversos, pareciera propiciar la construcción de realidades fragmentarias que no solo se refieren a su inicial contexto, sino que también a nuevas posibilidades de relación e interpretación.

En sintonía con su trabajo por medio de objetos encontrados, el proyecto Empty Lot del artista mexicano Abraham Cruzvillegas (1968) - en exhibición hasta el mes de abril del 2016 -, intenta representar, precisamente, una cierta noción de identidad por medio de fragmentos extraídos de diversos contextos. Se trata de una instalación en la Sala de las Turbinas de la Tate Modern, enmarcada en el convenio que la institución mantiene con Hyundai Motor – Hyundai Commission –, el cual permite el financiamiento anual de una instalación site-specific en dicho espacio.

La instalación consiste en dos plataformas triangulares construidas por medio de andamios que sirven de soporte a 240 cajones de madera – también triangulares - rellenos de tierra extraída de diversos parques y jardines de Londres. Se trata de tierra proveniente tanto del sur de la ciudad (Peckham Rye Park, Greenwich Park, Richmond Park, etc.), como del centro (Buckingham Palace Garden, Victoria Park, etc.) y del norte (Hampstead Heat, Finsbury Park, entre varios otros). Los cajones de tierra son regados regularmente e iluminados por diversos tipos de lámparas – o esculturas, como  las llama el propio Cruzvillegas - hechas a partir de restos o desechos (como madera, alambres, latones) así como también por grandes focos en altura. La tierra contenida en los triángulos de madera solo recibe las condiciones mínimas de cuidado (agua y luz), no obstante, ésta no luce de la misma manera: algunos de los cajones parecen contener tierra seca, sin ningún ápice de verdor, así como otros empiezan a develar pequeños brotes verduzcos. 

 

Empty Lot, Abraham Cruzvillegas (2015) Fotografía de Marta Hernández.

 

Si bien la instalación ha sido definida por el propio Cruzvillegas como una gran escultura geométrica y los andamios que la soportan como parte de ella, la posibilidad de recorrido y visibilidad de la tierra contenida en los cajones solo es posible a la distancia, pues el acceso del público a dichos cajones no es posible. Los únicos recorridos posibles, por lo tanto, son desde abajo, entre los andamios, y por medio de una vista panorámica frontal y lateral que deja entrever la monumentalidad de la obra. En este sentido, la posibilidad de “interacción con la naturaleza” que propician los parques en Londres, en los que el público puede sentarse en el césped, tocar y recorrer cada rincón, se ve en este caso limitada por las rejas que impiden el recorrido y solo permiten adquirir la condición de testigos indirectos de lo que sucede o sucederá en cada porción de tierra.

Tanto el público como Cruzvillegas se convierten entonces en testigos de lo que sucederá o no en las “macetas”, es decir, testigos del potencial de transformación que pueden experimentar esas porciones de tierra oscura en la que nada ha sido plantado. Para Cruzvillegas la posibilidad de que algo suceda en esos contenedores – básicamente, que algo crezca -, parece haberse convertido en su leitmotiv. La esperanza, según él, es lo que ronda y mueve su proyecto, el cual permanece allí, monumental, aparentemente inmóvil y vacío a la distancia, pero saturado de restos de historias pasadas, latentes tanto en la tierra que lleva las huellas de los miles que alguna vez pasaron por sobre ella, así como en los restos de existencia presentes en la decena de ‘esculturas’ ubicadas entre los cajones de madera; volúmenes azarosos, asimétricos y saturados que se oponen a la geometría triangular tanto de los contenedores de tierra como de las plataformas que les sirven de soporte.  

 

Empty Lot, Abraham Cruzvillegas (2015) Fotografía de Marta Hernández.

 

Al igual que gran parte de sus obras, Empty Lot se inscribe dentro de lo que Cruzvillegas llama autoconstrucción. En términos generales, para él la autoconstrucción sería aquella posibilidad de construir a partir de fragmentos en desuso o restos, sin una estructura ni un plan previo y de acuerdo a las necesidades del momento. El concepto proviene de su experiencia biográfica como testigo de un tipo de construcción propia de la precariedad y la urgencia de la pobreza. Se trataría de aquellas construcciones levantadas en las poblaciones a partir de escombros y desechos que terminan generando volúmenes saturados y aparentemente inconexos. Cual rizoma, tanto las casas construidas en las zonas marginales de México - y Latinoamérica en general -,  como las esculturas de Cruzvillegas, parecieran coincidir en la posibilidad de erigirse desde “la nada”, desde el ensamble y amontonamiento de restos de materiales y objetos recolectados y acumulados en el tiempo.

En este sentido, Empty Lot no solo se presenta como un leve retrato de la ciudad de Londres y sus posibles diferencias a partir de sus suelos, sino también como un retrato de la propia identidad latinoamericana y su precariedad y resiliencia. Precariedad reflejada en el constante uso de fragmentos y restos, así como en su acumulación. Acumulación de capas y capas de historia que parecen surgir desde el vacío, superponiéndose entres sí improvisadamente, sin una función o estructura previa que le dé la rigidez de una construcción sólida. En efecto, para autores como Octavio Paz - entre varios otros -, la condición latinoamericana parece haber surgido, precisamente, de la experiencia del vacío y su necesidad por llenarlo. Ante el suicidio del pueblo Azteca luego de la invasión española, la modernidad latinoamericana habría nacido, no como consecuencia de una Edad Media, sino de la catástrofe de un mundo en pleno desarrollo que abruptamente se vuelve el escenario en ruinas en el que Latinoamérica debe construirse y al mismo tiempo avanzar (Paz, 2004).

 

Empty Lot, Abraham Cruzvillegas (2015) Fotografía de Marta Hernández.

 

Aun cuando la instalación de Cruzvillegas consta de los elementos funcionales que generan las condiciones básicas de sobrevivencia para la materia viva – agua y luz -, la necesidad por incorporar elementos dispersos y cargados ya de historia, como los utilizados en las lámparas y esculturas que rodean los cajones con tierra, pareciera volverse incluso imprescindible para la “alimentación” de esa esperanza en el vacío, en esa tierra extraída de su contexto y vuelta fragmento y resto.

El supuesto retrato de Londres parece devenir entonces un retrato de aquello que parece definir la condición latinoamericana: la esperanza de que algo nuevo surja desde los fragmentos, restos y ruinas.


Referencias:

Paz, Octavio (2004), El laberinto de la soledad. Postdata. Vuelta a El laberinto de la soledad, Fondo de Cultura Económica, México.

http://www.tate.org.uk/whats-on/tate-modern/exhibition/hyundai-commission-2015-abraham-cruzvillegas-empty-lot


Marta Hernández Parraguez (Santiago de Chile, 1981)

Artista visual, teórica del arte y docente. Actualmente reside en Londres.

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