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(D)EL FOLLETÍN DE GABRIELLI
Por Rolando Gabrielli
Hace más de cinco años no compro diarios. Soy periodista. Escribo esta revelación en mi Blog número 13. Leo periódicos extranjeros para enterarme del país donde vivo. Los leo por Internet, porque todos son iguales. Las noticias se repiten. Las cambian y son las mismas. Vuelvo a hacerlo no sé cuantas veces en el día, y no fallan. Así compruebo que el ciberespacio es un viaje por la tierra, con todas sus miserias. La profesión de periodista es lo más inútil que me ha tocado desempeñar durante 34 años. Un tiempo sinceramente extenso, que requiere una vida para vivirlo y termina convirtiéndose en algo inevitable. Tu sombra, por decirlo de alguna manera. Es algo que todos cargamos y nos responsabilizamos de forma espontánea. Doy vuelta la hoja. Marzo 15 del 2006, estoy abrazado a una mujer en un aeropuerto. Es su cumpleaños. Es la misma que me retiene y yo a ella, su mano en una playa. Caminamos como si nos hubiésemos conocido toda la vida, lo que es cierto y decidimos sentarnos a esperar nuestro tiempo. Nos suspende una amplia sonrisa, como astronautas dentro de la misma nave y burbuja.
13 de abril, debió ser martes, lo marqué inútilmente en rojo. Es otra fecha. ¿La mala suerte tiene algún color? La buena es azul, había escrito más adelante. El mar pare, traga, pero da vida. Y es azul. Arriba, el cielo, es azul. 7/10 de la Tierra es mar. La Tierra es azul. Las estrellas son azules. Y sobre todo recuerdo un balde azul con el que recogía arena en la playa. El mar era inmensamente mío. Yo escribo por otras razones.