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LA TRAMPA
o la Alegoría de la Bestia
Por: Iván Silén
El hombre escupió la rata.
Era la noche. Y como la noche está hecha para las trampas, allí estaba la trampa. La criatura, aunque vio la trampa cuadrada, quizás rectangular, pegajosa, húmeda, no se detuvo. Era la misma sensación del útero. Era la casa oscura de la infancia abierta a la ternura y al amor. Y aunque las rosas habían fenecido se podía sentir la presencia eterna de la alegría. Se lo transmití a los demás. Les abrí mi corazón y les narré como eran sus pasillos, sus zaguanes, el balcón circular que la ceñía. Me miraban atónitos como si hubiera mentido. Me miraban irrealmente como si el horror que nos circundaba no fuera cierto. Como si no estuviéramos atrapados.