OMAR GATICA EN EL MUSEO DE BELLAS ARTES:
Con el furor de los 80
La muestra del pintor neoexpresionista no sólo es una mirada brutal sobre la existencia humana, también una fiesta de pintura donde retoma estrategias de los primeros años.
Carolina Lara B.
En "Yo, pintor", Omar Gatica presenta un despliegue de pinturas enormes, donde sorprende un registro distinto a la abstracción del último tiempo; audaz y desgarrador, al punto de recordar su pintura de los 80, cuando emergía junto a neoexpresionistas como Bororo, Samy Benmayor, Ismael Frigerio y Jorge Tacla.
Tal como en esos años, surge la figura humana en medio de la voracidad pictórica. Hablan la materia y la gráfica de manera deslumbrante, pero configurando escenas de gran violencia visual. El cuerpo aparece también amenazado o violentado entre referencias a la ciudad, al mundo cotidiano, como una sombra en tránsito; un bosquejo significante de la existencia contemporánea.
Con 15 pinturas hechas entre 2008 y 2009, la exposición se llama "Yo, pintor", tal como tituló su tesis en 1984, dice, "porque es súper autobiográfica". Vuelven a tocarse dos épocas y se reivindica el texto de juventud -un verdadero manifiesto de la pintura y las coordenadas de su trabajo hasta hoy- traspasado por la voz de un pintor que también es poeta.
"Mis pinturas muestran estados alterados de crisis desenfrenada", declaraba el escrito. El artista, que entonces amaba la Escuela de Nueva York y la Transvanguardia Italiana, fue en busca del mundo y se sumió en él con desenfreno, al punto de que "la libertad ya no fue una bandera, sino un hoyo". Vivió la ciudad a la deriva, las calles en protesta, la represión policial, noches delirantes de conversaciones con otros que -como él- vivían la pintura más con un sentido de lucha que de abandono hedonista: es lo que lo diferenciaba del resto de la corte neoexpresionista.
En los 90, Gatica se replegó. Comenzó a trabajar con galerías y su obra se fue ordenando en referencias al paisaje y una abstracción que combinaba gesto, deleite pictórico, composición geométrica y melancolía.
La serie actual es un desborde desde un sentimiento existencialista. Hay ciertas referencias al Giotto, Masaccio y la pintura religiosa medieval, "ciertos estados de iluminación en que se reconoce el drama", declara.
El pintor se pregunta si pueden parecer terribles estas imágenes. Sin embargo, concluye que la gente al verlas se va más vitalizada: "Aquí hay también amor, cierta ingenuidad e imágenes de niñez; también miedos... Es como he sentido la vida. Este es un relato respecto al cuerpo del otro, donde unos observan y otros padecen. Un relato hacia mí mismo, hablando de mí mismo mientras pinto...", reflexiona.
DEBUT
El artista chileno expone por primera vez de manera individual en el Museo Nacional de Bellas Artes. La muestra se inaugura el 2 de junio a las 19:30 horas y estará abierta al público del 3 de junio al 19 julio.
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