En la primera parte del libro "Don Quijote de la Mancha", de Miguel de
Cervantes, el peculiar protagonista de la historia le ofrece a su vecino y
futuro escudero una ínsula, como pago a sus desvelos ( y a las palizas que
recibirá), donde podrá gobernar o como lo narra el mismo Cervantes: "En Sancho Panza ejemplifica, rasgos más rasgos menos, a los gobernadores que hemos padecido(o padecemos en la actualidad). En primer lugar porque carecen por completo de sal en la mollera, es decir que no tienen mucho saber/sabor intelectual. En segundo lugar porque los mueve un interés personal convirtiendo su cuota de poder en una ínsula rodeada de aduladores por todas partes. Ese sentido clientelar de Sancho se mezcla a su sabiduría alapatallana y ramplona, que va resolviendo los vaivenes de la vida a fuerza de refranes al igual que nuestros politicastros de saldo y oportunidad, quienes convierten los problemas del país es un slogan, en una frase hecha. En tercer lugar Sancho quiere mandar por el solo gusto de hacerlo o como se desprende del diálogo que mantiene con el duque en el capitulo 41 de la segunda parte: -Ahora bien-respondió Sancho-, venga esa ínsula que yo pugnaré por ser tal gobernador que a pesar de bellaco me vaya al cielo; y esto no es por codicia que yo tenga de salir de mis casillas ni de levantarme a mayores, sino por el deseo que tengo de probar a qué sabe ser gobernador. -Si una vez lo probáis, Sancho-dijo el duque-, comeros heis las manos tras probar el gobierno, por ser dulcísima cosa el mandar y ser obedecido (.) -Señor-replicó Sancho-, yo imagino que es bueno m andar aunque sea un hato En el mismo diálogo el Duque le especifica que para gobernar son
necesarios tanto las armas como las letras. Sancho responde: "Letras, pocas
tengo, porque aún no sé el abecé." Como se podrá observar no se necesita
ser letrado para ejercer el cargo de gobernador, además, algunos tienen una
cara de idiotas bien administrada lo que sin duda ayuda bastante; es más
complicado parecer bruto que serlo. Sé templado en el beber, considerando que el vino demasiado ni guarda
secreto, ni cumple palabra." La carta de Don Quijote a su escudero, gobernador de la isla de Barataria,
contiene de igual modo un conjunto de recomendaciones muy actuales: "sé
padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso,
ni siempre blando, y escoge el medio entre estos dos estremos; que en esto El gobierno de Sancho acaba pronto y él vuelve al camino. La conversación con su amigo Ricote ilustra el aprendizaje de su travesía en los asuntos de gobierno: -Y ¿que ha ganado en el gobierno?-preguntó Ricote. - He ganado- respondió Sancho-el haber conocido que no soy bueno para gobernar, si no es un hato de ganado, y que las riquezas que se ganan en tales gobiernos son a costa de perder el descanso y el sueño. Sancho ha comprendido la justa dimensión de sus limitaciones, cuestión que muchos de nuestros políticos de oficio jamás llegan a reconocer. Lo que me importa de todo este episodio de Sancho como gobernador es que puede
ser útil como espejo. En el país hemos elegido siempre a muchos Sanchos. A
raíz de este poco tino Rafael Arraiz Lucca ha escrito: "la cultura política
del venezolano común es pobrísima, por no decir inexistente. Lo que casi
todos los países de América Latina es una verdad de Perogrullo, aquí, en
este desierto de pobreza intelectual, es un descubrimiento. Somos el país
con la cultura política más deleznable del continente y uno de los países
más triste del mundo". Triste los académicos. Esta visión dura y pesimista,
de poeta al borde del histerismo, sobre nuestra cultura política podría
esgrimirse como la causa central para elegir a tanto Sancho desplanchado. Aquí se habla de pobreza intelectual y enseguida se la endosan al grueso de la población sin entender que todos nosotros, con nuestras limitaciones, virtudes y defectos, vamos haciendo esta democracia unida por intereses comunes y "en la contrapuntística armonía de una pluralidad de incertidumbres", como escribiera Savater. Apasionados y obtusos como somos como es lógico nos equivocamos mucho. Pero allí radica lo interesante del quehacer político, lo rico de esta azarosa convivencia política que está lejos de ser aburrida o triste. Nuestros analistas políticos se esfuerzan en señalar los peligros que
corre nuestra accidentada trayectoria democrática. Se afanan en defender la
autonomía política como base fundamental de la misma; pero obviando
límpidamente que aciertos y errores no son producto de la teoría, sino de
Si desea escribir a Carlos Yusti puede hacerlo a: carlosyusti@cantv.net
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