ANA MARÍA CAMEJO GALIANO:
Y LOS HIJOS DE RIMBAUD |
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Echaremos un vistazo crítico a la obra fotográfica del artista colombo-italiana Ana María Camejo a quien tuve la fortuna de conocer hace más de un año en París. Su obra es bastante interesante pues revela aquellas tensiones propias de una sociedad como la francesa, donde la inmigración hoy en día se ha convertido en un tema de debate nacional. Y bueno basta ver lo que ha sucedido en Estados Unidos con las últimas leyes para regular la migración que generó toda una reacción de la colonia latina, la cual, legal e ilegal representa un número considerable en la sociedad americana. En el caso francés el tema de la inmigración ha sido el slogan de los partidos de extrema derecha como el Front National . Pero desde hace un tiempo, el ministro del interior y futuro "candidato" a la presidencia Nicolás Sarkosi decidió asumir este punto, creando nuevas leyes realmente policivas que van desde la revisión de dossiers de los naturalizados hasta la expulsión del territorio de aquellos que son considerados no gratos.
Las imágenes que los lectores de Escáner Cultural podrá apreciar este mes, tienen la virtud de poner en la arena visual, esa población ahora repudiada que desde hace ya varias décadas han ido buscando un mejor futuro en el primer mundo, en condiciones de vida bastante complejas donde la humanidad se ve altamente cuestionada. Esas poblaciones inmigrantes, son presa fácil de la explotación laboral pues se convierten en mano de obra barata. El "trabajo al negro", expresión de origen francófono, es bastante diciente: esta expresión encierra toda actividad laboral no declarada por el patrón, y por lo tanto ilegal. Con ello, el patrón logra tener un trabajador muy barato frente a las prestaciones sociales por un lado y frente al salario legal, pues desprovisto de todo derecho laboral, el trabajador al negro, no tiene el apoyo institucional o sindical para hacer valer sus derechos. Esto crea además un sentimiento de rechazo en los nacidos en el lugar, pues creen que aquellos llegados a su país terminaran quitándole la fuente de empleo. Esto lógicamente es falso, dado que estas poblaciones en realidad realizan los trabajos que los propios nacionales no realizan, es decir los de más baja escala, pues el clandestino no tiene derecho a escoger. Como canta Manu Chao: Mano negra, ilegal.
Las fotografías-texto (Barthes) de Ana María Camejo, nos cuentan con precisión cómo esa población de inmigrantes asume su cotidianidad. Una de esas fotos, nos muestra el barrio 18 (paris XVIII) donde habitantes de origen africano, hindú, y árabe principalmente han transformado por completo el paisaje ideado por el Barón Haussman a finales del siglo XIX. Los trajes tradicionales de una mujer africana, contrasta con el letrero de un almacén: " de Paris sandwichs salades ", donde el mismo sincretismo y mestizaje de las palabras francesas e inglesas acentúan aún más la alteridad. En otra de las fotos vemos en el primer plano a dos mujeres que conversan placenteramente mientras se dirigen a algún lado, seguidas de otros personajes que hacen singular esa calle: en el fondo vislumbramos a otros personajes que nos hacen pensar que esa calle podría ser cualquier calle del norte de África o el Cercano Oriente, pero en realidad se trata de París. En una tercera imagen, vemos a una niña que juega con su muñeca, mientras su madre duerme luego de una jornada de trabajo (¿?) en un lugar donde el anonimato se acentúa, donde nadie mira a nadie, pues la mirada se distrae en un libro, un diario o simplemente, en los túneles del metro. Estas entre otras imágenes nos narran aquello que Rimbaud había vaticinado antes de partir hacia África a cazar elefantes y traficar con marfil: "Regresaré como una raza fuerte". Esta sentencia parece tener hoy eco en las masas migratorias de los países africanos, árabes y orientales, antiguas colonias europeas, a quienes se les impuso el "derecho de visita" con sus consiguientes saqueos y pillajes. Alto es el precio de la colonización, sobre todo en términos históricos, pues el presente no da espera. En fin, las fotos de Ana María Camejo tienen la virtud de revelernos esas tensiones y contradicciones de nuestro mundo, globalizado, donde las distancias entre Norte y Sur son cada vez más grandes.
Ricardo Arcos-Palma.
Bogotá mayo del 2006.