COLAPSO MUNDIAL Y GUERRA |
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Este es el sugestivo título de un libro recién publicado en Costa Rica, por un autor ampliamente conocido en el medio académico internacional por sus análisis sobre la situación económica, política, militar y cultural de la época presente. Tuvimos el privilegio de leer el texto en su versión seminal, y lo hemos visto crecer con los meses y convertirse en un trabajo, en un ensayo cuya profundidad, altos vuelos y ambiciones propositivas no tiene nada que envidiarle a textos similares producidos en otras partes del mundo, y de esta América Latina nuestra repleta de intelectuales inquietos, imaginativos y portadores de una beligerancia de extraordinaria productividad. Este es el caso del Profesor Eduardo Saxe-Fernández, Catedrático de la Universidad Nacional de Costa Rica desde hace muchos años.
No pretendo, en esta ocasión, referirme al texto como una mercancía, a la cual describimos desde afuera sin compromiso intelectual o emocional. Me toca personalmente el texto de Eduardo, porque me ha introducido en una nueva manera de leer y de interpretar las así llamadas Ciencias Sociales. En un libro maravilloso, también recientemente publicado en España, el gran escritor argentino Ricardo Piglia, nos decía, y nos demostraba por què, hay muchas maneras de leer, de ejercitar la lectura. Hemos perdido progresivamente nuestra capacidad de comprometernos con la lectura, nos decía. Y, dichosamente, el libro de Eduardo se inscribe, para mí, dentro de esa preocupación. Uno tiene la suerte, con este libro, de percatarse que hay muchas formas de leer las Ciencias Sociales, pero solo una forma de comprometerse con esa lectura.
Se trata de un texto, el de Eduardo Saxe, en el que la crisis humana, planetaria, de siniestras profundidades, nos he abordada como si nadie escapara a la responsabilidad individual que le compete en la salvación del planeta y de la humanidad toda. El autor pudo haber asumido una actitud frívola, inconsecuente, evasiva, pero nos demostró que las dimensiones planetarias de nuestra deshumanización no es asunto que pueda resuelto solamente en las frías proporciones de un gabinete universitario. Y la lectura que Eduardo nos propone lleva implícita una perplejidad que solo puede ser conjurada con una participación màs activa y productiva en los problemas de nuestro tiempo, como decía alguien por ahí.
Con este libro Eduardo Saxe nos ha demostrado que son reales las verdaderas capacidades ciudadanas de los intelectuales del presente, según recomendaba nuestro querido y entrañable Eduard Said. Asumir la denuncia, la argumentación sabia y ponderada, así como atender la responsabilidad cívica que no se queda en el mero discurso feriante, son otras aristas de un quehacer intelectual que muchos, desde la caìda del socialismo real en 1991, se apuraron a señalar como ya fenecido de manera irreversible. El texto de Eduardo Saxe prueba de manera contundente que la reflexión, el análisis y la puesta a punto de los sujetos involucrados en el desastre humanístico que tenemos entre manos, son un problema que nos afecta a todos, es cierto, pero también que la lectura de la realidad y de los instrumentos para interpretarla constituyen ahora un nuevo perímetro, descubierto por los intelectuales como él, para orientar a los desorientados, así como nosotros, sobre las diversas y ricas formas de encajar en el desastre actual.
El libro de Eduardo es de importancia intelectual estratégica y de consecuencias humanísticas insoslayables. Su denuncia del imperialismo norteamericano, de una globalizaciòn avasalladora y sin sentido històrico alguno, así como de una militarización y mercantilización de la cultura de incalculables presagios e infortunios, han hecho que tenga sentido embarcarse en la lectura de las Ciencias Sociales otra vez; en una lectura a la cual nuestros políticos y hombres públicos siempre evaden, porque el escenario que se les pinta les resulta, con frecuencia, indigestible para sus estomaguitos acostumbrados al buen caviar y al esturión.
La lectura responsable a que invita este libro, humanística y provocadora de nuestra realidad màs cotidiana, obliga al lector màs convencional, aquel que se solaza con las novelas de aeropuerto, a involucrarse en un proceso de civilización y compromiso al que no estaba ni remotamente acostumbrado. Las cifras, los datos, los gráficos que ilustran el texto de Eduardo Saxe no sobran ni faltan. Tampoco faltan los argumentos, los análisis, a veces hechos con una perentoriedad angustiante, sobre una deshumanización que està pronta a liquidar el planeta.
El buen hombre del común, el de a pie, con frecuencia piensa que no es posible que nosotros podamos, eventualmente, acabar con el planeta. Pero resulta que este tipo de criterio tiene seguidores en las màs altas esferas políticas y tecnológicas de nuestro mundo. Alguien podría decir que se trata de un punto de vista sin sustento y sin dirección, pero las agencias publicitarias y muchas instituciones internacionales, en particular, varios de los llamados paìses altamente desarrollados, asumen que los recursos son ilimitados y que su sobre explotación no puede tener consecuencias de largo alcance. Este enfoque mítico de la inagotable longevidad productiva del planeta ya había sido seriamente criticado por hombres y mujeres como Kropotkin, Bakunin, Tucker, Bookchin, Rèclus, Emma Goldman y otros desde hace décadas, y tal vez siglos, para quienes existía una relación irrompible entre sociedad, ecología y cultura. En esa dirección levantaron edificios teóricos, políticos y civilizatorios indestructibles y que todavía constituyen puntos de referencia ineludibles.
Eduardo Saxe sin mencionar ninguno de estos autores, no tenía por què hacerlo, entra sin embargo con ellos, en la lista de hombres y mujeres que han logrado desarrollar una conciencia militante por la salvación de este nuestro planeta, para impedir que nos lo arrebaten, que nos lo roben aquellos que han perdido totalmente la capacidad de avizorar dónde se ubica la vida. A pesar de un enfoque que a muchos les podría sonar pesimista, el texto de Eduardo destila optimismo, esperanza y una promesa de que, si nos involucramos, podremos contribuir en la construcción de un mundo màs justo y feliz. Gracias Eduardo por un libro maravilloso.
Finalmente resulta, y valga la pena anotarlo como algo digno de tomar en cuenta, Eduardo Saxe es hermano de John Saxe, el conocido sociólogo costarricense que durante años ha trabajado en las universidades mexicanas. Esto refleja que en América Latina existe una veta importante de pensadores y creadores dispuestos, con la mayor entrega y lucidez, a la comprensión de los problemas del mundo contemporáneo, cada vez más complejo y deshumanizado. Este tipo de pensadores y creadores reflejan, con dignidad y entrega, que es posible seguir muy de cerca la recomendación de Josè Martì, de que es nuestra mayor responsabilidad ayudar a otros a comprender el mundo desde América Latina, sin desprendernos de nuestras particularidades y formas específicas de abordar el universo.