Santiago de Chile.
Revista Virtual.
Año 7

Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 78
Noviembre 2005

 

 

SALUD ISABEL!
Desde Murcia, Carlos Cegarra


Luego la serena e inmensa paz de los alrededores londinenses, las barcazas en el río fangoso, las calles familiares, los carteles anunciando partidos de críquet y bodas reales, los hombres con bombín, las palomas en Trafalgar Square, los autobuses rojos, los policías azules... todos durmiendo el sueño muy profundo de Inglaterra, del cual muchas veces me temo que no despertaremos hasta que no nos arranquen del mismo el estrépito de las bombas.

George Orwell (Homage to Catalonia)

Las bombas ya no despiertan más allá del agradecido miedo y el state of paranoia que el personal está empezando a asimilar.

Apenas tres horas en Londres el día de la segunda intentona y tres semanas en Leeds que ahora luce traje terrorista son suficientes para respirar la decadencia y el hedor de una civilización madre de un monstruo difícil de digerir.

Yo vine a Leeds para ver a mis hermanos murcianos, coger algo de pasta (error) y recuperar mi fluidez en La Lengua con vistas a mis exámenes de septiembre.

Este país enferma y con él los que a pedir cobijo en él vinieron, ya no falta nadie por atrapar, solo los de siempre, los humillados y ofendidos, la parte ignorada, el miedo.

Fear culture

Go to bed, government is watching you

Hay brotes de yaestabien en algunos periódicos marginados, en alguna pintada efímera, de trazos rápidos. Los trazos del que ya ha sido tentado con una recompensa de 500 libras por denunciar a un grafitero. Del que tiene que tragarse esa basura delirio alucinógeno de un gobierno empeñado en acojonar. El miedo al free of spech se generaliza y casi se ruborizan pero te dicen que no preguntes demasiado.

Desapareciendo incluso las edades y las inocencias todo de golpe, rápido, i like to move it move it, y apenas cumplidas las 18 primaveras serás jefa porque ya has manyado mucho managerismo ilustrado y a ti nadie te comanda. Y persiste la indecente superioridad moral que tan ajena debiera ser a una mera relación laboral, fría como el metal.

Ahora sé lo que es sentirse un russian cowboy en territorio comanche con indios de verdad y no esos de América. Estúpido nombre se me queja un guiri descastado al que acabo de enviar a la ciudad invisible. Se refugiará en calderería nueva cuando el sol granadino enrojezca su húmeda piel de Liverpool. Se me queja en una suerte de excepción al acabar el shift en algo semejante a una conversación de alucinados hipnosis del Discovery Channel. Me apunto a todo lo que con claridad arrojas al mal nacido monstruo technicolor. Escaparate de la miseria del mundo en tonos sentimentales. Se piensa que televisión-mass media solo alimenta nuestra emotividad=idiotez. Pues se equivocan los que piensan que la emotividad aguantará mucho, que no hay vuelta atrás, que la tuerca ya no gira más. Quizás el día en que la Madre Tierra deje de bailar y se detenga pasmada, pero claro entonces empezaría a hacer mucho frío en una mejilla mientras que la otra ardería sin fin. ¿Te imaginas? A un lado el viento enfurecido de un infierno de n Saharas y al otro la Antártida en un abismo de oscuridad. Y en medio alguien tendrá que haber. ¿Quién?

Casualmente Patrick vive en el mismo barrio que los terroristas y yo. Bueno, también otros estudiantes. Y trabajadores. Chicho, Marco, la mofeta, el asceta y el toro, como no podía ser de otra forma, y antes vivió Porchelino, el poeta. Los indios, los pakis, los negros. Pero de entre estos, algunos individuos entrarían en la casilla de terroristas.

La arquitectura del barrio es eminentemente obrera y sus ladrillos Whitaker London fueron tostados con la llama Imperial a finales del siglo XIX. Todas las casas son rojas, adosadas calle arriba, todas tienen su jardincito menos la nuestra. Casi diría que es preferible habida cuenta la de mierda que se puede llegar a acumular en nueve metros cuadrados. Claro que así al menos podríamos decidir si queremos incendiar nuestra casa, y en caso de que así fuera, tendríamos al menos la prudencia de no descansar en la cama mientras arde la madera.

Porque nuestra calle es la calle de las ventanas rotas y de las sillas rotas y los maniquís sin cabeza y piernas al cielo, nuestra calle es el Rear Brudenell Grove y vivimos en el número 45. Por la noche es reconocible porque justo sobre nuestras tejas descansa un helicóptero policíaco detectivesco.

¡Salid hijoh de puta, estáih trincaoh!

Lo que si que va a durar en este país de pirados es la paranoia. Cierto que aun pican los clavos de la nail bomb que sin corte alguno muestra en foto-ecografía en primera plana hasta el mismísimo The Guardian.

State of Fear Culture Paranoia, rimbombancia en estado puro, estravagario la decadencia as a way of life.

She says I never do the washing up but I don´t need it, I buy all my food in packages, and I drink cans... (se regocija)

Que se lo digan al que paseaba hoy con una cámara por el barrio, las ocho de la tarde, el sol se cuela en el horizonte bajo el manto de gris. Sacó la cámara con la seria convicción de que el mundo es un lugar que exige ser fotografiado. Con la determinación de desenmarañar bajo el ladrillo y el horno y la basura y sacar a la luz de los últimos rayos de sol los fantasmas que merodean tras las esquinas. Quemarlos con la luz que no abrasa sino a través del ocaso que pregunta. A una hora que en que las agujas del tiempo nos liberan de la esclavitud matutina, en que nuestra alma está más receptiva, más relajada, quizás un cansancio cómodo, placentero. Que venga la charla.

Pero este del que te hablo también está contagiado del miedo, que cojones, por eso sale con su cámara a cazar fantasmas, apenas tiene una hora antes de que se ponga el sol. Entonces a casita que llueven sombras y el improvisto, lo incalculable, la imperfección real.

Ahí va calle arriba. Clajch.

Otra calle. Clajch.

Es un russian cowboy intentando atrapar con su endiablado aparato a unos indios salvajes jugando al críquet. Lleva un arma y no la esconde aunque tampoco la enseña. Hay una niña con el palo de cricket- suspenso en terminología- vestida con un traje indio de tela blanca hasta los tobillos, hay un pequeño terrorista con el que intercambia una mirada cómplice, también uno algo más mayor con el que no parece ir la absurda escena.

Discuten casi por señas si siguen jugando o se piran. Todo es muy teatral, y por ahí no los coges a los dos mayores de unos 14 o 15 años con ropas propias de la moda occidentosa. En un momento disuelven el juego y nuestro hombre que acaba de liar un cigarro aparece solo en un cruce entre calles que suben y otras que atraviesan. Decide bajar.

Cine. Legendario. Clajch.

Detrás de la mezquita aparece la Luna y se escapa otra foto.

La verdad de la sonrisa en la Luna le de alas y mata un par de fantasmas junto a un puesto de frutas y verduras que su dueño preferiría ordenar antes de Clajch.

Clajch es bonito. ¿Te gustan las fotos?

Me temo que aquí esas preguntas parecen esconder un doble significado.

You are not allowed to take pictures of people without asking them before!

Increpa el alma del barrio en boca de un pequeño indio a este turista armado y provocador.

Pero no es recomendable ni por asomo intentar predicar en territorio comanche, incluso si los niños son mucho más receptivos que el resto. Ellos mismos te lo dicen asesinada la inocencia.

La inocencia castigada hasta lo desconocido, extranger !.Salir a hacer fotos en este barrio es en sí una intervención callejera. Este barrio me recuerda a las zonas en que vivían los proletarios en 1984, en realidad aunque hay cámaras en los supermercados, a diferencia de las calles del centro de Leeds, en Headingley no tienes la sensación de ser observado constantemente. No, no, no, esto no es el centro y Starbucks y Zara, esto es un nido de víboras, aquí se está gestando la revolución a escala planetaria contra el fundamentalismo occidentoso radical. Amén.

Pero eso sí, hay un respeto mutuo, hay miedo claro, pero reina un respeto religioso, religiosamente desconfiado.

No anda lejos Antonio cuando me habla de los setenta en España, aquí vivimos como en tiempos de Franco, con la puerta abierta.

La Ley es cosa del espíritu santo que aquí se llama Islam y del Paquito revolucionario que encarnan los sucesivos mad mullahs .



 


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