Por: Ricardo Arcos-Palma

Por estos días se expone en la Biblioteca Virgilio Barco en Bogota, la obra del artista José Orlando Salgado. Existe una particularidad en esta exposición y es la presencia del monumento. Pero a diferencia del monumento del héroe (Bolívar 1), el cual fue explotado gracias a la fotografía digital por el artista en otra ocasión, esta vez es el monumento funerario que sirve de soporte conceptual. Monumentos de personajes celebres y relativamente anónimos quienes gracias a sus logros han pasado a la inmortalidad o como diría Vicente Huidobro a inscribirse en La memoria de la piedra , se mezclan entre sí para generar una nueva imagen. Dos necrópolis sirven a la artista de punto de partida para elaborar sus imágenes: el Cementerio Central en Bogotá y el Cementerio Pére-Lachaise en París. Salgado utiliza un procedimiento bastante simple: toma de fotos y rebobinado hasta tres veces. De esta manera se genera una superposición de tomas, que condicionadas por el azar crean una nueva imagen fotográfica.

En una ocasión, creo que fue en el año 97, caminábamos juntos en el Pére-Lachaise. Era un invierno rudo. Desde ese entonces Salgado comenzaba ya a tomar fotos de ciertos monumentos fúnebres: el de Gerard de Nerval, el de Gericault o el de Chopin por ejemplo. Años más tarde me confesó, mientras mirábamos el Pére-Lachaise desde el balcón de mi apartamento, que en Bogotá durante una experiencia con indígenas del Putumayo, tuvo una visión: esas imágenes del cementerio parisino, le aparecieron en su memoria como si fuesen de cristal. La piedra y el bronce de los monumentos funerarios se transparentaban en el acto alucinatorio. Hoy viendo sus imágenes vemos como esa experiencia es hoy materializada. En verdad las fotos de Salgado nos muestran unos monumentos que parecen flotar en el espacio, que parecen desvanecerse en el aire. Y nada más justo para recordar estos espacios de la ciudad de los muertos, que la levedad, la ligereza y la desvanecencia de las cosas.

En el caso de las imágenes del Cementerio Central de Bogotá, vemos algunos monumentos funerarios reconocibles que se mezclan con los osarios vacíos, pues bien sabemos que estos osarios han sido demolidos paulatinamente para dar paso a zonas verdes. La "recuperación" urbana de estos espacios genera ciertas dudas de cómo tratamos la memoria en este país. Claro, no es todo el cementerio que esta comprometido, pero si buena parte de él.

En suma, estas fotografías que nos hablan de dos necrópolis, son el resultado de un va y viene entre París y Bogotá, donde el artista ha vivido los últimos años. Habrá que preguntarse que relación tienen estos dos espacios, más allá de ser espacios donde la memoria reposa en la piedra y donde la muerte ha creado su reino. Sabemos que son lugares donde la Historia permanece para recordarnos que aún estamos vivos, pues acaso ¿la vida, no es estar rodeado de sus muertos? O dicho de otra manera la muerte esta ahí para recordarnos que aún estamos vivos. Eso son esos lugares de las necrópolis que Salgado explora con su mirada gracias a la fotografía.

 

Ricardo Arcos-Palma.
Septiembre del 2005.

1 El Bolívar de Tenerani, fue el pretexto para la realización de una serie de obras que fueron expuestas en Bolivia, bajo mi curaduría Bolívar Ready-Mido . 2002.

 

 

 

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