Por:
Alvaro Oliva
Este poeta, músico y pintor fue un misterioso resplandor que fue divisado entre los años 699 y 759 ( D.de.C)
Un paseo descalzo por un irregular sendero que viola un bosque de bambú, sólo la música del viento interviniendo entre los delgados cuerpos vegetales nos lleva hasta los monosílabos de un poema de Wang Wei. La escena también puede ser otra: la melodía proveniente del pipa (parecido al laúd) y el canto de un sentimiento oriental.
La poesía china y sus diversas mutaciones históricas- materializadas en tiras de bambú, seda y finalmente en papel- ostentan a un pintor y poeta que fue capaz de iluminar y maravillar a sus contemporáneos con textos mágicos y simples, tan delicados y alejados de las ideas occidentales.
Sus letras como sus pinturas se hilvanaron con minuciosidad y fantasía dejándonos un trozo de "realidad" capaz de extraviarnos después de mirar pequeños charcos en caminos empedrados, pedazos de vidrios que nos invitan a presenciar el detalle perfecto de cualquier momento.
Un laúd suena solitario en medio de una tormenta de nieve, mientras los visitantes escuchan y se regocijan, aunque no pueden ser vistos, ya que la delicia de la montaña los alberga y les regala el secreto de la ausencia en vida, tal como lo habían anhelado en esa constante lucha por alcanzar la paz.
Con dificultad se puede describir el trabajo de Wang, que puede decir un sudamericano en un país incomprensible, en una época de "banda ancha". Bueno, sólo trataré de expresar lo que se puede sentir a través del legado de uno de esos humanos que vivió hace siglos y que, tal vez, si respirara hoy en día, se atemorizaría y aturdiría frente ante tanta rapidez y bestialidad.
Pues bien, imaginando así las cosas querido Wang me uniría a usted en el éxodo para desaparecer de inmediato, a través de cualquier rejilla con destino a una sucia cañería, aunque menos nauseabunda que la superficie. En fin, permítame hurtar un trozo de su obra antes de relatar algo de su vida a lectores de muy buen semblante.
MAÑANA
La flor de durazno está más roja por la lluvia de anoche,
Los sauces están más verdes en la niebla de la mañana.
Los pétalos que caen aún no fueron barridos por los sirvientes,
Los pájaros cantan, el huésped de la montaña aún duerme
POEMA
Últimamente comprendí el significado de la tranquilidad,
Día tras día me mantuve apartado de la multitud.
Limpié mi cabaña y la preparé para la visita de un monje,
Que llegó a visitarme desde las montañas lejanas.
Vino bajando desde los picos ocultos por las nubes,
Para verme en mi casa de techo de paja.
Sentados en el pasto compartimos la resina del pino,
Quemando incienso leímos los sutras del Tao.
Al terminar el día encendimos nuestra lámpara,
Las campanas del templo anuncian el
Comienzo de la noche.
Repentinamente advertí que la
Tranquilidad es realmente felicidad,
Y sentí que mi vida tiene abundante ocio.
PLACER DE UNA NOCHE DE VERANO
Se va quedando lejos
nuestra natal montaña
y la luna nos guía.
Una pródiga escarcha
argenta nuestras túnicas
y vuelve más pesadas.
De pronto, nuestra vista
quiere medir distancias
que recorrimos juntos,
pero la bruma blanca
se tiende por el éter
y ahoga la campaña.
Mano en mano seguimos
a la rústica granja
donde viejos amigos
esperan la llegada.
Ahora nos hundimos
por una senda llana
sombría de bambúes
que abanican la marcha.
Estamos todos juntos.
¡Qué deleitosa gracia!
De perfumado vino
llenan mi frágil taza
y la canción modulo
del viento en la enramada.
Al escuchar mis notas
los ruiseñores cantan,
preludian los insectos
y croan, croan las ranas .
Su aporte a la cultura no sólo se limita a las letras, ya que su riqueza además se expandió en la música y la pintura; fue uno de los representantes del estilo "tinta salpicada" o " Poh-muo hua"
Egresó como Chin-shih en el año 721 y más tarde el emperador Hsuan-tsung lo nombró secretario de Estado. Años después, tras participar de la Rebelión de An Lu-shan, estuvo en prisión un corto tiempo
Seguidor del Budismo, después de enviudar pasó el resto de su vida escribiendo poesía y pintando en un poblado ubicado en Wang Ch´an, en los pies del Monte Chung-nan.
Sus trabajos son perlas derramadas en el vacío, por suerte algo de su material aún se puede rescatar y así consolarnos de algún modo. Un refugio más ha sido hallado, biombos de lírica donde podremos recluirnos voluntariamente, hay espacio para todos, ¡ingresen!.