Por: Francisco Arroyo
Pintor nacido en Córdoba (España 1965).
Sin duda alguna este autor se nos presenta como un creador con un sustancial gusto por la recreación de complicadas figuraciones geométricas en el espacio.
Un espacio inerte , volátil e inexistente, como queriendo dar toda la importancia a la forma representada, la cual fluctúa provocando cierta sensación de movilidad generadora de energía, con alternancia en la elaboración de formaciones piramidales, cúbicas, cilíndricas...
Juego en la concepción fondo - forma , intercalando figuras planas con tridimensionalismos imposibles, al tiempo que alegóricos , inigualablemente concebidos como base de cada obra.
En la concepción del fondo muestra una gran calidad debido a la recreación de un espacio falto en sí , tal vez indicado en cierta manera por la estructura casi monocromática y sus variaciones de tonalidad.
Constante utilización del puntillismo en la mayoría de los casos, sólo asimilado por el espectador en el contexto expositivo de la obra a la que dota de una imaginaria textura, la cual conjunta las piezas de un engranaje , suavemente mecanizado.
Sobriedad de estilo y una sustancial línea de trabajo que conforma las bases de su teoría del espacio y es regidora de ambientes casi futuristas que dan al conjunto un estilo innovador, un proceso armónico de vanguardia y claramente característico dentro del panorama artístico del momento.
Figuras rígidas, herméticas, dotadas de vida propia. Piezas que se completan conformando elaborados engranajes móviles dentro de un cosmos alegórico que suscita imaginativas respuestas, en las que cada espectador puede configurar su propio fondo matérico, su propio espacio vital en el que cada elemento adquiere vida propia y se desenvuelve .
Todo ello da como consecuencia un enorme abanico de posibilidades, de contextos y representaciones, tantas como contempladores puedan observar el trabajo de dicho autor.
Intencionado o no , este hecho es representativo e individualista, complementador de la obra y sustancialmente positivo en cuanto que obliga al espectador a unirse al proceso creador.