La poesía es pólvora mojada en medio de un lenguaje contaminado, que se desmantela antes de tocar tierra. Los sentidos cargados en el poema y su lenguaje, son cáscara, ceniza, polvo, y sólo el gusano prospera. La poesía es el cadáver exquisito proclamado por los surrealistas, pero yace a la intemperie, no como reina subyugada por la palabra, inefable dama, sino chasqueada por los dedos de un mesonero, empujada detrás del atril con vergüenza y miedo. No anida, no vuela, no sueña, no nada, y no dejan que el poema se sueñe así mismo en su pobre perfomance de tía solterona, quinceañera desdentada, gitana sin amuleto.
¿La poesía escribe su epitafio? No hay tal suicidio, ni corroboración y menos consentimiento. La poesía es casi un acto de fe, ni siquiera una vocación tardía o el soplo azucarado de un domingo bajo los frondosos robles o los ingenuos, melancólicos sauces llorones. De cualquier manera, la poesía subyace y yace bajo palabra, convicta de su olvido. Y bajo la lápida del mercado, aún respira. Ha superado la horca, la guillotina, la bala en la sien, la anestesia del tiempo, cloroformos burocráticos estatales, el infinito menosprecio privado y esta actual indolencia editorial, enfermedad terminal del mercado.
El mundo está en crisis, no la poesía. La culpa no la tiene la huella, sino quien la ignora o confunde, deja de percibir un camino. Forma sobre la forma, el poema es la nueva retórica, botón de una sola rosa, la que reinventa cada lectura. ¿La poesía muere en su cuna o tiene tradición en el futuro? Es un espejo al revés.
- Un paréntesis en Nueva York
(Nueva York, (es un paréntesis) crucificada en sus rascacielos, partida en plena gloria, derrumbada en sus Torres Gemelas, tan llena de libertad, busca, siendo Babel, salir de su monólogo. Recurre a la literatura, a un gran puñado de escritores, para romper el cerco de hierro, la auto asfixia, esa página amarilla muda, insomne. La Gran Manzana, en estos tiempos huérfanos de poesía, de literatura real, convocó a más de 100 escritores de 43 países, en su Festival Voces del Mundo. El PEN American Center, organizó la fiesta literaria para abrir el diálogo entre Estados Unidos y el mundo. Más de dos décadas de de silencio en el corazón del mundo. Un esfuerzo notable, una idea válida, admirable en medio del olvido, porque se había borrado NY a la literatura universal. Se reunieron bajo una pista dorada de temor. Hubo Babel dentro de la Babel, no se vieron poetas, brillaron por su ausencia. Es sorprendente este paréntesis sin poetas, un hecho insólito de marginalidad suprema, la secreta vocación provinciana de Nueva York. La poesía que Lorca, Whitman, Lihn, Neruda, Cardenal, tocaron en profunda cuerda las hondas aguas del Hudson, las aceradas calles invernales y sus primaveras que no sabían que hacer con tanta belleza muerta en Manhattan. Augusto Roa Bastos, que acaba dar un paso al frente silencioso, advertía: Estamos caminando sobre la cornisa de una casa muy alta y no sabemos cuántos metros de profundidad tiene el abismo. Podemos resbalar en cualquier momento. ¿La poesía cae de los rascacielos? ¿O sube por las escaleras de servicio? Ciega aúlla en un sótano, y el Alcalde decreta un minuto de silencio por las víctimas de la palabra. No es una censura, sino un acto de fe. La moda está en creer, tragarse una rueda de carreta, el Caballo de Troya y soñar con el mito bajo de las sábanas. Se sienten millones de remos al mismo tiempo, el gesto mudo de la paciencia, avanza más lejos la noche que el día. La más global, se siente sola, la ciudad de los cien idiomas, como la poesía, yace en una banca del Central Park, dándole comida a las palomas que se saben un símbolo de la paz vencida por la memoria. Muchos nombres en NY, pero faltaron muchos más: Eliot Weinberger y Salman Rushdie el premio Nobel de Literatura Wole Soyinka, Paul Auster, Chico Buarque, Paco Ignacio Taibo II Svetlana Alexievich, reportera y escritora Ryszard Kapuscinski no se esconde abril Elena Poniatowska Margaret, Atwood, Eliot Weinberger, Michael Ondaatje, Antonio Muñoz Molina, Bernard Henri Levy, Rubem Fonseca, Laura Restrepo. Un gran elenco y parloteo babélico, muchos temas individuales, un congreso de voces también aisladas, en un mundo fragmentado, polarizado, dormido, anestesiado, secuestrado en su silencio, aterrorizado de sus mentiras, paseado por el limbo universal.)
N.YORK
Nueva York, los edificios crecen
bajo la sombra de otros edificios.
La ciudad es una espiral
no duerme, dicen, somnolientas
sombras del atardecer y más.
La noche ya nos devuelve su cara
y le sonrío a esta virgen puta santa.
Con su velo de diosa cae el alba,
los escalones fríos que llevan sus tacos
y la veo correr en el Central Park,
loca, le digo, no dejes tu cintura
al viento, boca abajo sopla,
arriba el techo vuela estrellas,
un, dos, tres, cuatro pasos resuenan,
los días que no vuelve, vuelan,
la ciudad cruza la acera, un helado,
el frío no inmoviliza las palabras,
la ciudad es de risa, un cuerpo
inmóvil de cera, abrázame,
en el violeta la pared devora el graffiti.
Es el turno, la hora sin emergencia,
no me pidas un epitafio,
ahora quiero bailar.
(Rolando Gabrielli)
KGB BAR
Este poema es confidencial,
la huella blanca de Siberia
se recuesta en la noche, aquí
en la 4ta. Calle dele ste 85,
en Nueva York
y un oso duerme detrás
de la Barra de KGB Bar.
Lo delata la respiración blanca,
un profundo sueño de invierno lejano.
Dan, un whisky en la roca,
dos vodkas y tres margaritas,
Glenn y Lincoln Bennet, close
la puerta roja en el 85,
es nuestra seguridad.
Denise debiera estar en Odessa,
descifrando el mensaje
de este poema.
Johnny, Jennifer, Kim,
que todos beban gratis, esta fría guerra
ha terminado.
Nueva York es una magnífica plaza de razas, bancaria por excelencia, madrina de la Bolsa global, sitio de negocios, el Arte, para un reencuentro de los dos idiomas vecinos: castellano e inglés. Un corredor natural para el Verbo común. No vayamos tan lejos, si estamos aquí, al lado.
- ¿Cuántos filos tiene el poema?
Se vuela el poema en el cementerio urbano de la ciudad. El alba es el alba, en poesía no hay antes ni después. Es reflejo de neón, sueño de víbora, la palabra se arrastra en su paraíso perdido, inútil y no es posible reciclar su escombro. La lengua se aturde y el poema es el acto y supremo elogio a lo inefable, lo que se nombra porque no existe.
El poema Es también lo que Es, y nace de la Noche de la Noche, hijo de todas las oscuridades, en su secreto afán de Ser. Después de todo, su principal razón. Siempre es nuevo, no se parece ni así mismo. Pero también es pasado. El futuro es lo que le espera realmente si es verdadero.
El Verbo no es prisión eterna de su espada. ¿Cuántos filos tiene un poema? ¿O es hacha? ¿Un poema se poda así mismo T. S.? El tiempo es nómada y el poema su vasallo. ¿Dónde crece el viento, se reafirma el poema?. ¿Tiene la raíz del aire? ¿Tiene la raíz de la raíz o de la palabra? La palabra tiene su casa matriz en el poema. Allí se enseñorean, rebuznan, cantan.
Estos poemas me nombran y son memoria de sus propias palabras. Tienen rótula, coyunturas, piel, pequeñas sandalias que se niegan a entrar al Infierno. Un poema es la superficie del carozo de su fruto. El poema no tiene corazón, porque debe latir por todas partes. Se sabe escrito por la yema de los dedos. Nunca niega lo que es, ni su reflejo y menos lo que no dice.
La poesía es un estado de muchas cosas repentinas, acumuladas, sorprendentes, obsesivamente, registradas y rumiadas. Todo está en gestación frente al poema, latente. No hay gracia, sino un panal lleno de palabras. La poesía carga sus dados y juega. Si el poema es redondo como un cuadrado, gana el lector. La X del poema nunca se despeja. El poema siempre interroga. Hilo suspendido en el Verbo, lenguaje de relucientes opacas monedas, madera húmeda, la red se atrapa así misma, en la palabra que la convierte en mariposa.
Blake, Mallarme, T.S., Neruda, Huidobro, Paz, Celán, Lezama Lima, Panero, Borges, Trakl, Quevedo, Parra, Vallejo, Rilke, Char, Donne, Villón, Cavafis, Rimbaud, Baudelaire, Verlaine, Bécquer, Pound, Mistral, Pizarnik, De Rokha, Rojas, Cardenal, el abanico produce un calor intenso y se funde, llamas, la poesía no tiene un solo ojo, Delfos, todo oráculo debe usar lentes con varios espejos retrovisores, porque el pasado no es vano pasar,
Todos estos poetas hicieron algo nuevo para mí y seguramente en la manga otros flotan con sus palabras queridas, revolotean detrás del río, sobre la hamaca que me mece esta mañana, en los días más oscuros, vividos, en las luminosas noches, su poesía, trabaja hondamente, construye la invisible huella en la señal intangible de lo que siempre permanece.
Todas las páginas, no son iguales. Esta es mi pista.
LA PISTA BLANCA
Mi mano no encuentra sus dedos,
el compás de tus dedos, mejor ni hablar,
muñeca ciega,
La música es mi debilidad
(me debilitan los boleros)
Mañana triste en el diván de madame Soledad,
un tango, el café no reúne el sueño.
El día es una pista de hielo,
resplandece en el giro que dan tus ojos,
Mis pies responden a tus pasos,
inmóviles, blancos, santos varones.
Un camino es la sombra y el paso,
su huella, no sabe y continúa.
La pista de hielo es blanca
y me mira lívida de miedo,
desconoce el movimiento de tus piernas,
mis guías eruditas en el hielo.
La sangre se calentará en segundos,
el día no está de humor,
un gris que no saluda a nadie,
la pista quiere soñar
que está en movimiento.
OH, AMOR
Mírame a los ojos,
bestia amorosa, mi doble.
No renuncies,
acaríciame fiel animal,
en el dolor compartido,
la distancia se borra.
Ponte en cuatro,
en fálica oración.
SEDA
Seda,
Soy yo,
el gusano,
vísteme.
QUIJOTE
Yo te he visto,
lo sé,
enjuto, soñador,
loco, loco.
Ah, ya sé,
en algún lugar de la Mancha.
LA RUINA, T.S.
La ruina es la misma, T. S.,
como podar un gran poema,
revivir una lengua muerta,
perder algo sin en verdad existiera.
El albañil puede soldar paredes,
pero dejar abierta la noche.
El poema es una esfera pálida,
bajo la azul angustiosa espera,
un circuito cerrado de estrellas muertas.
Todo caballo sin jinete sueña la libertad,
La estatua no corrije el futuro,
Piel muerta, ojo tuerto, cemento inservible.
Un poema, T. S., produce una nueva madera,
Es río bajo un puente donde fluye
y por mi dará un paso cada día
y en la piedra siento que resuena.
Una tierra no es baldía,
aunque uno muera.
DE RODILLAS
De rodillas al altar, la poesía,
Amor, cuerpos en cruz,
Ámame verbo en la feroz
escalera de los sexos.
Un gusano se queda con tu piel,
otro horada tu marzo fecundo
y ese soy yo,
La sombra del hueco
que arroja la luz.
Vela, enciende tu noche.
LA SIN PAR
Tú eres la sin par,
mi folletín del atardecer,
Musa soleada en el rojo espejo.
Te recuerdo en una taberna
y sólo se ve nieve,
Una nube imaginaria
de una Catedral que asciende.
Qué esperas ángel para volar,
soy el agua adivinada
en el bautizo de tu mano.
Un búho que arroja sus ojos,
en el pozo de un hilo sin punta,
que crece en la noche del poema.
POR QUÉ NOMBRAS LAS COSAS
Por qué nombras las cosas que no existen.
No preguntes, no preguntes.
Sal y agua, mi estatua si nombre,
La erigen tus palabras en mi garganta.
No mires, no mires.
El paisaje prefiere ignorar
las bisagras negras que abren la noche,
amarillo, gris, azul, el alba.
Abre un paréntesis sobre la almohada.
No digas, no digas.
Las palabras traerán más palabras.
POESÍA
Poesía no inventes, no digas,
no nada, la palabra,
mi putita traviesa,
robo tu fuego diosa,
abro tus piernas,
risa de sol, húmedo trece
tu roja ascensión.
Señora, desciende ahora,
sobre mí tu marzo
en el 41 de la fecha.
por nombrarte.