Texto: Carlos Yusti
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DORÉ |
Ese universo intenso y delirante que es El Quijote ha servido de soporte a muchos pintores, quienes han tratado de plasmar en su trabajo plástines plástico la travesía de un hombre ganado por los sueños y la locura, tan escasa estos días. En las primeras páginas de "Don Quijote de la Mancha", Miguel de Cervantes describe a los personajes principales. Realiza, si se quiere, un boceto sucinto de Alonso Quijano y de Sancho Panza. Sobre el primero escribe: "Frisaba la edad de nuestro hidalgo con los cincuenta años; era de complexión recia, seco de carnes, enjuto de rostro, gran madrugador y amigo de la caza". Con respecto a Sancho es más parco: "En este tiempo solicitó don Quijote a un labrador vecino suyo, hombre de bien (si es que este título se puede dar al que es pobre), pero de muy poca sal en la mollera". Aunque unas páginas más adelante Cervantes, cuando consigue los manuscritos de Cide Hamete Benengeli y los hace traducir, descubre una ilustración: "junto a él estaba Sancho Panza, que tenía del cabestro a su asno, a los pies del cual estaba otro rótulo que decía: Sancho Zancas, y debía de ser que tenía, a lo que mostraba la pintura, la barriga grande, el talle corto y las zancas largas, y por eso se le debió poner el nombre de panza y de zancas, que con estos dos sobrenombres le llaman algunas veces la historia". Esta descripción, unida a todo el cúmulo de incidentes que viven los personajes en la novela, sirve para que el lector se forme una idea sobre las características físicas y espirituales de los personajes. Para muchos artistas ¨Don Quijote de la Mancha¨ es un libro fecundo en imágenes, en situaciones rocambolescas y sorpresivas.
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POLLOCK |
Las peripecias de "El caballero de la triste figura" y su inseparable escudero han sido presa de pintores e ilustradores de toda índole. Hoy por hoy tenemos quijotes para escoger: surrealistas, pintados a lo pop, abstractos, expresionistas, ingenuos y un largo etcétera. El Quijote ha pasado por los estilos y técnicas pictóricas más variadas, hasta devenir en un tópico estético algo manoseado, en un producto kitsch, que pierde su espesor metafórico. En el pasado, algunos artistas tuvieron en la novela de Cervantes una fuente de inspiración profunda. Basados en su travesía, lograron interpretar la locura del Quijote como una abirragada y compleja poética de la existencia tensada en sueños, delirios y pasiones. El trabajo realizado por Honoré Daumier ha sido un fiel exponente de todo esto. Los grabados de Gustave Doré (con una estética plena en detalles y apegada con fidelidad al libro) reinterpretaron la épica exaltada que mueve al pobre Alonso Quijano. Otros artistas de la importancia de Paul Cézanne, Goya, André Masson abordaron las andanzas del peculiar caballero andante con una dosis menos detallista y se detuvieron más en la estética metáforica que los personajes ofrecían. Pintores como Jacson Pollock, Picasso, Dalí, Chagall, André Masson y Roberto Matta ofrecieron una visión menos trillada y más profunda en cuanto a la esencia del personaje, además se preocuparon por adecuarlo a sus motivaciones y estilos estéticos, ello permitió reactualizar a Sancho y al Quijote para ajustarlos a los nuevos y vanguardistas momentos que experimentaba el arte.
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DAUMIER |
Como era lógico, los pintores surrealistas tampoco escaparon al hechizo envolvente del Quijote, cuya locura florida e imaginativa estaba en sintonía con sus postulados. No obstante sus propuestas estéticas fueron sólo un vano intento por convertir al Quijote en un surrealista pionero y honorario al que era necesario devolver a su esencia de artista embriagado de espejos y delirios a pleno día. En la actualidad pintores menores, matatigres y pintamonas callejeros convierten al Quijote en un cliché, en un lugar común de la pintura debido a que la novela sigue sin ser leída, o en todo caso mal leída. Es un hábito recurrente dejar al margen el texto para aferrarse al mito y por esa razón Alonso Quijano y Sancho se convierten sólo en figurines recortables sin profundidad, ni ardor alguno. Un personaje literario es sólo eso. Idealizarlo para sacarle algún beneficio extraliterario, para convertirlo en espejo moral y ético, parece ser el trabajo sucio de los apologistas y hagiógrafos de la novela del Cervantes.
La mejor pintura es la realizada por Cervantes en su novela. Una pintura hecha de palabras, una pintura dialéctica que a través del lenguaje llega a ese sentido de lo humano, sin renunciar a ese noble ejercicio de la palabra escrita reinventando el mundo, vivificando y magializando la vida.