Esta frase es la que rezaba en la pared del cuarto del cantautor chileno Nino García, rayada con spray, mala letra, en su cuartucho - casa de la población La Victoria, cuando lo hallaron con la sien destruida luego de un certero disparo. El tipo no se había suicidado por exceso de talento, sino que por falta de trabajo, en la música, su vida, cantó en las micros luego de haber cantado en la OTI, pianista, y tantas otras cosas. Un familiar diría en el velorio: "En Chile hay mucho espacio para la mediocridad y poco espacio para el talento"...("En ese tiempo había que tener talento para no morir....(Pablo Azocar, "Natalia"). Y era cierto lo que decía.
Bueno, todo esto lo vi en un programa del canal 13, de esos "culturales" de los días domingo. La verdad es que yo no conocía al tipo, pero me sorprendió su talento, su bipolaridad, su rebeldía, su extralimitado poder creativo, más allá si me gustara o no su música, su marcado delirium tremens depresivo, que lo llevaría al cajón.
Pienso esto ahora que me entero que hace unos días murió el rockero argentino Pappo Napolitano (Pappo's Blues). El tipo iba en moto con su hijo y se mató (al niño no le pasó nada).
Cabe decir que este rockero llevaba años de trayectoria influenciando a miles de fanáticos y músicos con su guitarra y blues desenfadado ("sucio y desprolijo"), después de haber sido telonero de B.B. King...en realidad esto último no importa. Plaf, Pum, Tam, Fom, se murió. Ah, y también era talentoso el cabro. Biografías y páginas web en su honor lo recuerdan (y recordarán). Un baluarte del rock.
Entonces, qué decir: ¿dónde está el significado de todo esto?......¿la música?. Tengo muchos amigos músicos, yo mismo toco la guitarra y el bajo de forma "casera". Pero, ¿dónde está la esencia?. La muerte de estos locos no tiene por qué ser una señal, sólo un acto de traslado hacia la meditación intrínseca del acto musical. Después de la creación: ¿qué queda?. Mucho pues.
Queda la sensación hilarante, ese hilar mágico, el retorno a la gracia de la existencia, un motor enardecido, la transpiración del trabajo, el irse, el transportarse, el no ser más yo, ser música, una nota que suda, la introspección del otro yo, la improvisación y la visita.
En fin, el sábado estuve en una tocata de rock chileno (Tsunamis, Familea Miranda y Yajaira). Muy bueno y desenfrenado. Rock en su esencia, quizás no tan elaborado, pero tampoco simplista. Estilo y música, público en estado de hipnosis y locura. Eso es lo que sirve cuando estás vivo, vivo realmente, con ganas de escuchar y crear. Lástima que algunos compadres se vayan despacito, por el desfiladero del grito, creadores reales, unidos por melodías únicas, hijas regalonas de la existencia, hijas bastardas de la vida.