Por: Amada Espinoza Pardo
Humberto Soto, nace Santiago, realiza sus estudios de Licenciatura en Escultura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad de Chile. Fueron sus maestros de especialidad, Marta Colvín, Lily Garáfulic, y Julio Antonio Vásquez. En esa misma Universidad estudia Filosofía y castellano, desempeñándose durante 10 años como profesor de Escultura de la Facultad de Bellas Artes en el departamento de pedagogía, el que dirige desde 1969 a 1972. En 1973 es elegido director del departamento de Teoría y Enseñanza del Arte en la misma Facultad. En 1976, se traslada a Venezuela donde realiza actividades artísticas y docentes, hasta 1991 año que retorna a Chile, reinsertándose en la vida cultural del país a través de la Universidad de Concepción donde ocupa desde hace 4 años el cargo de director del departamento de Artes Plásticas y donde ejerce actualmente como docente.
"Tierra de Hombres" es el título de la muestra que Humberto Soto presenta en la sala Nemesio Antúnez de la Universidad Metropolitana, desde el 20 de Octubre al 30 de Noviembre. Sus obras se instalan como capítulos singulares de una historia visual y escultórica, surgida desde el recorte y la pasión de la memoria en este caso, articulada a través del concepto de retablos.
Si, con la materia pensada, infundida en las nociones de su tiempo, se plasma toda escultura, se entiende mejor porqué las obras de nuestro artista perciben sus relaciones interiores y exteriores en su propio entorno, porque él sonetiza la materia y cada una de sus piezas están dispuestas a dejarse rozar o penetrar por el aire, evocando un entrono libre para mirar el horizonte o reconocer las estrellas.
Sus obras dan la sensación de solidez y firmeza, provocan en el espectador las ganas de asomarse a su interior, estimulando el ejercicio de lo táctil y lo visual. Lo hueco de sus esculturas, es una forma espacial transitable; es una forma que se relaciona con el espacio exterior y con el universo. Vemos que lo compacto es la imagen de la síntesis de los volúmenes; abarcando la unidad, la fuerza y el peso de éstos, lo áspero también es la evocación de lo necesariamente primitivo, inicial y terrestre.
Las artes del fuego son inherentes a la escultura de este artista, su proceder no está muy distante del neolítico, pues para plasmar cada pieza, debe moldearla a mano en arcilla, después pulir, esgrafiar, escindir y luego secarla al aire libre para quemarla a unos mil grados de temperatura, dejando la arcilla mimetizada a la piedra.
En esta rica tradición, en la que la mano, los sueños, el mito y la historia tienen una máxima importancia, la sensualidad del escultor es la que se conecta con lo más sagrado del ser que -en este caso- el hombre, quien alcanza a tocar con sus sentidos y sus manos un rito que se hunde en lo mas primordial de nuestro origen. Las esculturas pueden estar hechas de muy diversos materiales, pero nuestro artista eligió el barro, esa cotidiana mezcla de tierra, agua, fuego y sus dedos bastan para dar vida a estas importantes piezas, que vemos en esta muestra. El material es la arcilla, la greda, la más accesible propia y primitiva materia para hacer arte. Esta materia que solo requiere de la mano y de un gesto, el gesto de amasar y acariciar para componer la pasta ideal, con el equilibrio perfecto, para que el fuego la vuelva dorada y firme.
¿Por qué se unió a la tierra misma es decir, a la terracota?
|
Porque este ha sido mi material de siempre. Como alumno trabajé piedra y madera sin mayor intensidad, también incursione en el concreto, con el cual realicé unos módulos para una exposición en la sala de Universidad de Chile en el año 1967. Todos los de nuestra generación nos formamos con el concepto del respeto a los materiales, y por ende a la naturaleza, conocer de sus características, de sus posibilidades y limitaciones; de su fuerza expresiva nos enseñó a valorarla a quererla. Desde muy temprano elegí la arcilla, por su ductilidad, lo que me permite moldear con rapidez, desde una maqueta a una obra definitiva. Comparando estas esculturas con las realizadas en otros materiales igualmente tradicionales (piedra, metal, madera), éstas resultan realmente frágiles, pero yo no desecho este noble material, porque hago con él lo que quiero y necesito, y ambos mantenemos un diálogo muy íntimo y personal; siendo la terracota una pasta cerámica con base de arcilla y otros elementos que permiten mejor moldeado, secado y cocción, yo no uso engobes, tan solo agrego en algunos casos una pátina de tierra y cera para unificar el color.
¿Y los retablos que significado tienen en su obra?
El retablo es algo que cuenta un historia, un suceso, algo que detiene el implacable curso del olvido. Estos provienen de la tradición plástica, arquitectónica, y del barroco, y llegaron a América en manos de experimentado y cansados viajeros, quienes contabas los sucesos más importantes de sus culturas, con toda suerte de elementos encontrados en su camino. Así los retablos operaban como las maquinarias de las que habla Michael Foucault, a propósito de Roussel, para atravesar reinos, mantener las cosas en el ser, conservar las imágenes, guardar la herencia y los derechos, preservar las glorias, traer mensajes y en aleación con los ángeles, proteger y devolver lo sagrado que hay en toda pequeña existencia aquí en la tierra.
Mis retablos están llenos de perfectas y pequeñas figuras amasadas con delicadeza y lirismo, de texturas lisas, suaves o ásperas, en ellas todo murmura, calla y cuenta, protegido por la mezcla amparadora, circunscrita por pequeñas defensas de barro con las cuales protejo y me protejo. Estas obras son lugares comunes, relatos del pasado, recogidos en el saber y la imaginación popular, en los fuegos de la historia y potenciados por el principio de la vida. Hay un gran encuentro creativo, un maridaje y unas bodas de lo sagrado y lo profano, lo alto y lo bajo y de las muchas sangres derramadas. En ellos los cuatro puntos cardinales se asoman para hacer del mundo un lugar más poblado, familiar y reconocible, puesto que recontribuyen a rearticular una red de variantes que nos devuelven el origen, una genealogía y una filiación que no discrepa con la afiliación a otras posibilidades.
Háblenos de su estadía fuera del país.
El estar muchos años fuera de mi patria, me permitió apreciar muy de cerca las colecciones venezolanas de esculturas, dispersas en bastos espacios abiertos e incorporadas a la cotidianidad, por cierto es posible admirar en esos espacios, en parque y avenidas, en las estaciones de metro a escultores venezolanos tan importantes como Marisol escobar, Jesús Soto o Cornelis Zitman. En Venezuela tuve la oportunidad de realizar algunas obras y exponerlas en salas de exposiciones y encuentros de escultores.
Desde ese tiempo he incorporado la figura humana en mis obras, había que sacar el dolor a través de éstas, fue así como aparecieron, mujeres, hombres fuerte y desafiantes, niños sanos, amados y protegidos por sus padres, logrando con esto una encarnación corpórea petrificada para eternizar su transitoriedad. Estos seres habitan sus moradas y están en armonía entre si, relacionados con los otros y con la tierra; logrando imponer el volumen dueño del espacio por sobre el color y la textura, de esta forma puedo revelar lo táctil, porque nada es independiente de la mano y la voluntad del artista, Cada construcción denota equilibrio y estabilidad de materiales, por lo demás es imposible desconectar estas esculturas del universo mismo.
Aludiendo a este tema, tengo una obra que se titula "Ángel", éste se encuentra atado de los pies impidiéndole volar y está sometido a los dolores y angustias de un San Sebastián traspasado por innumerables flechas, sin embargo él sigue moviendo sus pequeñas alas infantiles como de mariposa atrapada por un destino cruel; ésta es una de las obras que contiene más emoción, hay depositada en ella una carga irreductible de dolor y angustia que envuelven a este Ángel, representado aquí por el hombre.
Sin duda alguna Humberto Soto, tiene una enorme habilidad de moldear formas estructuras y motivos, mover la pasta húmeda entre sus dedos perfectamente acondicionados a este oficio mantenido en el tiempo, aparentemente sin esfuerzo cualquier vacilación y toda duda en cuanto a la definición de un volumen determinado parece estar superada, parece secretar producir sus terracotas naturalmente como lo haría una glándula en la producción de una hormona. Es impresionante verle trabajar, reír y conversar, mientras de sus manos diligentes emerge; el hombre en todo su entorno, retablos con historias increíbles, pájaros, flores, ángeles y un sin fin de obras creadas por este gran artista.
La muestra consta de 16 piezas en terracota, las que inicialmente fueron presentadas en la Pinacoteca de Concepción, ahora se presentan desde el 20 de octubre, hasta el 30 de Noviembre, en la sala Nemesio Antúnez, de la Universidad Metropolitana, de la Ciencia y la Educación (José Pedro Alessandri 774, Macul) para continuar a la ciudad de Talca en Marzo del 2005, todo esto gracias al auspicio de la Universidad de Concepción.
Si desea comunicarse con Humberto Soto, puede hacerlo a : jaimsoto@udec.cl