Desde Cancún, México, Mariel
Turrent Eggleton.
En el Hall del Teatro de Argentina,
en las jornadas teatrales que realizaba Darío Fo, mientras
discutía con un grupo de jóvenes, sufrió la agresión
más grande de la que dice haber sido víctima sin defensa.
Según cuenta Darío Fo, hablaban sobre la manera en que
se puede provocar al público dentro de una obra teatral para
arrancarlo de su pasiva escucha. Entonces, una joven se levantó
y diciendo una serie de injurias, acusó al grupo de utilizar
de manera puramente mecánica la interpelación directa
al público; este género de provocaciones, dijo ella,
quedan fuera de la obra de teatro verdadera y así mencionó
una serie de ejemplos donde, a su parecer utilizan la técnica
de los prestidigitadores que quieren preparar sin ser vistos su próximo
truco. Para Darío Fo, esto fue una verdadera agresión.
La joven pidió que le explicara si entendía por épica
esa manera de interpelar al público y arrastrarlo en un juego
de provocaciones. ¡Su golpe de gracia! Pero gracias a este incidente,
el autor nos presenta la Franca Rame con la que contesta su pregunta
a la joven insolente que se atrevió a provocarlo.
Franca Rame es una hija del espectáculo.
Comienza a hacer teatro a los ocho días de nacida en los brazos
de su madre. Hacía el papel de la hija de Genoveva de Barbant.
Imagino que no decía gran cosa.
Por casualidad, más tarde,
cuando todavía era una niña, comenzó a participar
en otros textos clásicos de Shakespeare. Su actuación
venía de una práctica natural fundada en modelos simples.
El teatro no le imponía búsquedas de estilo. Había
aprendido a moverse y a hablar en escena. Casi sin darse cuenta, aprendió
los personajes al escucharlos de boca de su madre y hermanas, noche
tras noche. Actuar era para ellos tan normal como caminar o respirar.
Después, al pertenecer ya al grupo de teatro de compañías
importantes, se pudo constatar que tenía un estilo más
puro y eficaz que aquel de los actores de renombre con una cadencia
naturalista que canturreaban.
"Eramos farsantes dotados
para la comunicación..." dice Rame " Ni una palabra
se estrellaba en el escenario, todo se proyectaba al público".
En sus comienzos en el teatro oficial,
tenía vergüenza de su tendencia constante a la improvisación.
Habían logrado persuadirla de que esta era una manera inclulta
y un tanto grosera. Mucho más tarde descubrió que era
un atributo del teatro popular. Experimentó una gran admiración
y afecto por Bertolt Bretch después de haber leído la
famosa frase "El pueblo sabe expresar en arte las cosas profundas
con simplicidad. Hay también los intelectuales que en un revoltijo
complicado, no logran expresar más que ideas profundamente
vacías".
Por tanto, con la experiencia que
tenía, no sabía nada de la provocación directa.
No formaba parte de su teatro. Evidentemente, ellos eran espontáneamente
épicos, montaban personajes en lugar de identificarse con ellos.
"Solo mi padre, que era el "capocómico", sabía
dirigirse directamente al público, entretenerlo, provocarlo
con sus prólogos (pero nunca lo hacía en la representación
propiamente dicha). Nosotras, las mujeres de la compañía,
actuábamos, nos ocupábamos del vestuario, de la caja,
ayudábamos a montar el material del espectáculo, ocasionalmente
nos dedicábamos a la casa y hacíamos la comida. Pero
en escena, nunca osábamos dialogar con el público".
Franca Rame por lo tanto, siguió
asumiendo el papel de la actriz que no se involucra en la provocación
y en el diálogo directo, incluso cuando después junto
con Darío Fo formaron su propia compañía teatral.
No fue sino hasta el momento en
que decidieron dejar el círculo oficial, que Franca Rame aprendió
a entretener al público y a dirigirse directamente a él.
El paso no fue fácil. Interactuar con el público para
alguien que nunca lo ha hecho, resulta penoso. Aprender a dirigirse
directamente a la a gente, verles cara a cara, dialogar con ellos,
es mucho más difícil que hacer un monólogo.
Y he aquí donde encuentra
la respuesta la joven que preguntó qué sentido tiene
el dialogar con el público. Todo depende de la manera en que
se haga. Podemos hacerlo no importa como, o con invención y
estilo. Que se trate de un truco de prestidigitador para distraer
al público mientras se prepara la escena con efecto, y que
ese truco esté enteramente desprovisto de significación,
es totalmente falso.
Si quieres comunicarte con Mariel Turrent Eggleton puedes escribir
a: mte@qroo1.telmex.net.mx