Por:
Fran Ilich*
![](articulo56b.jpg) |
Alexei
Shulgin y el teclado de su 386/dx |
Tan
lejos de Mesoamérica y tan cerca de San Diego, los jóvenes
tijuanenses y futuros hackers veían a sus amigos de la prepa
apedrear a los migrantes y se dolían de ya no poder usar
máscaras en jalogüin . Pero también se lamentaban
de que cualquier gringo con dinero tuviera más libertad que
ellos en su
propia ciudad. Luego, bebieron de mil fuentes y decidieron lanzar
un ataque físico, virtual y a través de los medios
a ese muro la barda que separa ambos México de Estados Unidos,
al que llamaron Borderhack . Echaron unos cables de computadora
por debajo de la barda y...
LA
HISTORIA QUE VOY A CONTARLES trata sobre cómo vencimos el
miedo una tarde de diciembre de 1999 y decidimos que era hora de
comenzar a jugar, a trabajar, con esa pared metálica entre
México y Estados Unidos. La que nos recuerda que hay quien
nos considera humanos de segunda clase
(norteamericanos del lado pobre); como si la era medieval nunca
se hubiera ido y los pobres aldeanos tuvieran que trabajar día
a día para que el imperio y la corte tuvieran resuelta su
vida en el interior del castillo, mientras afuera reina otra realidad,
la que permite que California tenga unos jardines hermosos y que
el servicio doméstico sea más accesible que en otros
países.
Al
principio, pensar en hacer un Borderhack era tan absurdo que ni
siquiera nos tomábamos en serio cuando lo imaginábamos.
Hay cosas que se pueden pensar, pero no llevar a la práctica,
y una de esas cosas era jugar con la frontera México-Estados
Unidos. Lo único que podíamos hacer al llegar a la
frontera era poner nuestra mejor sonrisa cuando nos pedían
el pasaporte y recordar que por lo menos podíamos cruzar.
Claro,
años atrás habíamos hecho de todo, como cualquier
tijuanense: cruzar como american citizen , pasar unas horas en Inspección
Secundaria porque llevábamos algún libro del infame
Timothy Leary o porque cruzábamos con un papá que
había obtenido el estatus de american citizen gracias a la
famosa
aministía Simpson-Rodino o porque un perro nos ladraba por
aquella comida podrida que había anchado el asiento horas
antes.
La
frontera nos había enseñado muchas cosas, una de ellas
era que haber nacido a escasos kilómetros al norte nos habría
dado la posibilidad de una mejor educación y una mejor calidad
de vida. Pero que al nacer de este lado no nos quedaba otra que
ser cómplices de la sucesión gubernamental que llevaba
haciendo de las suyas desde que los criollos lograron su independencia
en 1810.
No
tengo idea si siempre fue así en Tijuana hay quien dice que
no, pero conforme fuimos creciendo, comenzamos a ver nuestras opciones
reales: ser mano de obra barata para maquiladoras o héroes
temporales de la narco-cultura. Como Mark Renton (el personaje de
las novelas de Irvine
Welsh), literalmente ³decidimos no elegir². La generación
TLCAN se había quedado sin opciones y, estando a miles de
kilómetros de la Mesoamérica de fin de milenio, sólo
quedaba mirar hacia el Norte para deslumbrarnos con los reflectores
que la Border Patrol apuntaba hacia México.
Hay
que recordar que en los noventa ser joven en Tijuana era suficiente
tragedia por sí misma. Teníamos un gobierno panista
que ponía en práctica sus ideas en nuestra realidad:
no había espacios donde convivir más allá de
los centros comerciales (lo que significaba llevar dinero para gastar).
Y las calles eran aterrorizadas por un Grupo Táctico con
pistola, que iba uniformado de negro y que detenía a jóvenes
en las calles sólo por su forma de vestir o por no llevar
identificación.
Mientras,
todo mundo olvidaba que los hermanos Arellano Félix existían
y los medios de información distraían a la ciudad
entera con la guerra anti- graffiti . Curiosamente, cualquier gringo
con dinero en la bolsa podía convertir ese infierno en un
lugar feliz en la Avenida Revolución.
Fue
por aquel entonces cuando la fiesta de Halloween comenzó
a desaparecer: el 31 de octubre prohibían salir con máscara
después del atardecer y a cambio nos conminaban a celebrar
el Día de Muertos, una fiesta que resultaba artificial en
tierra natural de la transcultura.
Tijuana
nunca fue Mesoamérica. En sus inicios ya era un casino para
turistas alcoholizados. Entiendo los esfuerzos que hacen la SEP
y el gobierno para imponer la cultura del centro, pero no los respeto.
En fin. No se puede entender Tijuana sin San Diego, la ciudad que
se encuentra justo del otro lado de la pared. Y, sin embargo, intentar
justificar a San Diego tomando como punto de partida Tijuana no
tiene mucho sentido, incluso en años recientes, cuando su
economía depende tanto de los mexicanos sonrientes que se
visten de alliens para cruzar las frontera y comprar de todo: desde
gasolina hasta whatchamacallit, pasando por casi cualquier cosa
que nuestro accidentado peso todavía permita comprar.
La
militarización de la frontera es un fenómeno relativamente
nuevo y esa barda metálica que nos separa de Estados Unidos
no existía hace 20 años. En 1992, mi hermana y yo
acompañamos a un grupo de activistas a pintar en ella: ³Si
el muro de Berlín cayó, éste por qué
no². Esos eran los días en que
familias enteras abandonaban tan rápido como podían
el México que les negaba una existencia digna. Por un lado
tenían que cuidarse de la Border Patrol , por el otro, de
mexicanos que los miraban con disgusto. Mis compañeros de
prepa acostumbraban salir a apedrear migrantes después de
jugar basquetbol, y si les preguntábamos por qué,
decían: ³Son los traicioneros que se van², o algo
por el estilo.
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Aprender
a jugar
Nuestra
experiencia con Borderhack no fue tan extrema. Comenzó como
una idea y accidentalmente terminamos poniéndola en práctica.
Leyendo Nettime me enteré de los bordercamps que organizaba
Florian Scneider con Kein Mensch ist illegal (Nadie es ilegal) en
la frontera alemana con Polonia y la República Checa (en
los bordercamps se reunían grupos de artistas y activistas
durante una semana. Básicamente, lo que hacían era
irrumpir en estas fronteras. La diferencia con Borderhack es que
ellos trabajaban desde
el país a donde los migrantes intentaban cruzar Alemania).
Pero
supusimos que sería casi imposible hacer algo así:
por un lado no nos venía a la mente que algún tijuanense
nos quisiera ayudar a hacer semejante cosa: todos habían
escuchado historias sobre algún amigo de un amigo de un amigo
de la tía que había perdido su visa por casi nada.
Teníamos claro que
estábamos solos.
En
un principio, lo que nos movió a actuar fue la inspiración
y la nostalgia que algunos sentimos por el movimiento de graffiti
tijuanense, lidereado por grupos como Hecho en México (HEM)
y Decorando la Ciudad (DLC), quienes, además de poner colores
a las paredes grises, llegaron a hacer graffitis
bastante significativos en sitios como la bandera del palacio municipal,
la pared más alta de la garita de alta seguridad de San Ysidro,
justo para que la Border Patrol portara en su frente los colores
del descontento de la tijuana pocha , y en el interior del cuartel
del Quinto Batallón de Infantería.
Pensando
en estas cosas y viendo que la tradición literaria de la
frontera México-Estados Unidos estaba un poco atascada y
que no se veía mucha posibilidad de que unos escritores treintañeros,
que seguían pensando que eran tan jóvenes como 10
años atrás, atacaran la frontera, un grupo muy reducido
de amigos nos dispusimos a hackearla.
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Cuarto
de máquinas |
Pensamos
que tenía que ser algo simbólico, como cuando Sueño-Kenos-HEM
subió desde el lado de San Ysidro a la garita de alta seguridad
cuasi-militar y la graffiteó de tal modo que todos los que
cruzaban hacia Estados Unidos veían el tag que este país
portaba en sus narices. El problema para la gente de la
Patrulla Fronteriza y el Servicio de Inmigración y Naturalización
es que no podía verse las narices. Tardaron poco más
de 24 horas en borrar el graffiti Eso fue en 1994 y dicho acto no
se repitió. Y eso era nuestra inspiración. Eso. Eso
y el hecho de crecer en esa tierra violenta proto-campamento beduino-semi-ciudad
que todos los días se inventaba algún mito para seguir
adelante.
El
proyecto lo llamamos Borderhack y era un ataque físico, virtual
y a través de los medios masivos a esa pared fronteriza.
Era un proyecto en tres fases muy simples, pero muy tangibles.
Sabíamos
que perderíamos, pero también que de una pelea nadie
sale limpio, por lo menos algún rasguño tenían
que llevarse. También sabíamos que no queríamos
ganar, que nuestro enemigo no era Estados Unidos, sino el propio
gobierno mexicano que ha permitido que la pobreza llegue tan lejos.
También
conocíamos otra tradición, la de los performanceros
y poetas que en años anteriores iban a la frontera a fumar
marihuana y jugar con un spanglish inauténtico, que consistía
en decir palabras que les sonaban cool; sabíamos también
que muchos de ellos habían viajado hasta allá para
encontrar algo del oro que la frontera prometía.
No
era nuestro caso, habíamos crecido allí y conocíamos
el racismo de primera mano, el ser ciudadanos de segunda clase.
Sabíamos que 10 pesos eran un dólar y que 10 mexicanos
juntos no valían lo que un american citizen. Recordábamos
perfectamente las cacerías de mexicanos de principios de
los
noventa, y aquellos momentos en que familias enteras, del abuelo
al recién nacido, decían adiós al México
que gobernantes corruptos saqueaban de forma sistematizada y profesional,
y que esta pobre gente tenía que abandonar en busca de una
vida mejor (pagando los platos rotos y además quedando marcados
casi como traidores por no continuar sufriendo como nos habían
enseñado a hacer los españoles católicos durante
la Colonia). Familias enteras corrían 24 horas al día
por el freeway 5 hacia el norte, huyendo de esa triste realidad
mexicana. De ahí nacieron esas señales de mexicanos
corriendo por las autopistas. Muchos murieron atropellados, muchas
familias se separaron para siempre.
Entonces,
lo que hicimos fue organizar una lista de correo donde conspiramos
con la gente de ®tmark, Electronic Disturbance Theatre, Laboratorios
Cinematik y los Taco Shop Poets para armar nuestro primer proyecto.
Aquella
tarde de diciembre de 1999 fue nada en comparación con las
acciones que nos inspiraron. Conseguimos electricidad de donde pudimos
y presentamos un concierto del net-artista moscovita Alexei Shulgin.
Alexei
y el teclado de su computadora estaban prácticamente solos
en San Ysidro. El cable del teclado cruzaba el muro hasta Tijuana,
donde teníamos un concierto en forma. Hasta que Alexei tuvo
que huir por la presión de los agentes de la Border Patrol.
Afortunadamente, el concierto podía continuar
sin él, pues se quedaba su vieja 386/dx, un aparato al que
había programado para que interpretara canciones míticas
de ese rock que hablaba sobre libertad e ideas utópicas,
el rock con el que su generación soñaba en la difunta
URSS.
Del
lado mexicano, Natalie Bookchin, Cybercholito y yo nos encargábamos
de que la computadora, el video y el sonido funcionaran, de que
no se detuviera la voz y la música que Alexei había
programado en esa triste computadora con un disco duro de 40 megabites
y que tocaba canciones como Imagine y Anarchy in the UK , con toda
la frialdad y desencanto con el que programas tan rudimentarios
como Notepady y Midi pueden expresarse. El público mexicano
estaba desconcertado. Poco a poco comenzamos a entender cómo
jugar a hackear la frontera.
Fue
nuestro primer paso.
Meses
después, en agosto de 2000, logramos el primer Borderhack.
En la muralla
Montamos nuestro equipo e hicimos un campamento donde había
algunas computadoras. Conseguimos nuestras líneas telefónicas
en pleno campo de batalla con ayuda de amigos hackers expertos en
ingeniería social, y dejamos que durante tres días
la gente utilizara estas líneas para comunicarse con
sus parientes en pueblos y ciudades lejanas (dábamos servicio
gratuito de larga distancia sin límite de tiempo a través
de varios teléfonos a la vez).
Organizamos
juegos de policías y ladrones con la Border Patrol, en los
que cruzábamos la línea y regresábamos, una
y otra vez (¿adivinen quiénes eran los policías
y quiénes los malos?).
Algunos
activistas organizaron un Border Radio para que la escucharan los
que manejaban a Estados Unidos, a quienes repartíamos volantes
informativos sobre la frecuencia radiofónica.
Inspirados
en aquel ataque cibernético que organizó el Electronic
Disturbance Theatre, simultáneamente contra la bolsa de valores
de Frankfurt, el presidente Zedillo, el Pentágono y la Casa
Blanca, dejamos que los navegadores de miles de computadoras del
mundo hicieran de las suyas a
un servidor de la Border Patrol . La acción fue apoyada con
el FloodNet, un software especial que emula a las multitudes manifestándose
físicamente pero con una metáfora digital. Ricardo
Domínguez, el temido cyber-zapatista, estaba allí
con su coolness eterno.
Durante
tres años instalamos el campamento. La última vez,
en 2002, recibimos un mail del secretario del Departamento de Arte
y Tecnología (DAT) de Estados Unidos. Nos proponía
abrir la frontera en el lugar donde se hace nuestro campamento.
Como un acto simbólico, dejar que la gente circulara libremente
durante tres días. Un hermoso prank , perfecto para los medios.
Y es que el DAT es un grupo de artistas pranksters , que se dedican
a hacer comunicados de prensa y acciones diplomáticas como
ésta.
Durante
los tres años que duró el Borderhack , hubo muchísimos
resultados:
grabaciones de audios, obras de arte, un especial de ensayos en
Wired News, una muestra de arte y textos online , que incluso dos
años después sigue recorriendo el circuito de los
museos y festivales que trabajan el tema del media-art. Otro de
los resultados fue un videojuego sobre la experiencia del
mexicano que tiene que pasar obstáculos para llegar a un
campo de tomates donde hará realidad lo que siempre soñó
(el videojuego fue creado por Blas Valdez y yo).
Hubo
muchas experiencias, algunas tan simples y fuertes como cuando intentaban
mojar nuestras computadoras y aparatos con su sistema de riego de
jardines (no se nos había ocurrido que una simple manguera
podía acabar con nuestra zona autónoma temporal: éramos
tan frágiles), asustarnos con sus
helicópteros que volaban muy cerca de la tierra, o cuando
agentes de la Border Patrol intentaban cuestionarnos a través
del cerco, llamándonos por nuestros nombres.
Pero
lo más importante era que este evento era un espacio para
que los activistas de distintas ideologías y ciudades que
trabajan con la frontera se reunieran a dialogar, a dar talleres
acerca de sus distintas áreas de expertise , y a la vez llamar
la atención de los medios.
Es
imposible negar la fuerza que tiene el reunirte justo en la pared
y ver cómo ésta se sumerge en el océano Pacífico.
La situación difícilmente se presta para decir cosas
completamente absurdas, o los típicos discursos demagógicos,
porque el paisaje por sí mismo coloca a todo en su lugar.
El
proyecto consistía en una plataforma para reunir iniciativas,
grupos, células, personas y atacar el tema de la frontera
desde todos los ángulos posibles. Había conferencias
sobre el aspecto ecológico de las maquiladoras en la franja
fronteriza, las mujeres, los migrantes, los derechos humanos,
presentaciones de arte, y películas y música durante
la noche.
El
Borderhack puede continuar
PARA
MAS INFORMACION:
Borderhack: http://borderhack.org
Borderhack Attachment :http://delete.tv/borderhack/attachment
386/dx (alexei shulgin): http://easylife.org/386dx/
kein mensch ist illegal :http://www.contrast.org/borders/kein/
Beaner (videojuego): http://delete.tv/beaner
Departamento de Arte y Tecnología: http://usdat.us
Orden ejecutiva para abrir la frontera (Departamento de Arte y
Tecnología)
http://www.usdat.us/order_08-06-02.html
*Escritor y artista de medios tijuanense.
Fotografías: Archivo del proyecto Borderhack