Por: Rúbila Araya
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"Baño
de muchachos, 1892"
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Verano,
esos meses del año en que el cuerpo, la mente y
el alma, piden a gritos huir del agobio que causa el calor cuando
nuestra actividad diaria se realiza en algún
abrasador edificio de
la ciudad o cuando debemos transitar tardes eternas en medio del cemento,
la gente y el ruido, mientras el sol derrite nuestras espaldas. Verano,
qué ganas de escapar.
Entonces, nuestra imaginación viaja a un lugar en que el agua
y la brisa se conjugan para brindarnos una sensación de total frescura
y serenidad, enmarcada por una atmósfera que envuelve y no termina,
tal como las obras de Peter Severin Krøyer, que nos llaman a formar
parte de bellos e irresistibles escenarios, donde los instantes parecieran
durar por siempre.
Como los realistas escandinavos, este
pintor danés, supo plasmar los momentos: reuniones familiares, juegos
de niños, el trabajo, las expresiones del rostro, la soledad. Pero sus
playas, sus playas capturan, provocan introducirse en el cuadro o volar
al encuentro de ese paisaje
existente en alguna parte del norte y vivir esa placidez en armonía
con el entorno.
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"Playa
de skagen, 1895"
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No es fácil encontrar sus datos biográficos,
pero sí, tener acceso a su obra.
Krøyer vivió entre 1851 y 1909, a los 13 años entró
a estudiar en la Academia de Arte de Copenhague y a los 26 dejó Dinamarca para vivir por un tiempo en París, donde
fue alumno de León Bonnat. La irrupción en el ambiente artístico de
su país fue a partir de 1880, periodo en que se instaló a la cabeza
de la vanguardia, al dejar atrás una pintura nacionalista y romántica
de carácter realista, por un estilo más naturalista.
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"Tarde
de verano en la playa, 1893"
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Fue maestro en la Escuela Libre de
Estudios para Artistas y uno de los fundadores de la Exposición Libre;
gozando de reconocimiento y celebridad, vivió desde 1882 entre Copenhague
y Skagen. En los estíos de esta última se inspiró para pintar la mayoría
de sus nostálgicas costas decimonónicas.
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"Playa
de Skagen, 1889"
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La arena y el mar de Skagen, pero también
sus personajes, sus niños, sus mujeres y sus pescadores, insertos en
crepúsculos solitarios y brillantes mediodías, conformaron las imágenes
que P.S. Krøyer contempló y perpetuó.
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"Pescadores
en la playa, 1891"
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No hay mucho que escribir
sobre este danés, la información es poca. Pero no importa, están sus
obras. Y en verano, qué ideales
se ven sus playas.
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"Tarde
de verano en la playa, 1893"
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