Por:
Fernando Millán
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"He
sido yo"
de Antonio Gómez
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La pintura abstracta es, sin duda,
una de las grandes aportaciones del arte del Siglo XX. Desde luego,
es uno de sus aspectos mas conocidos y publicitados. Esta importancia
hace, sin embargo, que otros fenómenos igualmente esclarecedores
para entender la verdadera naturaleza de este siglo, permanezcan
a menudo en la sombra y sean por lo tanto menos conocidos. Así sucede
con la tendencia de sentido contrario a la abstracción: La que trabaja
por la concrección y materialización del arte, la poesía y la música.
Ambas tendencias se oponen, y en cierto sentido, se complementan.
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"Guardanapo"
de Antonio Gómez
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Esta oposición estructural no significa
necesariamente que el poema objeto y en general las variantes
de la poesía visual, el poema acción, las instalaciones,
etc...,y otros géneros que tienden a la concrección y materialización
del pensamiento, no sean también productos de un "arte de ideas",
y habitantes por derecho propio de lo que desde comienzos de los
años ochenta conforma el Territorio Conceptual. Es cierto que para
los comisarios del poder cultural, la poesía experimental en cualquiera
de sus variantes es considerada como un inmigrante ilegal,
dentro del mundo del negocio del arte y sus espacios elitistas.
Sin embargo, los datos mas objetivos de la historia (mas allá de
las versiones cosificadoras de la historiografía profesoral) son
incontestables. A nosotros hoy nos interesa especialmente uno de
los productos menos conocidos de esa tendencia materializadora:
El poema objeto.
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"Corazón
de niño" y "Corazonada" : Obras de
Antonio Gómez
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"Desata
el nudo
que te ata"
de Antonio Gómez
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Como en el resto de las aportaciones
decisivas del siglo XX, el origen del poema objeto está en
Marcel Duchamp: su defensa de un "arte de ideas" frente a un "arte
retiniano"es la columna vertebral de la transformación artística
de la que aún vivimos.
La evolución del poema objeto
pasa por el surrealismo (André Breton fue el primero en utilizar
en el año 29 esa denominación para un collage objetual) y su popularización
del objeto surrealista. No es por ello casualidad que los
dos artistas mas conocidos como autores de este nuevo género, sean
dos surrealistas convencidos. Me refiero al belga Marcel Mariën,
y al catalán Joan Brossa, componentes ambos de la segunda generación
surrealista.
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"Acirema"
de Antonio Gómez |
Mariën, poeta e íntimo amigo de René
Magritte, empezó a producir en los años cincuenta una serie de objetos
cotianos transformados, con un sigificado muy próximo a las obras
de este pintor de un surrealismo "popular". De hecho, estamos ante
auténticos ideogramas que utilizan la descontextualización como
elemento generativo.
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"Gran
reserva" de Antonio Gómez
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Por esos mismos años, Joan Brossa,
miembro fundador del principal grupo surrealista nacido en España,
Dau al set, transformaba pequeños objetos contidianos en materia
poética. Fiel al principio dadá del poema encontrado, Brossa
ejercía de pequeño dios, dándole un nuevo nombre (esto es indentidad)
a lo desgastado, a lo innominado de puro conocido.
Desde finales de los años sesenta,
el poema objeto empezó a ser un nuevo género, dentro de las
tendencias de vanguardia, objetivo habitual de esperimentación para
muchos autores en España. Entre todos nosotros, Antonio Gómez destacó
desde el primer momento por su profunda comprensión de los mecanismos
sintácticos del objeto poético significante. Sus obras han aunado
siempre la economía sintáctica con la eficacia ideográfica. Hábil
degustador de los objetos mas cotidianos, consigue encontrarles
un punto de vista inédito, descubrirles aspectos ocultos a pesar
de todo. Continuando fielmente el oficio milenario del poeta, trasmuta
materias desleznables, hasta convertirlas ante nuestro ojos en una
nueva realidad.
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"Camada
de víboras" : Obra de Antonio Gómez
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"Muestrario
1" de Antonio Gómez
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El objeto del poema no ha cambiado
en nuestro siglo a pesar de las apariencias. Antonio Gómez sigue
cumpliendo la función subversiva y esclarecedora de los poetas de
todos los tiempos: Ahora el poema puede ser un objeto, pero un objeto
que nos libera de lo anodino y de lo precario, y nos recuerda que
sean las que sean la circunstancias, la semilla de la libertad está
siempre en nuestro corazón.
Las palabras no han sido abandonadas
por los poetas. Ahora se ven acompañadas también por los objetos.
Esto puede parecer una peccata minuta,
pero como podrá comprobar el atento
lector, desde luego, no lo es...
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""Pájaro
de canto cuadrado" y "Pájaro campanilla"
Obras de Fernando Millán"
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Fernando
Millán
Prólogo del libro Peccata
minuta, Editora Regional de Extremadura. Mérida 2000