En la literatura europea
contemporánea uno se encuentra un amplio y generoso arco iris de
grandes estrellas de la novela, pero se trata de novelistas que
han decidido abordar los problemas de la cultura con una perspectiva
totalmente novedosa, novedad que reside en una sensibilidad inédita
y de imprevisibles consecuencias estéticas así como culturales.
Uno de esos autores que
llegan a nuestras vidas para quedarse es precisamente W.G. Sebald
(Alemania 1944- Inglaterra 2001). Poco conocido en el mundo latinoamericano
(habré leído tal vez una nota necrològica recientemente publicada
por el escritor nicaragüense Sergio Ramírez Mercado), el escritor
alemán vivió en Inglaterra desde 1966 hasta su muerte en diciembre
del año pasado.
Profesor de literatura
europea en la Universidad de East Anglia, Sebald se dedicó sistemáticamente,
durante años, a tratar de entender el peso especificó que tiene
la cultura de los muertos sobre la cultura de los vivos, como él
mismo decía. El caso de su patria fue el mejor ejemplo que pudo
haber escogido. Como parte de la mal llamada "literatura del
Holocausto", la figura de Sebald es decisiva para todo aquel
que esté realmente interesado en la historia de la cultura reciente.
Otros dos escritores de la misma estatura, aunque muy lejanos a
las preocupaciones de Sebald, pero igualmente integrados con la
historia de sus tiempos, son el italiano Claudio Magris (1939- ) y el surafricano John Michael Coetzee (1940- ). En
ellos, como en Sebald sin embargo, las aspiraciones de universalidad,
una preocupación que creíamos del pasado, han hecho de nuevo su
aparición en un tratamiento distinto de lo que se conoce como "literatura
transgenèrica", o esa compleja y riquísima mezcla de ensayo,
novela, libro de viajes y poesía que ha hecho a estos escritores
mundialmente famosos.
II
Pero nuestro interés por
Sebald va mas allá de los incuestionables meritos literarios de
su oficio, y aún de su valoración del legado de la dictadura nazi
en su país (1933-1945). Con Sebald el historiador de la cultura,
y el crítico social también, encuentra una paleta de riquísimos
colores para tener una comprensión màs profunda del signo de los
tiempos: el totalitarismo. Las creaciones de este talentoso novelista,
a quien he leído fundamentalmente en inglés y francés, en gran parte
debido a que sus traducciones al español no son realmente buenas,
lo introducen al lector en un nivel de la sensibilidad estética
del siglo XX pocas veces trabajado antes por intelectuales europeos
de distinto rango lingüístico y cultural.
En América Latina tenemos
una larga tradición de escritura sobre nuestros dictadores y dictaduras.
Pero las generaciones europeas posteriores a la Segunda Guerra Mundial
(1939-1945) abordaron un tema similar con tremendos escrúpulos de
conciencia y una culpabilidad pocas veces disimulada. Resulta que
la complejidad y el nivel de penetración en el que han quedado los
temores, la vergüenza y las inhibiciones producidas por Auschwitz
y su herencia son incalculables y difíciles de evaluar en toda su
dimensión. No en vano Theodore Adorno decía que después de haber
imaginado los campos de concentración nazis, la sociedad contemporánea
estaría inhabilitada para escribir poesía de nuevo. Sin embargo,
Sebald intentó lo contrario, a pesar de las acusaciones que se le
hicieran por sentirse incómodo en su propio país.
III
En novelas como Austerlitz,
Los emigrantes, Vértigo y Los anillos de Saturno2, el problema del
totalitarismo, como ingrediente de nuestra vida cotidiana en Occidente,
se yergue en un asunto de la más ineludible urgencia. Bien se pueden
reconstruir las atrocidades del imperialismo belga en el Congo colonial,
durante el reinado de Leopoldo II, simplemente leyendo con atención
las primeras páginas de Austerlitz, novela en la cual Sebald, haciendo
exhibición de una cultura impresionante, nos lleva de la mano por
toda la simbología totalitaria que aún permanece en Europa a pesar
o en virtud del nazismo. Sebald utiliza a las grandes estaciones
de trenes de la Europa Central y Septentrional, como un vehículo
visual (sus novelas están llenas de fotografías) , para invitarnos
a leer, con lujo de detalles, cómo el totalitarismo colonialista
e imperialista (léase capitalista), fue capaz de construirle monumentos
abrumadores al dios de todos los dioses: el dinero.
IV
Está visto que un asunto
angustiante para muchos historiadores de la cultura y críticos sociales
son las distintas expresiones que adquieren el poder, la opresión
y las distintas formas de tortura cultural, psicológica y social
en la literatura contemporánea. Para un escritor como Sebald o Coetzee
(después del Apartheid) recuperar los intersticios que dejaran los
variados y ricos mecanismos opresivos del totalitarismo es casi
una tarea cotidiana. Es a través de esa recuperación como ellos
han podido enseñarnos que la cultura occidental, después del nazismo
o del pinochetismo (ejemplos que a un escritor como Mario Vargas
Llosa se le olvidan con frecuencia), puede reconstituirse y heredarse.
Los recovecos del poder
en su trama más espuria y penosa son recuperados por Sebald en las
otras tres novelas a que hacíamos referencia. Nuevamente el recurso
estético es una lectura oblicua de las literaturas del siglo XIX
y XX, en obras tales como las tejidas por Stendhal o Kafka. Si críticos
de la talla de Edward Said, Eric Cheyfitz, Harold Bloom y George
Steiner nos han enseñado a leer con otros ojos obras aparentemente
inofensivas como Kim de Rudyard Kipling, Tarzan de E. R. Burroughs,
The Tempest de Shakespeare y Antigona de Sófocles respectivamente3,
es porque han aprendido, como Sebald, que la sinuosa realidad
de nuestro tiempo viene untada de una espesa película de ideología
que nos impide ver con claridad y lucidez el trayecto cultural que
debemos seguir.
En ese sentido, el cansancio
que pueden producir los tratados y los farragosos estudios de historia
moderna y contemporánea llega a ser el resultado de la nueva actitud
del lector promedio de nuestros días, frívola y displicente con
relación a los grandes temas de la cultura. Con Sebald y los escritores
que aquí hemos mencionado es posible acercarse a la literatura culta
y de profundidad con una mirada distinta, porque ellos han empezado
a preocuparse por no soslayar un ingrediente vertebral en el desarrollo
de la sensibilidad de los hombres y las mujeres que sí se preocupan
por esos grandes temas que hemos mencionado al pasar:
la lectura crítica, instrumental, aquella que vuelve al lector
en un participante activo de los apremios hechos por el escritor
que lo seduce.
Pero esa lucidez se construye
con los pequeños datos de la vida cotidiana, detectando esos lugares
recónditos y sin embargo vulnerables de nuestra contemporaneidad,
tal y como hace también el escritor italiano Claudio Magris en dos
de sus obras más atractivas, El Danubio y Microcosmos. Se trata
de emprender una tarea similar a la que realizaran los grandes totalitarismos
del siglo XX: tejer paso a paso una cotidianidad en la que no quede
lugar para la soledad. Solo que el totalitarismo lo hizo al revés:
con talento sigiloso fue descubriendo la enorme vocación de soledad
que tenía el hombre de ese siglo triste y oprimido como bien lo
pintara Kafka.
Para escritores de la sensibilidad
de W. G. Sebald, recuperar la confianza y la fe en la historia y
la cultura de su país, pasa por la reconstrucción de esos desarticulados
trozos de realidad que dejó a su paso el totalitarismo. Desde esos
limitados y sencillos mundos que nosotros nos hemos construido para
escapar a una realidad distorsionada y multivalente, un escritor
como Sebald nos enseña cuál es la trayectoria para volver a la grandeza.
En América Latina tenemos mucho que aprender de eso.
San José, Costa Rica, julio
12 de 2002.
1
Historiador costarricense (1952), Premio Nacional de la Academia
de Geografía e Historia de Costa Rica (1998), con publicaciones
sobre historia económica, social y cultural de América Central y
del Caribe. Jurado Internacional (en la rama de ensayo) del prestigioso
premio Casa de las Américas (2001) de Cuba.
2 Austerlitz (New York: Random House. 2001), The Emigrants
(London: The Harvill Press. 1996), Vertigo (London: The Harvill
Press.200) y The Rings of Saturn (London: The Harvill Press. 2000).
3 Edward Said. Culture et Impèrialisme (Paris:Fayard et
Le Monde Diplomatique. 2000), Eric
Cheifitz. The Poetics of Imperialism. Translation and Colonization
from The Tempest to Tarzan (The University of Pennsylvania Press.
1997), Harold Bloom. Shakespeare:
The Invention of the Human ((Riverhead Books, 1998),
and George Steiner. Grammars of Creation (Yale University
Press. 2001).
5 Rodrigo
Quesada Monge. W.G.Sebald (1944-2001).