Por:
Rúbila Araya
La
concepción que generalmente ha prevalecido sobre Historia del Arte,
es la de una sucesión de tendencias o movimientos, producto de una innata
necesidad expresiva del ser humano, que ha llevado a los grandes maestros
a manifestar su genialidad creativa y a perpetuarse a través del tiempo.
Y cuando se habla de maestros, es eso, "maestros",
en su género masculino, y no como una generalización referente también
a las "maestras" del arte.
Lo anterior, no obedece en ningún caso a la inexistencia de la
mujer en las diferentes ramas y etapas artísticas. Los historiadores
bien conocen la presencia e importancia de representantes del sexo femenino
en toda la historia del arte universal, pero a nivel popular, probablemente
porque no se la ha difundido en igualdad de proporción y de énfasis,
la creación femenina es casi desconocida. En las actividades artísticas,
especialmente en la pintura, la mujer ha sido vista más como figura
alegórica representada en una obra, que como agente creador y ejecutante
de ésta.
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"SUSANA
Y LOS VIEJOS, GENTILESCHI"
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Artemisia Gentileschi, es la primera que sale a relucir cuando
se trata el tema de la mujer en la pintura, pero mucho más posterior
a esta verdadera artista renacentista y más cercana a los comienzos
de nuestros tiempos modernos, está Berthe Morisot, la primera femme
en unirse al grupo de los impresionistas.
Al relacionar a la mujer con el impresionismo, automáticamente,
nacen las imágenes de bailarinas ensayando, prostitutas en un burdel
o cantantes de un cabaret, pero la participación de ésta en el movimiento
estético de la segunda mitad del siglo XIX, va más allá de posar como
modelo para un retrato, es como participante activa de este fenómeno
creativo. A este grupo reducido, pero no menos destacado, pertenecen,
junto a Morisot, Mary Cassatt (1844-1926), Marie Bracquemond (1840-1916)
y Eva Gonzales (1849-1883).
Berthe
y Edma
Berthe Morisot nació el
año 1841 en Bourges, Francia, y el hecho de que su familia fuera culta
y adinerada, gracias a que su padre fue un alto funcionario público,
permitió que desde muy joven se acercara al mundo del arte a través
de clases de pintura con importantes artistas, actividad que compartió
con su hermana Edma, a quien posteriormente retrató en varios cuadros
con el nombre de Madame Pontillon.
Por esos tiempos, las normas burguesas de una Francia decimonónica
que se enorgullecía de su desarrollo intelectual y artístico, aún no
permitían participar a la mujer en ese elevado mundo creativo hecho
por y para hombres, por lo que la aspiración máxima de toda mademoiselle
no iba más allá de cultivar sus talentos artísticos a través de clases
y lecciones, sin otro afán que convertirse en una atractiva y completa
candidata para el matrimonio.
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"JOVEN
MIRÁNDOSE AL ESPEJO"
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Pero las hermanas Morisot tenían otra cosa en mente, a pesar
de que los padres consintieron y fomentaron la afición de sus hijas,
en un principio no imaginaron que éstas tenían objetivos más ambiciosos
que la mayoría de las muchachas solteras, y que lo de la pintura era
en serio. Por lo que Edma y, sobre todo, Berthe siguieron cultivándose
hasta convertirse en reales talentos. Se cuenta que un día uno de sus
maestros dijo a los señores Morisot que pusieran atención a sus hijas,
porque así como iban, se convertirían en artistas.
Las hermanas estaban totalmente decididas a dedicarse a la pintura
y dejar a un lado las convenciones del matrimonio, así es que mientras
practicaban como copistas y tomaban clases con destacados maestros,
su madre realizaba numerosas cenas para llevar a casa a caballeros que
pudieran transformarse en serios pretendientes y lograran convertir
a sus modernas hijas en mujeres casadas. La primera en desviarse del
propósito inicial y acceder al casamiento, fue Edma, quien al contraer
el lazo matrimonial se separó de Berthe, dejándola inmersa en una soledad,
que si bien la hizo dudar de sus convicciones liberales en pro del arte,
no logró alejarla de lo que sería la pasión de su vida.
Los
impresionistas
El primer maestro de Berthe Morisot, fue Joseph Benoit, quien
la introdujo en la escuela clasicista, para luego orientarse a una tendencia
más realista con Camille Corot (Retrato de Campesina), el pintor
romántico que le enseñó a dominar la técnica de la luz.
Pero su acercamiento con el movimiento impresionista fue cuando
el verano de 1868, - en uno de sus habituales paseos por el Louvre,
para copiar las obras de los grandes clásicos-, es presentada a Manet
por Fatin Latour. De ahí en adelante, surge una estrecha relación con
el artista, que la acercó a los demás integrantes de lo que seis años
más tarde fue denominado "impresionismo".
Edouard Manet encabezaba un grupo de pintores formado por Claude
Monet, Camille Pissarro, Pierre Auguste Renoir, Alfred Sisley, Paul
Cézanne, Frédéric Bazille y su amigo Edgar Degas, quienes solían reunirse
en la tertulia del Café Guerbois, donde discutían sus opiniones sobre
el arte y la sociedad. El año 1863 habían expuesto en el Salon des
Refusés, en el cual estuvieron todos los cuadros rechazados en el
Salón Oficial de Otoño de ese mismo año, a modo de respuesta a los salones
que mantenían el arte estancado, en esta muestra figuró el conocido
y polémico cuadro de Manet, Desayuno sobre la hierba (1862-63).
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"RETRATO
DE ELENA CARAFA"
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Al entablar una estrecha amistad con los pintores, Morisot comenzó
a adherirse a la vanguardia, no sólo como artista, sino como participante
activa de discusiones y reuniones, y organizadora de importantes eventos.
Berthe Morisot fue parte de la determinante exposición independiente
del año 1874 y de las siete que siguieron. En el evento, al margen del
tradicional Salón Oficial, se presentaron obras como Impresión, Amanecer
(1872), de Claude Monet, título que se repitió en forma similar
en varios cuadros, por ser considerado el reflejo de la característica
fundamental de éstos, detalle que llevó a que el crítico Louis Lorey
llamara despectivamente a la muestra: "La exposición de los impresionistas".
De ahí en adelante, el mundo y la historia conocería a este movimiento
como Impresionismo.
La
modelo de Manet
A partir de 1868, Berthe estableció estrechos lazos con Manet
y pasó a ser una más del grupo. Su casa -ubicada en la calle 4 de la
Bougiral, frente al Río Sena-, fue escenario de constantes encuentros
intelectuales, a los que asistieron no sólo pintores, sino, también,
escritores como Mallarmé.
Se comenta que Edgar Degas se mostró un tiempo interesado por
la pintora, pero ella nunca le prestó atención. En una de las cartas
que escribió a su hermana Edma, Berthe le confiesa su afecto por Degas,
pero aclara que su personalidad retraída no se compara en ningún caso
con la del temperamental Manet.
Aunque los historiadores niegan toda relación amorosa con Edouard
Manet, y ella se casara en 1874, a los 33 años, con su hermano Eugène,
-con quien tuvo una hija llamada Julie- hay quienes piensan que entre
estos dos pintores hubo algo más que mutua admiración artística.
Entre los primeros cuadros
importantes de Morisot, está Puerto de Lorient (1869), aunque
en una primera impresión a Manet le pareció inconcluso, le gustó tanto
que terminó pidiéndole que se lo regalara. En la obra está Edma sentada
en un muro y contemplando el puerto.
Berthe fue la modelo de varios cuadros del líder de los impresionistas,
el artista siempre admiró sus grandes ojos oscuros, considerándola una
imagen irresistible de retratar.
La
primera obra en la que Morisot posó para Manet, fue Balcón (1868-69),
con ella aparece la violinista Fanny Claus y el pintor Antoine Guillemet.
La imagen más conocida de la artista es la del cuadro de 1872, titulado
con su nombre, en el que, como siempre, sale vestida de negro.
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"BERTHE
MORISOT, DE MANET"
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Una
de las últimas pinturas de Berthe como modelo de Manet, debido a la
próxima boda de ella con su hermano, fue Berthe Morisot vestida de
negro (1874), en ésta es retratada con un rostro triste, debido
al reciente fallecimiento de su padre, y un fondo oscuro, que contrasta
con la luminosidad de su cara.
Para Berthe Morisot fue
un honor ser retratada por Manet, pero se dice que surgieron problemas
de celos cuando la pintora Eva Gonzales comenzó a asistir a su estudio
para posar como modelo. Si bien, algunos insisten en descartar todo
lazo sentimental entre los artistas, aún quedan vestigios que alientan
a los que sí consideran que entre ellos hubo una relación amorosa. Prueba
para los que defienden esta segunda postura, es que yacen juntos en
una cripta del cementerio de Passy, a pesar de que en vida cada uno
estuvo casado por separado.
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"BERTHE
MORISOT DE PERFIL"
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"BERTHE
MORISOT CON ABANICO"
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"BERTHE
MORISOT VESTIDA DE NEGRO"
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"BERTHE
MORISOT DE PIE"
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La
profesión de Morisot
El principal objetivo de los impresionistas, fue capturar la
modernidad, a través de pinceladas imperfectas que lograran reflejar
el instante preciso en que la luz afecta las imágenes, haciendo que
la retina del espectador las recomponga y visualice la impresión que
el artista quiso mostrar.
El nuevo estilo de vida burgués, produjo todo un fenómeno social
que alteró el uso del campo y de la ciudad. El campo y los parajes
naturales, como el mar, dejaron de ser lugares de trabajo y pasaron
a ser concebidos como sitios de ocio y entretención, por lo que se
ponen de moda actividades como las excursiones campestres y las regatas.
La ciudad, en cambio, se convirtió en el hábitat cotidiano de la nueva
clase social, nacieron los flenneurs, caminantes que se desplazaban
por las calles de París para lucirse y asistir a los conciertos que
se realizaban en los jardines y los boulevards. Los paseantes
nocturnos, la bohemia de los cafés, las acaloradas tertulias intelectuales
y las cantantes de cabaret, se transformaron en verdaderos símbolos
de la época.
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"EN
EL BALCÓN, (de Morisot)"
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Son éstas las escenas y escenarios que ocupan la temática impresionista,
que también influye en la obra de Morisot, pero enfocada desde otra
perspectiva, una más intimista y delicada, en que lo femenino cobra
preponderancia sobre la activa vida social, generalmente protagonizada
por hombres. La mujer aparece una y otra vez, pero no como participante
de la actividad nocturna o artística, sino inmersa en la intimidad
del hogar o en la contemplación de la naturaleza.
Es
quizás esta última, la observación que puede realizarse a la mayor parte
de la obra de las mujeres impresionistas, que a diferencia de los pintores,
presentan un campo visual más limitado, mayoritariamente, restringido
a las escenas familiares o exteriores desprovistos de la muchedumbre
de lugares de diversión nocturna o estival.
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"Muchacha
en el baile, Morisot, 1875"
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En los cuadros de Morisot, -que evidencian influencias de Manet,
Monet, Degas y Renoir a partir de 1885-, la mujer es ajena a la bulliciosa
vida parisina y es retratada en acciones hogareñas o rurales, con un
alto contenido maternal. Su relación con la ciudad es más bien como
una observante absorta en su propio mundo interior (En el balcón,
1871-72), incluso en las pinturas que sugieren su inserción en la
vida social, ésta, aparece abstraída del entorno (Muchacha en el
baile, 1875).
Aún así, es innegable que sus grandes pinceladas en óleo o acuarela,
con efectos transparentes y tornasolados, la hicieron merecedora de
un importante lugar en el masculino mundo artístico e intelectual de
fines del siglo XIX. A pesar de que al recordar a los maestros del impresionismo,
los primeros nombres que salen a relucir son Manet, Monet, Degas, Renoir,
Pissarro o Cézanne, desde un comienzo se destacó entre los integrantes
de su grupo, y no por ser mujer, sino por la sensibilidad y delicadeza
de su obra. "No creo que exista un hombre que haya tratado a una
mujer como su igual y es todo lo que pedí; sin embargo, estoy segura
que valgo tanto como ellos", expresó alguna vez, refiriéndose al
tema.
Berthe Morisot, murió de neumonía en París, a los 54 años, una
mañana del 2 de marzo de 1896, heredando sus 700 pinturas a sus amigos
Degas, Monet y Renoir. Aunque ya gozaba de reconocimiento internacional
como artista, su médico anotó en el certificado de defunción: "sin
profesión".