Apocalipsis...
Han
aparecido en el cielo
presagios
de aciagos momentos
y
se vislumbra el universo
con
estertores de hastiado tormento.
La
humanidad se rebela en su sino
buscando
paralelismos sociales
y
el rayo presto de la injusticia
bifurca
en intolerancias raciales.
Aciago
septiembre, aciago septiembre...
once
fue y dos aves cayeron desde el cielo dormido.
Y
el cielo volcó su furia con rauda prestancia
recordando
al hombre sus frases imberbes.
Aciago
septiembre, aciago septiembre...
once
fue y dos aves volcaron aterradora presencia.
Nocturnal
Al
despedir la noche
busco
dormir en mi desvelo
tu
lecho amante que aprisiona
permeado
de jazmín y de asfodelo.
Golpea
la luz con su pupila
cansancio
que se vuelca rutilante
y
aparecen ojeras lacerantes
de
combate librado en terciopelo.
De
día prepares con argucia
el
ara del supremo sacrificio
por
demostrar que en denodada lucha
no
habría cautiverio ni armisticio.
Huestes
en combate aparecen raudas
mientras
embisto con delirio subrepticio.
Escisiones
Si
el alma dilatara en cuatro espacios
esbozaría
la divagación del tiempo
cedería
inicio para aprender del mundo
para
asir responsos, exponer propuestas
y
enlazar memorias para iniciar el viaje.
Luego
buscaría ambular en plenitud serena
con
incontables y presurosos pensamientos:
vulnerrar
murallas, desentrañar entuertos,
dilucidar
el mundo con conocimientos nuevos
y
sentir tu tiempo adherido al mío.
Después,
gozar de logros, relamer heridas,
¡no
serían siempre victoriosas huestes
aprendizaje
habría en relaciones idas
de
un mundo agraz que con violento entorno,
responde
con embestida propia a singular caída.
Al
hacer arribo al profano cuarto,
y
límite torne la hebra que tejió la araña,
a
remudar semblante y proponer certero,
para
aspirar llegar adondeel Bien Supremo,
con
testa baja y corazón en alto.
En complicidad...
Fidedigno
compañero,
entrañable
amigo inalienable...
condujiste
mis destinos
al
seguirte en embelesado cautiverio.
Lograste
redimir mi sino
y
al abocarme a inventariar registros
de
nuestras continuas fugas,
jamás
traicionaste mi confianza.
Al
transitar con asiduidad caminos largos,
volcamos
por sendas con abrojos
y
en quijotesco avance enhiesto
permeó
la certidumbre en el atajo.
Al
llegar a la primera divergencia,
coludido
por eximio itinerario
al
comprender el azar confabulado
en
sitios visitados por raudales.
Acompañaste
cuando el cuidado maternal
retó
por primera vez la providencia
y
presuroso cercené el ostracismo
que
presentí al inicio en la academia.
Paseé
mis ojos por tus sitios dilectos
y
abarqué comarcas abismales;
enriquecí
mi acervo con tu indubitable paso
de
ideas que pululan a raudales.
Fidedigno
y viejo compañero,
libro
ejemplar... viejo inalienable,
te
auxilio a conducir otros destinos
para
revalorar tu caudal infatigable.
Desbordaciones
Cava
el socavante mar penetrando en tierra virgen
vuelco
en demencial diluvio diletante;
y
al atisbo de la aurora en su sitial constante,
muestra
amoroso su erótico vaivén.
Presa
y cazador... depredador y caza...
confundiendo
con sus actos sus destinos;
y
el vetusto mar, testigo de mil aciertos...
buscando
raudo connivenciar su recorrido.
El
ansiado oleaje irrumpe en tierra firme
arrasando
mil cadenas de mil lustros de atavismos,
y
la arena agradecida ante las olas,
se
filtra audaz entre el desborde rectilíneo.
Y,
con el canto de las olas en riberas,
se
sigue a ultranza con el rito vespertino.
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