Santiago de Chile.
Revista Virtual.  
Escáner Cultural. El mundo del Arte.
Número 2.
12 de Febrero al
12 de Marzo
de 1999.

    Las Catedrales del Modernismo
Prefacio:   

Desde eras remotas  el hombre viene intentando alcanzar espacios lejos del nivel del suelo raso, o sea que la intención ha sido y, es, acercarse lo más posible al espacio sideral. No olvidemos que ya en los tiempos de Babilonia, sus habitantes se pusieron a construir el edificio más alto alcanzado jamás, hasta entonces. La famosa torre de Babel (la Biblia de los cristianos nos habla de ello), es el preámbulo de lo que hoy en día, llamamos "rascacielos". Más tarde, ya unos cuantos miles de años antes de nuestros días  fueron los egipcios y luego las civilizaciones mayas y aztecas los que dejaron su huella, en este sentido; las cuales comenzaba desde donde el hombre ponía su pie hasta donde la vista se desdibujaba y perdía, mirando siempre hacia arriba, hacia las alturas.  

Cada uno de los tipos de construcciones, a través de los tiempos, nos han ido dejando como pautas los géneros de civilizaciones y culturas que en ellas participaron.
  
Lo mismo ocurre hoy, precisamente en este siglo, y de esto nos habla un joven alemán, residente en la ciudad de Frankfurt a.M., que con su cámara fotográfica ha estado captando las nuevas construcciones de alturas posmodernas.   

Frank Springer, quien a sus escasos 22 años, ya está incubando una crítica constructiva en cuanto al valor cultural y a los intereses que se ocultan a los ojos del simple mortal que, de pura impresión, se queda "boquiabierto" al presenciar una construcción en donde moran los seres grises de nuestros tiempos, por sobre el nivel de las nubes.  

LAS CATEDRALES DEL MODERNISMO  

Las altas construcciones, como ventiscos en formas de cigüeñas sorprendidas, se entremezclan entre las edificaciones del más puro estilo barrocas, que desfallecen como si fueran aldeas olvidadas. Estas enormes catedrales, tales como las de tiempos pasados, están siendo bendecidas, ya no por los mismos clérigos del medioevo, si no que son bendecidas por los nuevos sacerdotes inspirados por la nueva ideología, la del consumo, doctrina del capitalismo y la libre competencia.  

Durante los días claros sus paredes relucen, haciendo rebrotar en sus cristales las ondas ultravioletas del rey sol, pero que por las noches, cualquiera sea la estación del año, siguen brillando, ahora por gracia del artificio, que las hace resplandecer desde la distancia como naves encalladas en un mar sin ruidos.   

Basta con caminar por las aceras para darse cuenta que estas encumbradas catedrales del nuevo sistema no tienen fachada ni detrás. Son verdaderas formaciones geométricas por donde los humanos no dan con entradas ni salidas.
 
No hay frescos, ni estatuas, ni lugares para el pensamiento. Todo es frío e im-personal. Aquí los relieves han dado paso a un mundo liso, en donde los senti-mientos no tienen sentidos. No hay confrontación entre la pasión y el desamor; simplemente todo valor se ignora en pos de un desarrollismo muy bien calculado.  

El poder, ¡ah el poder! Una sociedad se estimula así misma sobreponiéndose a otra. En estas nuevas catedrales se detienen los viejos  tipos de confrontaciones, ya no como el antiguo orden, en donde lo barroco competía en líneas y opulencias pictóricas con lo gótico, sino que rescatando antiguos vicios de dominación y confrontaciones ideológicas. Hoy es el poder de lo económico lo que está impulsando nuevas formas y líneas que se eleven como el Gran hermano, que todo lo vigila. En los vientres de estos monstruos "elefantistiscos" se almacena toda la energía disponible en el planeta. Desde las vibraciones de un simple telefón "Handy", hasta las intenciones más disparatadas que permiten que generaciones completas de seres vean transformados sus "modus viventis".   

El hombre ha soñado con estar en la cúpula, de donde emanan las grandes decisiones, ahora irremisiblemente ya está en la cima, en el piso 184, en cualquiera de las avenidas de esta gran ciudad, que puede ser Frankfurt (que los banqueros llaman Frankhattan); también, cualquier mortal que se precie de estar al día con sus finanzas y papeleos de ciudadano debe subir casi hasta la alturas de las nubes para cumplir con sus obligaciones de habitante del burgo.  

Antes, pese a nuestros atrasos y esperanzas incógnitas, por lo menos podíamos fijarnos en el horizonte. Hoy la tecnología,  hasta de este elemento natural, intocable e inalcanzable lo hace desaparecer de nuestros ojos. Todo ha sido cubierto por vigas y planchas de acero, por cristales irrompibles y por espacios futuristas monótonos y de dudosos gustos. Mientras los constructores y auspiciadores continúan afincados en sus villas de materiales comunes y corrientes, nosotros estamos embutidos en una camisa de acero inoxidable, que nos priva inclusive de nuestra personalidad ancestral.-  

 
 
Texto y fotografías:
Prefacio y traducción:
Frankfurt a.M.- Alemania
   
 
 

Si quieres comunicarte con Frank Springer o  Cheo Morales sólo debes escribir a: elimora@t-online.de 


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